♡《21》♡

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El celular de Dulce empezó a sonar desesperado, con todo lo ocurrido en el día olvidó colocarlo en silencio y el ruido incesante logró interrumpir su sueño.

Se removió con pereza y fastidiada porque buen tiempo le tomó encontrar una posición cómoda para dormir y así no sentir el dolor de las heridas.

En la tarde al revisar su celular se había encontrado con varias llamadas perdidas de números desconocidos, pensó que se trataría de eso, por tal razón solo se movió para colocar el celular en silencio porque nunca contestaba llamada de números que no tuviera registrados, excepto uno.

Entredormida observó la pantalla. Inhaló y exhaló profundo al ver que no era lo que pensaba sino que se trataba de Christopher, era el número que él usaba exclusivamente para contactarse con ella.

Oprimió el botón de colgar al mismo tiempo que negaba con la cabeza, no entendía el motivo de la llamada si entre ellos no quedaba nada que hablar, no después de lo que hizo, ya las cartas estaban tiradas y a ella fue quien le tocó perder, aunque aquella llamada logró activar algo dentro de ella, como una corriente eléctrica al ver de nuevo aquel número en la pantalla del celular, esas llamadas que tanto extrañaba, pero no, no iba a hacerlo.

Mordió sus labios nerviosa, tenía el celular en las manos y Christopher no dejaba de marcar, fue fuerte para no responder, él no lo merecía, ella le entregó todo y él le pagó con traición, se concentró en recordar eso, también bastaba con todo el dolor que sentía su cuerpo, con verse al espejo, él había prometido ayudarla a salir de aquel calvario, pero en cambio había logrado hundirla acorralándola en la clínica con los agentes de policía, si bien todos sabían que aunque dijera la verdad nadie se levantaría contra Enrique, eso sería como meterse con fuego y nadie estaba dispuesto a quemarse...

Minutos después el celular cesó, ella respiró aliviada al pensar que le había quedado claro que ya no estaba para ser juguete de nadie, pero... A los segundos llegó un mensaje de WhatsApp... Su corazón empezó a latir precipitado cuando oprimió la aplicación carcomida por la incertidumbre de saber lo que él buscaba.

"Necesito hablar contigo y es urgente. Como no respondes mis llamadas voy a entrar, se que estás sola y vas a tener que escucharme".

Dulce se alarmó con ese mensaje, lo primero que hizo fue eliminarlo, quizá era una mentira y solo era una amenaza para que ella cayera de nuevo en una trampa.

Se levantó con cuidado a observar por la ventana y... Lo vio, Christopher estaba trepando ¡Era un loco, lo podían ver, pero también podía caerse!
¡Enrique podía llegar en cualquier momento y los iba a matar si los encontraba juntos en la habitación!

Se llevó las manos a la frente y empezó a caminar nerviosa, sudaba y rogaba que su esposo se tardara mucho más en llegar, que ningún empleado estuviera despierto merodeando la hacienda y que Catalina tampoco llegara en ese momento.

—¡Abre Dulce María, ábreme! —La voz de Christopher y los golpes que daba a la ventana la sobresaltaron, soltó un pequeño grito y se llevó la mano al pecho. Pensó que él se iba a cansar antes de que Enrique atravesara esa puerta.

—¡Si no me abres romperé el cristal! —Dulce no estaba dispuesta a abrir, esa no era una buena idea, además Christopher no tenía ningún derecho de irrumpir así en su vida— .Se que me escuchas, me quedaré aquí y no me importa si llega el hijo de puta de Enrique, quiero que me escuches.

Las manecillas del reloj corrían, los llamados de Christopher no cesaban y el miedo de Dulce incrementaba.

Resopló frustrada.

—Christopher no tenemos nada que hablar... Deja las cosas así y vete por favor no quiero meterme en más problemas, te pueden ver —hizo un esfuerzo por sonar firme porque su voz quería flaquearse.

Me Declaro Culpable ©Onde histórias criam vida. Descubra agora