♡《27》♡

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La frase del oficial lo dejó más helado de lo que se encontraba por los nervios, el frío y el miedo.

No tenía ni la menor idea de porqué lo acusaban, si apenas lo vieron llegar, pero decidió guardar silencio por unos segundos mientras le comunicaban todos sus derechos y lo que podía y no podía hacer. Segundos en los que logró pensar con claridad y sin oponer resistencia dejó que lo esposaran y se lo llevaran. En la patrulla llegaría más rápido a la delegación con Dulce que era quien más le importaba.

En el auto todo el transcurso fue en total silencio, lo que aprovechó Christopher para analizar la situación, si cabía la oportunidad él se echaría la culpa, prefería estar él entre las rejas que tener que aguantar el suplicio de ver a Dulce.

La opción cada vez estaba más latente al saber como se manejaba la ley en ese pueblo olvidado por la autoridad nacional. Buscarían a un culpable y lo condenarían sin investigar los verdaderos hechos como estaba él seguro de que ocurrieron: En defensa propia.

La lluvia había cesado y el sol asomaba con el nuevo amanecer después de aquella noche de tormenta por lo que llegar a la delegación no fue tan tortuoso.

Algunas personas melodeaban la entrada del lugar con rostros de asombro, aunque en realidad la gran mayoría eran solo los chismosos del pueblo quienes empezaban a murmurar consternados sobre el hecho, tampoco reparaban en juzgar a Dulce por su relación con Christopher.

Él puso los pies sobre el piso mientras miraba al frente muy seguro, las pestes que podía distinguir entre las habladurías no lograban afectarlo. Ellos no conocían la verdadera historia.

Avanzó custodiado por dos policías mientras no desistía de buscar a Dulce con su mirada, hasta que la ubicó.

Ella lucía mal, no dejaba de temblar y de llorar mientras la atacaban con preguntas que no podía responder.

Christopher no soportaba la situación, más cuando ella lo encontró con la mirada, los ojos de ella se llenaron más de lágrimas y su expresión era de total desespero.

-¡Yo maté a Enrique Mendez! ¡Yo lo hice! ¡Me declaro culpable de crimen! -gritó sin reparo delante de todos lo que se encontraban en esa pequeña habitación.

Sánchez dejó de intimidar a Dulce para acercarse a él y tomarlo del cuello exigiéndole una explicación.

-¡Yo lo asesiné! -Volvió a afirmar Chrstopher decidido mirándolo a los ojos, sin ningún de arrepentimiento.

Sánchez lo miró con repugnancia, demasiado colérico que le impedía pensar con claridad, solo deseba clavarle unos cuantos golpes, pero se contuvo para después, cuando estuvieran en privado.

-¡Enciérrenlo! - Ordenó con tanta furia que todo el rostro estaba rojo y sus ojos parecían salir de órbita.

Resopló y antes de irse se encargó de dejar claro que Dulce tampoco podía salir. Dicho esto dio la vuelta para entrar a su oficina, esperaba revisar las pruebas cuanto antes e imponer todo el peso de la ley.

Esta situación era la más dura que había pasado en las últimas fechas, no podía permitir que se lo llevaran sin antes hablar con él, se armó de valentía a pesar de la debilidad que sentía en su cuerpo.
Una vez logró estabilidad en sus piernas corrió y con las manos atadas por las esposas metió la cabeza de Chris para atraparle el cuello y abrazarlo fuerte, allí descargó el temor.

Los presentes no interrumpían la escena, por el contrario los observaban con melancolía, conocían al doctor desde toda la vida y les apesadumbraba el hecho.

Se apartaron un momento para dejarlos despedirse.

-Chris mi amor -Dulce lloraba y lo apretaba más en aquel abrazo, lo necesitaba para olvidar todo lo que había pasado esa noche que recordaba como una pesadilla -No tienes que pasar por esto, él era mi esposo -Le susurraba en el oído cansada mientras le temblaba todo el cuerpo- Tú no fuiste.-Habló bajo para que ninguno escuchara.

Me Declaro Culpable ©Where stories live. Discover now