♡《17》♡

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Basta de matarnos no somos objetos,
No son propietarios de nuestros cuerpos,
Nos creen inferiores siento su desprecio
Piensan que pueden ponernos un precio.
Nos tratan de putas, de brujas, de locas
Nos violan nos echan la culpa...
Nos quieren hacer callar.

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Dulce muy débil entreabrió los ojos cuando alguien la cargaba en brazos, no supo quien era esa persona, solo abrió la boca para mencionar su preocupación:

—Mi bebé... El be... —la voz sonó debilitada y volvió a desmayarse, quien la cargaba al escuchar aquello apresuró sus pasos.

°°°

Abrió los ojos lentamente mientras la luz blanca causaba fastidio, se movió un poco y el dolor en una de sus costillas la hizo detenerse. Respiraba pausado y lento porque hasta eso era un martirio.

Estaba desorientada, su mente era una nube gris en busca de los recuerdos de los últimos momentos que llegaron con fuertes punzadas en su cabeza, recordó y empezó a desesperarse, estaba sola y necesitaba saber lo sucedido con su bebé.

En ese momento abrieron la puerta y sus ojos se encontraron con los de él. Los ojos de Christopher lucían furiosos, los de ella tristes y asustadizos. Los de ambos estaban cargados de lágrimas.

—¿Cómo está? —Pronunció ella con los labios temblando y no se resistió para romper a llorar en espera de la respuesta.

Christopher quedó en silencio observándola, no podía creer como había llegado a tanto, tenía muchas heridas abiertas, la ceja con una sutura, las costillas muy lastimadas, la cabeza, los pómulos, los labios, los brazos y las piernas. Permanecía serio y dio la espalda al notar una lágrima había escapado, la limpió y negó un par de veces con su cabeza. Procedió a revisarla y a darle un nar de pastillas que le ayudarían a disminuir el dolor.

—¿Cómo está? —insistió ella.

—¿Por qué no me lo habías dicho? —dijo con tono molesto.

—¿Cómo está? Christopher por favor... —dijo ella ignorando la pregunta de él.

—Logramos salvarlo. —Aquella respuesta logro tranquilizarla.

—Gracias.

—¿Quién es el padre? —inquirió él mirándola fijamente. Ella esquivó la mirada y no pronuncio palabra.

—Es de él ¿No es así? —una tristeza lo inundó al imaginar que sí. Por algo Dulce no se lo había dicho.

Aunque ella no sabía de quien era, asintió. Christopher ya no era parte de su vida y no podía anclarlo después de lo que le hizo.

—Pero no lo sabe, él no puede enterarse.

La cara de Christopher era de desilusión, un hijo con Dulce para él era igual a mágico. Decaído volvió a mirarla.

—Esto no puede seguir sucediendo, ¡Te va a matar! ¿Por qué hizo esto? ¿Te forzó cierto? —Apretó su puño con ganas de golpear algo con nombre y apellido.

Dulce guardo silencio, era humillante y doloroso que él la viera así, pero las lágrimas hablaban por si solas.

—No quiero hablar, déjame sola —volteó la cara a un lado.

—Perfecto. Está bien, no hables conmigo porque afuera esta la policía para tomarte la declaración —Ella lo volteó a ver asustada, del moviento brusco soltó un quejido.

—No es cierto —dijo ella incrédula.

-Si es cierto. El bebé está a salvo, pero bajo riesgo, es casi un milagro que haya sobrevivido, otro ataque violento de ese desquiciado y lo pierdes. Hazlo por él si no lo quieres hacer por ti. Deja de callar y habla para este encerrado como la rata que es.

Dulce pensaba que Christopher tenía mucha razón, aunque sonaba una propuesta muy tentadora que la podría liberar de Enrique, también sentía temor por no estar preparada.

—No puedes hacerme esto, por favor —temblaba y lloraba llena de miedo.

—Es por tu bien —apuntaba él en la tabla mientras revisaba algunas heridas—. Aunque no lo creas tú me importas mucho.

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Enrique se levantó con una resaca terrible, casi no recordaba nada de la noche anterior. Se vio solo en la cama y molesto empezó a llamar a Dulce. Como ella no respondió pensó que quizá se encontraba en el jardín o realizando las actividades estúpidas en las que invertía su tiempo. Se duchó, cambió de ropa y bajó a desayunar.

—Buenos días Matilda —La saludó tan pronto la vio.

—Buenos días —saludó nerviosa—. Ya le traigo el desayuno.

—Por favor puedes llamar a Dulce. —dijo mientras tomaba el periódico.

Matilda empezó a titubear.

—La señora no está.

Enrique aprisionó el periódico contra la mesa y volteó a verla intimidante.

—¿Dónde está? —Parecía calmado, pero Matilda sabía que no lo estaba. Él parecía no recordar nada.

—Ella está... Está en el hospital. La encontramos muy mal herida y no supimos que más hacer.

¡El hospital! Todo volvió a su memoria, esto no debía estar pasando. Cuando Dulce necesitaba atención médica él se aseguraba de que fuera en su casa, así mantenía todo bajo control.

—¡¿Por qué no me avisaron antes?! —Se levantó furioso. Se abotonaba la camisa para salir.

—Usted dormía. —respondió Matilda con temor.

Él no podía perder más tiempo, no siguió interrogándola y se apresuró por llegar al hospital.

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Por más que Dulce le insistió a Christopher que retirara a los oficiales de policía él quiso. Ya no se iba a permitir que eso le siguiera pasando a ella, era hora de hablar y de acabar con tanto sufrimiento. Ahora que las pruebas estaban era el momento indicado.

Dulce estaba temerosa frente a los dos policías.

—Nos han dicho que la encontraron muy mal herida en su casa. Con varios golpes. Ya revisamos el reporte médico, nos puede comentar la razón de su estado. Usted puede confiar plenamente en nosotros, no tenga miedo que estamos para ayudarla.

Ella dudó mucho en responder, pero aquel oficial le inspiraba confianza y Christopher tenía razón, debía velar por el bienestar de ese bebé, bienestar que está muy lejos de su esposo.

—Y bien señora? —Volvió a insistir el policía.

Ella pasó saliva, cerro los ojos y sin pensarlo más con voz casi inaudible, habló.

—Fue... —su voz temblaba y volvió a dejar escapar algunas lágrimas—. Fue mi esposo, fue Enrique Méndez—los oficiales se miraron sorprendidos al escuchar eso. —Ustedes tienen que ayudarme por favor, yo no puedo volver a esa casa, no quiero regresar con él. —decía desesperada entre lágrimas.

Los oficiales tomaban la declaración, Dulce lloraba sin consuelo y la puerta se abrió mientras Enrique entraba.

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Nos leemos prontito 💌❤...

~Diana 😛...

✔20/11/2018...

Me Declaro Culpable ©Where stories live. Discover now