♡《18》♡

546 65 20
                                    

Todos en la habitación quedaron sorprendidos al ver ingresar a Enrique, Dulce observaba a los agentes con terror y súplica mientras su esposo se acercaba a ella, parecía tranquilo aunque transpiraba.

—Hola mi amor ¿Cómo estás? —se notaba preocupado, era un hipócrita. Pasó su mano por el cabello de Dulce, ella quiso negarse a aquel toque, pero fue inútil. Él le dio un beso en la coronilla al mismo tiempo que tenía su mirada altiva puesta en los dos oficiales que tenía en frente—. Y eso ¿Por qué estás tan bien acompañada? —dijo con sorna y le dio la oportunidad de responder, él ya sospechaba.

Ella se negó a responder, el miedo se adueñó de todos sus sentidos, se apoderó de su garganta y le impidió emitir sonido. Quería decir la verdad pero no de esa forma, deseaba contar con seguridad y con todos sus derechos, no quería tener a Enrique presente mientras todo este proceso sucedía ¿Por qué los policías permanecían en silencio y sin actuar después de lo que ella había confesado? Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. Deseaba salir corriendo de ese lugar.

—Recibimos una llamada de posible víctima de violencia de género, acabamos de tomar la declaración. —dijo el oficial de mayor edad y Enrique se llevó las manos detrás de la nuca y bufó, mientras Dulce jadeo esperando la reacción de él.

—Sánchez vuelvan a su lugar de trabajo que aquí no pasó nada y no hay nada que hacer —Ordenó Enrique serio y el hombre asintió.

Dulce empezó a llorar de terror al ver que lo obedecían. ¡Sánchez! ¡Sánchez! Ese apellido rondaba su cabeza, entonces recordó y todo fue peor, lo había visto solo el día de su boda, pero Enrique siempre hablaba de él como un buen amigo suyo. ¿Por qué no lo reconoció antes de abrir la boca? Se reprochaba ella.

—¡No! ¡Por favor! —Suplicó Dulce al ver que se quedaba sola con aquel impasible hombre. El otro sujeto que acompañaba a Sánchez volteó a verla antes de cerrar la puerta, parecía que se quería devolver y Sánchez lo empujó fuera. Ella intentó oprimir el botón de emergencia que estaba cerca de su cama, pero Enrique fue rápido en reaccionar.

—Dulce, Dulce ¿Qué haré contigo? —le tomó la mano en que se encontraba puesta la aguja que suministraba suero, la oprimía fuerte y ella se retorcía de dolor, lo miraba suplicante a aquellos ojos que brillaban de odio.

—¡Déjame! ¡Au! ¡Me duele Enrique por favor! —lloraba y suplicaba. Enrique logaraba descolocarla tan fácil.

—¡¿Por qué hablaste?! ¿!En qué pensabas?! ¡¿Se te olvidó tu bonita familia?!—Seguía haciéndole daño en la mano presionandola para que hablara.

—Estaba muy asustada... —hablaba entre sollozos— me confundí y no supe que más hacer, la policía estaba aquí y sentí miedo...

—¡Entonces dijiste es mi oportunidad! Eres tan ingenua mi Dulce ¡jaja! —la soltó y ella aprovechó para sobarse— En este lugar yo tengo todo controlado, ¿por qué crees que no me voy de este pueblo de porquería? Porque aquí hago lo que se me antoja.

Dulce no hacia más que llorar y temblar mientras miraba a Enrique quien parecía dispuesto a no dejar la cosas por la paz.

—Es que mírate, a mi también me duele verte así mi amor, pero es que no sé como más tenerte controlada si no entiendes, todo esto que te pasa es culpa tuya por hacerme enojar es que si hicieras lo que yo te digo todo sería mejor, ahora otra vez en problemas y tengo que volverte a recordar. —Apretó su puño en señal de amenaza.

—No me vayas a pegar más por favor —no se podía mover mucho, pero sus ojos expresaban todo lo que su cuerpo quería emitir, su bebé no iba a soportar más golpes y ella tampoco—. Esta vez haré lo que tú quieras, lo que me pidas.

—No sé si creerte, esta traición no me la esperaba y es muy, muy grave. Imagínate que no hubieran sido esos policías.

—¡Por favor! —descargaba lágrimas al saber que no de libraría tan fácil de él.

Él la miraba detalladamente, examinaba la situación.

—Para que veas que no soy tan malo, esta bien voy a darte una oportunidad igual creo que si vas a recordar como debes de comportarte por lo menos por un tiempo. —Prestó atención a todas las heridas y moretones, a eso le sumó que casi estaba tiesa en aquella cama—. Nos vamos a ir de aquí a la casa y yo voy a cuidarte —pasó la mano por la ceja suturada sin ningún cuidado.

Ella asentía asustada y sin consuelo.

•••

Christopher estaba impaciente en su consultorio imaginando la demanda que procedería contra Enrique, no se dio cuenta del momento en que salieron los oficiales, pero le parecía que había pasado el tiempo suficiente, así que se dirigió a la habitación y abrió la puerta de golpe para encontrarse a Enrique junto a ella, se preguntaba en donde estaban metidos los policías.

—Hola —Saludó con la garganta casi seca. Sus ojos viajaron a los de Dulce pero no los encontraron, ella tenía la cabeza agachada.

—Hola querido ahijado —Enrique saludó animado—. Es una lastima que sucedan estas cosas ¿no?, pero gracias por tu atención brindada, nosotros ya nos vamos.

—Pero... —dijo Christopher, no entendía lo sucedid— ella no se puede ir, todavía necesita atención médica.

—Sí, lo sé, pero no te estoy preguntando, más bien lo estoy afirmando, me la voy a llevar a la casa porque allá la voy a poder cuidar y contrataré un médico que esté pendiente.

—¿Dulce? —Christopher se dirigió a ella buscando respuestas— ¿De verdad quieres irte con él?

Ella quedó en silencio, asintió muchas veces sin mirarlo a la cara. Christopher maldijo por lo bajo ante esa respuesta, ¿Cómo era posible eso después de lo sucedido?, se notaba su reacción de negación a que Enrique se la llevara.

Se quedó observando todo en cámara lenta. Dos hombres ingresaron con una camilla y la ayudaron a subir, uno de ellos acomodó la bolsa de suero y la sacaron.

La rabia e impotencia se expandían por todo su ser, era una gran oportunidad y ella fue tan cobarde y masoquista que no quiso hablar, no pensó en el ser que llevaba dentro y que no tiene la culpa de nada, eso era lo que pensaba Christopher. Miraba todo muy serio y negando con su cabeza cuando Enrique se le acercó.

—Ahijado en lugar de estar tan pendiente de mi esposa y de algunas cosas que no te importan mejor estate más al pendiente de tu mamá —le dio un par de palmadas suaves en la mejilla, cerca de la barbilla y se marchó.

Christopher quedó con la duda de lo que le había dicho Enrique, pensativo tomó su celular para marcarle a su mamá pero caía al buzón de mensajes, lo intentó un par de veces más y la situación fue la misma.

_____🌻_____

Nos leemos 💌❤...

~Diana 💕

✔28/11/2018...

Me Declaro Culpable ©Where stories live. Discover now