♡《26》♡

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La tormenta no cesaba, los truenos y relámpagos cada vez eran más seguidos y la lluvia abundante fue un gran obstáculo para permitirle avanzar con la agilidad que requería el  momento.

Las carreteras estaban tapadas por algunos tres autos que invadían el camino reposando la tormenta.

Logró impaciente abrirse paso, mientras avanzaba lentamente se reprochaba y maldecía por haberla dejado sola y permitir que hubiera sucedido, ya la tenía junto a él y la dejó escapar.

Dulce era una mujer buena y hermosa sin lugar a duda se merecía un hombre que la hiciera feliz y él estaba dispuesto a entregarle todo, jamás se iba a perdonar si se le llegase a escapar la vida sin lograr ese objetivo.

Tenía que llegar a salvarla, tenía que rescatarla y cumplirle todas las promesas. Tenía que hacerle ver que la vida era bonita y hacerla luchar por ese bebé y su familia, deseba formar una pequeña familia con ella y presentarle a su madre la nuera que siempre quiso.

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—¡Por favor déjala! —imploraba Dulce desesperada a la vez que intentaba ponerse de pie.

Él no escuchaba, estaba absorto en cumplir su objetivo. Su miembro cada vez palpitaba más fuerte y se ponía más duro ante el contacto del cuerpo de la chica.

—Estás bien bonita—habló con voz ronca mientras repasaba sus manos por el cuerpo de la adolescente quien no dejaba de sollozar y pedir que la dejara en paz —¡Shhh! —puso su dedo índice sobre los labios de ella y sonrió— ya verás que te va a quedar gustando y luego me pedirás más como tu hermanita que por algo sigue conmigo.

—Enrique, ella no tiene nada que ver, haz lo que quieras conmigo pero no con ella ¡Por favor! Te lo suplico.

Él no la escuchaba, solo se reía disfrutando del sufrimiento de ambas.

Empezó a restregar su miembro excitado sobre la falda de violeta. Seguía martirizándola con cada movimiento.

Los gritos de suplica se mezclaban con los estruendos provocados por la tormenta, Enrique se burlaba cada vez que un relámpago alumbraba la habitación.

La adrenalina y tensión del momento la incentivaron a cometer una acción que no podía ser la mejor, pero su conciencia no la dejaría en paz si dejaba que concluyera lo que Enrique estaba haciendo y lo que se iba a desatar después si no hacía algo para evitarlo.

Sin pensarlo más de dos veces, observó y tomó el objeto cortopunzante sobre la mesa, aunque todo su cuerpo temblaba y no sabía como iba a terminar todo, se armó de valentía, tenía que ser certera porque el arma de Enrique reposaba sobre la cama, un movimiento en falso y podía terminar peor de lo que empezó.

Él estaba muy concentrado en cumplir su objetivo que no se advertía de la situación que sucedía a su espalda.

Ella levantó el brazo con las tijeras sujetadas bien fuerte, su mano se movía por los nervios porque jamás pensó que iba a cometer tal acto, pero la situación lo ameritaba. Respiró y cerró los ojos susurrando perdón mientras Violeta gritaba y suplicaba, ya no quería que Enrique siguiera atormentándola, ya no podía seguir permitiéndolo.

El cielo alumbró por un relámpago, después un estruenduoso trueno y por último, clavó con puntería certera las puntas de las tijeras directo en la yugular de Enrique.

De inmediato su mano se llenó de sangre, Enrique llevó la suya a la herida tratando de retener el líquido rojo que se esparcía en gran cantidad por todo el cuerpo, miró para atrás y se dio cuenta de su atacante, quien estaba llorando llena de pánico mientras no le quitaba los ojos de encima ni dejaba de temblar negando.

Violeta estaba en schok, sentía que ya no podía soportar más, sentía mucho asco y náuseas de todo lo que sucedía a su alrededor, de la tensión su corazón latía tan fuerte que sentía desmayarse.

Él caminó torpemente en busca de su arma, pero ella no podía permitirlo, aunque era un manojo de nervios y de culpa volvió a empuñar las tijeras y antes de que él hiciera cualquier otro movimiento lo atacó salvajemente hasta que dejó el cuerpo inerte del hombre en el suelo.

Llorando se tumbó en el suelo con las manos y la ropa manchadas de sangre.

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El recorrido de Christopher por carretera se hizo eterno entre tantos obstáculos.

Cuando por fin sentía algo de tranquilidad al estar cerca de la hacienda porque haría lo que fuera necesario para defender a Dulce,  escuchó varias sirenas que podían ser de ambulancia o de patrullas de policía, pensó que quizá se trataría de algún accidente y restó importancia.

A pesar de que había pasado mucho tiempo el cielo todavía parecía que iba a caerse.

Todo su mundo pareció detenerse cuando se dio cuenta de lo que ocurría en la hacienda.  Ambulancias, patrullas de policía y hombres de medicina legal rodeaban la entrada.

Sintió la respiración atorarse en su garganta y el llanto picando en los ojos por sus pensamientos nada positivos al ver estacionado el carro que posiblemente Dulce había tomado.

Se bajó temblando del auto para preguntar que había pasado. Los oficiales lo detuvieron detrás de la cinta amarilla, nadie podía pasar porque estaban analizando la escena del crimen.

—¿Qué ocurrió? —preguntó realmente angustiado intentando repasar la cinta.

—Hubo un asesinato y nadie puede pasar porque se está evaluando la escena, así que le pido colaboración para que se aleje y nos deje cumplir con nuestro trabajo —. Le respondió un oficial el cual no conocía, debía de ser nuevo.

—¡¿Asesinato?! —llevó las manos a su cabeza y tomó su cabello con desespero—. ¿De quién se trata por favor? ¡Dígamelo, mi padrino es el dueño de la hacienda!

—Lo lamento mucho, asesinaron al comandante Enrique.

Su rostro se desencajó con lo que escuchó, se sentía más confundido que antes porque nunca imaginó encontrarse con esa noticia, aunque le afectó no podía negar que sintió alivio de que no fuera Dulce la que perdió la vida,  pero lo carcomía la incertidumbre de saber ¿Qué pasó con Dulce? ¿Había sido ella?

—¿Se sabe quién fue? ¿Se sabe algo? —preguntó con desespero.

—Siento lo ocurrido...  Y sí, la primera sospechosa es la esposa, ella se encuentra en la delegación.

Christopher apretó sus puños y su labio, maldijo para sus adentros. Respasó su mano por el cabello negando, Dulce tampoco merecía la carcel, pensó que de seguro si se había atrevido a cometer el delito fue en defensa propia.

—¿Ella está bien? —necesitaba confirmarlo para estar más tranquilo.

—Sí, pues medio la vi cuando la subieron a la patrulla, no sé que tan bien estaba porque se veía como si no estuviera en la tierra, no dejaba de llorar, estaba como pérdida, pero ha de ser la culpa que no la deja y más al saber lo que le espera.

Christopher agradeció al policía sin disimular su angustia, estaba dispuesto a marcharse para ir por Dulce y buscaría un abogado para defenderla.

Cuando dio la vuelta para retirarse chocó con el cuerpo de un oficial.

—¿Es usted Christopher Casillas?  —preguntó con total seriedad.

—Sí, soy yo —respondió confundido y con afán.

—Queda detenido como sospechoso por el asesinato de Enrique Méndez.

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~Nos leemos 💌...

~Diana 💕...

✔09/02/2019...

Me Declaro Culpable ©Where stories live. Discover now