♡《24》♡

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A Dulce le volvió el alma al cuerpo cuando vio aquella sonrisa algo cansada, pero con los ojitos brillantes, cuando vio ese rostro y ese hombre que cuando era pequeña le cuidaba los sueños, con quien vivió tantas alegrías y con quien trazó tantos sueños.

No paraba de llorar y sonreír a la vez, todavía no podía creerlo.

Su padre estaba acompañado por una de las enfermeras que siempre lo cuidaron por mandato de Enrique.

-¿Cómo sucedió? -preguntó sin entender a Christopher.

-Te dije que me importabas, siempre lo supe, por eso te perdías cada miércoles -él sonrió-disfrútalo, van a estar bien. -le hizo la señal de que dejara de estar ahí parada y fuera hasta su padre, ella lo miró y lo hizo porque era lo que deseaba.

-¡Papá! -dijo llena de dicha y como cuando era pequeña corrió hasta él que estaba sentado sobre una silla de ruedas, se arrodilló frente a él lo abrazó y besó mientras Christopher se deleitaba de ver la escena.

-Dul no llores, mi niña que no me gusta verte así -pasó sus manos por la mejilla de ella y quedó pensativo- ¿Qué te pasó en la cara?

El señor Espinosa solo estaba enterado de que se encontraba en ese lugar con el médico porque iba a ser sometido a un tratamiento para curar su enfermedad, el cáncer de colon. No sabi más. Christopher contactó con las enfermeras antes de que Enrique las llamara y les diera la orden. Ellas atendieron la llamada, pero ya estaban a salvo.

Dulce aclaró la garganta buscando una excusa, su padre no podía alterarse.

-Sabes que siempre he sido torpe con las paredes, no vi una por andar distraída con el celular y me estrellé de golpe. -mencionó con la cabeza agachada tratando de hacerlo parecer gracioso y rogando que su padre no hiciera más preguntas- pero dejemos de hablar de mi, ¿Cómo estás?

Su padre tosió antes de responder, por su edad era muy propenso a las enfermedades respiratorias, como la gripe y tos.

-Bien, el doctor es muy amable y dijo que iba a curarme -dijo muy alegre- las enfermeras confían mucho en él y se ha comportado muy bien conmigo.

Dulce no sabía que tan cierto era eso, solo siguió abrazándolo y besándolo.

-Te quiero mucho papá, mucho. -sonrió apretujándole las mejillas.

-¿Qué sabes de mi estrellita loca? -mencionó sonriente.

¡Violeta!

Dulce sintió una punzada que casi la deja sin aliento, trató de parecer contenta, pero no, ¡Su hermana! La había olvidado por la emoción de ver a su padre.

-Creo que es hora de tu medicina, deberías de descansar y más tarde hablamos -Lo besó en la frente y le hizo una señal a la enfermera para que lo retirara.

La felicidad y paz que había sentido minutos atrás se evaporó al instante. Miró a Christopher cuando se quedaron solos.

-Dime que también sabías que tengo una hermana y esta aquí -dijo con las lágrimas llenando sus ojos y el corazón latiendo muy fuerte, con las piernas flaqueando y un ahogo que casi no la dejaba respirar.

-¿Tienes una hermana?

-Sí -empezó a negar desesperada- ¡Ay no! ¡No! -dijo alterada mientras lloraba.

-Dul tranquilízate, yo no lo sabía, pero dime donde la encuentro y yo la traigo, solo deja de estar así que le hace mal al bebé, recuerda que...

-¡Tú no entiendes! -negó con la cabeza- tengo que salir de aquí, tengo que arreglar esto frente a Enrique -Caminó hasta la puerta, pero Christopher la detuvo interponiéndose.

Me Declaro Culpable ©Where stories live. Discover now