Obliviate #XX

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El regreso a casa fue rápido e incómodo, tenían muchas noticias que dar y cosas que pensar. Sobre todo Harry, quién tenía en camino una batalla que liderar para poder derrotar a Voldemort. La incomodidad era debido a la mirada enojada que Draco le daba desde el asiento de enfrente, donde estaba sentado solo, ya que Ron obviamente no se iba a sentar con él y Hermione había sido jalada por Harry para que se sentara al otro lado, acción que la chica no entendió, pero la mirada de suplica de su amigo le hizo quedarse allí.

Mirando a Draco, que llevaba una cara de pocos amigos, Hermione estaba segura de que la mirada que mantenía a Harry no era nada bueno. Sólo pudo suspirar cansada, al parecer era inútil intentar ayudar en la relación de esos dos aun con sus consejos, así que, apareciendo un libro, se dispuso a leer sin prestar atención a ninguno allí, metida más en sus pensamientos y tristeza por Dumbledore que en la historia.

Ron miraba por la ventana, su sangre aun hirviendo de enojo e ira por lo sucedido. Dumbledore muerto, algo que por años de su niñez creyó imposible. Todo por culpa de Voldemort, de los Mortifagos... de Malfoy.

[...]

Luego de un rato, Draco se había cansado de quedarse viendo a Harry con enojo, porque ¿Quien besa a alguien y luego huye? Quería respuestas. Sin embargo a mitad del viaje sus pensamientos fueron más lejos, enfocándose en planes para vencer la guerra o intentando recordar algo que fuera de utilidad.

Harry era otro que pensaba más en el futuro que en el presente. Si bien se imaginó que Draco lo asesinaría por besarlo cuando lo volviera a ver, buscando la protección de Hermione sentándola a su lado, sus pensamientos se desviaron a lo que realmente era importante: Pensar en maniobras para acabar con Voldemort. Sabía que todos debían esperar a las nuevas ordenes, pero Vomdemort no lo haría, atacaría en cualquier momento sin pensarlo mucho, quería tener en ese caso un plan.

[...]

La llegada a la Madriguera con las noticias fue totalmente amarga. Mientras los Weasley lloraban por su viejo amigo, Malfoy les dejaba su espacio.

Los días pasaron sin muchas noticias o sucesos, nadie hablaba como antes y los ánimos estaban por los suelos, cada quien en su mundo sin molestar al otro. Hasta que una noticia llegó: Bill y Fleur se habían comprometido. La noticia fue todo lo que necesito la señora Weasley para reponerse y pensar en otras cosas que no fueran las malas noticias.

Sin hacerse esperar le mando una carta en respuesta a su hijo, con la idea de hacer la boda en la Madriguera. Bill aceptó, tanto él como Fleur querían casarse lo antes posible mientras aún estuvieran vivos.

-¡Ron, vistete en este momento y dile a tus hermanos que ayuden en algo!- gritó la señora Weasley desde las escaleras. Todos aún abatidos se preparaban para la boda de Bill y Fleur, la cual tendría lugar allí mismo en las próximas horas.

Aun era temprano, la mañana de la boda y sólo amigos que ayudarían a ordenar todo habían llegado. Fred y George corrieron escaleras abajo con los trajes puestos, saliendo de la casa.

Por otro lado...

-Hermione puedes... -las palabras de Harry quedaron en el aire cuando se volteo a la puerta, encontrando a Draco y no a su amiga.

-Lo siento, buscaba a Hermione - Draco mintió. La verdad si la había estado buscando, encontrándola en la cocina hablando con la señora Weasley. Él quería saber si la chica estaba bien luego de lo que había tenido que hacer. Hermione realmente no estaba bien, pero ella era fuerte. La señora Weasley lo despachó de la cocina mandándolo a arreglar, como estaba haciendo con todos, Draco había tenido la idea de faltar a la celebración, pero Molly no permitiría eso. Ese era un día hermoso y todos asistirían y estarían felices y sonrientes por la pareja. Haber encontrado a Harry luego de arreglarse no había sido su intención inicial, pero si había estado pensando en hablar con él.

O.B.L.I.V.I.A.T.E [Harco-Drarry]Where stories live. Discover now