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—¡Gellert! ¡Para!— exclamó Albus al ver su amigo.
El rubio se giró, molesto, pero al reconocer la cara del moreno dejó de estarlo.
—Albus, ¿Qué pasa?— preguntó extrañado.
Nunca había visto a su amigo correr de ese modo. Parecía que había descubierto algo importante.

"Mierda"

Grindelwald se puso tan nervioso que sus manos empezaron a sudar.
Miró a Dumbledore respirar difícilmente y, mientras este se recuperaba, observó cada detalle de su ser.
El modo en el que el flequillo le cubría un ojo, su boca medio torcida que intentaba realizar una sonrisa, el modo en el que sus ojos cerrados le daban la pinta de ser más joven, porque no se podía ver a través de ellos su sabiduría...

—He... leído... un libro— dijo fatigosamente Albus. Sus ojos se cruzaron con los del rubio.
Gellert apartó la vista, sonrojándose sin saber el porqué.

"Sus ojos son tan bonitos..."

—¿Qué libro?—

La vista de Albus se posó en él y parecía que le estaba quemando cada una de sus células.

—Por favor, dime que no lo estás haciendo—
—¿Hacer el qué?—

Hubo un silencio bastante incómodo para los dos.

—Dime que no estás intentando reunir todos los objetos que regaló La Muerte... Dime que no estás intentando recuperar la varita, la capa y la piedra...—

"MierdaMierdaMierdaMierdaMierda"

—Yo... Claro que no—

Gellert no podía contarle que en realidad sí lo estaba intentando. No podía contarle que, en el fondo de su alma, hay una ansia de poder, una necesidad que está creciendo cada día más, una necesidad que estaba exigiendo salir de su jaula.
No podía evitarlo. Pensó en todos los secuaces que iba a tener, pensó en las personas que iban a decir su nombre con respeto.

"Grindelwald, el mago más poderoso del mundo"
"Grindelwald, el Señor de La Muerte"

Le pareció que una luz muy peculiar brilló en los ojos del joven amigo.
Es claro que no se lo creyó.

—¿Estás seguro? ¿Completamente seguro?— preguntó Dumbledore.
—Si, claro— respondió el rubio.
Grindelwald no quería que Albus se involucrara en este asunto.
—Mira, ¿Y si dejamos este tema? Creo que te has olvidado que en diez minutos empezará el partido de Quidditch, y tú eres el buscador—
—¡Mierda! ¡Se me había olvidado!—

El moreno empezó a correr de manera desesperada.
—¡Te veo en el partido!— le gritó Grindelwald.

(***)

—Aaay no... ¡KATELYN SE ESTÁ CAYENDO DE LA ESCOBA! OH MIRAD, ¡HA CONSEGUIDO SUBIRSE DE NUEVO! ¡ES IMPRESIONANTE!...—

La voz del comentarista le ponía de los nervios a Albus.
Ha estado volando desde hace ya un quarto de hora y aún no consiguió ver a la Snitch Dorada.
Empezó a dar vueltas al campo y empezó a subir gradualmente para conseguir encontrar a la Snitch.

—Donde estás...—

No conseguía verla.
De repente, su ojo derecho consiguió ver un destello dorado.

—Te encontré—

Empezó a volar rápidamente hacia la Snitch. Voló hacia abajo y esquivó varios jugadores.
Extendió la mano.

"Ya te tengo"

La escoba le empezó a fallar.
Empezó a bajar rápidamente.
Se asustó tanto que no pudo evitar un grito  de terror.
De repente le pareció que el tiempo se paraba.
Vio a Grindelwald, en pie, con una cara de puro terror. Vio a la masa gritando, sobretodo las chicas.
Vio a los profesores, que aún no se habían dado cuenta de lo que estaba pasando, ya que estaban sentados en diagonal, y dado que estaban en esa posición no conseguían ver donde estaba cayendo Dumbledore.
Por último, vio a un chico con una varita en la mano y una sonrisa diabólica.

"Pero... ¿Por qué?"

El tiempo volvió a la normalidad.
El suelo se acercaba cada vez más... Él se acercaba cada vez más...
Y entonces, cerró los ojos, esperando un golpe, un golpe que nunca llegó.
Lo que no sabía era que fue Grindelwald que, con un hechizo, le salvò la vida, y lo que nunca sabrá era que, antes de que lo llevaran a la enfermería, Gellert le besó.
Fue un beso desesperado, un modo para decir que le quería, un modo para pedirle disculpas por todas las mentiras que le dijo y por haberle herido alguna vez.
Y todo pasó delante de todos los alumnos de Hogwarts.

"Por favor, recupérate" pensó el rubio.

Un Amor Peligroso [Grindeldore]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum