IX

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Capítulo Nueve.

La nieve caía mientras mi vista seguía fija en la puerta. Una parte de mí deseaba que huir y no volver, pero otra solo quería que esto fuera un sueño y despertar en mi habitación junto a Cloe, que ella esté y contemos sobre nuestras aburridas vidas.

Al principio creí que solo la necesitaba para saber mi pasado. Me equivoque. Cloe siempre será la primera persona que logró ganarse mi confianza y llegar a ser demasiado importante para mí.

Y ahora está muerta...

–Haylee... Tenemos que irnos...– informa Tobby.

Asiento y la sigo hasta una camioneta negra blindada. Caitlyn abre la puerta trasera y entramos, Tobby ocupa el lugar del copiloto. El conductor tiene una capucha que no deja ver su cara.

Dirijo mi vista a la puerta una última vez con la esperanza de que mi pequeña mejor amiga de ojos rojos salga de ahí, eso no ocurre. Perdí a Cloe, ya no más chistes sarcásticos de su parte, no más frases difíciles de entender, no más lecturas de mente sin mi autorización. Cloe se fue para siempre y con ella mi única amistad y... la única persona que fue realmente sincera conmigo...

-Estás bien?- pregunta Caitlyn.

Salgo de mis pensamientos al escuchar su voz. No entiendo su repentina pregunta hasta que lo noto... lagrimas. Me limito a asentir.

No planeo sincerarme con Caitlyn ni mucho menos, quizá esté de mi lado pero durante muchos años ella fue responsable de dolor, odio, soledad, aislamiento. Puede que fuera parte de una actuación muy bien planeada, no es imposible, pero me rehusó a perdonar sin recibir al menos una explicación primero.

-Sabes que estaremos diez horas en este auto? te recomiendo hablar.

-Déjala, Caitlyn- Tobby le da una mirada de desaprobación.

Veo el reloj que hay en la parte delantera del auto, son las cuatro de la madrugada. eso quiere decir que estaremos aquí hasta las dos de la tarde aproximadamente. Lo mejor será dormir.

(...)

Abro los ojos lentamente para acostumbrarme a la luz, la puerta trasera está abierta y soy la única en el auto. Me levanto con dificultad y salgo.

Tobby y Caitlyn están metiendo cosas en el maletero de un auto blanco, ambas notan mi presencia y sonríen.

–Creímos que estabas en coma– bromea Tobby.

Arqueo una ceja en forma clara de confusión.

–Llevas ocho horas dormida– aclara Caitlyn.

El lado positivo es que no tuve que soportar a Caitlyn por más de medio viaje.

–Nos ayudas?– pregunta Tobby amablemente.

Veo el montón de cajas y mochilas que están junto a ella, no puedo ser tan cruel y no ayudar.

Tardamos casi una hora en poner todo en su lugar, no esperaba que todo entrara en el auto pero lo hizo. Ya estaba todo listo para volver a arrancar.

–Quieres ir adelante?–Pregunta Caitlyn.

–No– la frialdad en mi voz aumenta al hablar con ella.

–Bueno... Recuérdame no intentar ser amable la próxima vez.

–No intentes algo que no eres– contesto con una sonrisa falsa.

–Tobbias, la rubia me agradaba más cuando no hablaba!– Grita Caitlyn en dirección a nuestra compañera de viaje.

No se si tomar en cuenta que acaba de decir que le agradaba antes o que ahora le caigo mal...

Las tres subimos al auto blanco, Tobby conducía ahora y Caitlyn elegía música desde el lugar del acompañante. Un momento...

–Donde esta el hombre del otro auto? Y el otro auto?– Pregunto.

–Ninguno es nuestro problema ahora– responde Tobby.

El camino esta algo destrozado pero a los lados se forma un imagen bastante bonita, la nieve adorna las ramas secas de los arboles, las montañas blancas de fondo que logran contrastar y una capa de hielo y nieve reflejando en el suelo. No tengo ni la menor idea de donde estamos pero por lo que veo se que no es una linda isla tropical.

Tobby aumenta la velocidad y los árboles se vuelven manchas verdes o marrones con blanco.

Cualquiera estaría feliz de ser libre y poder tomar tus propias decisiones, ese no es mi caso. No conozco casi nada fuera de ese lugar, hace mucho que no se que es la libertad. Me acostumbré a vivir siendo un experimento a tal punto que no sé qué es el ser normal ni como encajar en una sociedad que juzga las diferencias y aleja a lo que no consideran "normal", una sociedad donde estás destinado al rechazo con tan solo una diferencia. Si debo vivir eso... Preferiría estar encerrada sin saber quien soy.

–Haylee– Caitlyn me observa desde su asiendo con su cuerpo ligeramente girado en mi dirección –Quieres?

En sus manos hay una bolsa roja.

–Que?– pregunto sin comprender.

–No puede ser! Nunca los probaste?

–Obvio que sí, como en mi vida he comido tantas cosas diferentes además de purés extraños– respondo sarcásticamente.

–No seas antipática, toma– me entrega la bolsa.

Leo el nombre de los extraños triángulos naranjas.

–“Doritos”?

–Pruéba– ordena.

Dudo por unos segundos hasta que decido probar uno, lo observo antes, literal es un triángulo naranja y el empaque dice que contiene queso. Lo pruebo y... Esta muy bueno. Saco otro de la bolsa... Y luego otro... Y otro.

La risa de Caitlyn me hace recordar que no estoy sola.

–Lo siento– extiendo la bolsa hasta sus manos.

–No. Tu come, tengo más– sonríe y devuelve la vista al camino.

Observo por la ventana mientras como Doritos. La música de fondo y el paisaje hace todo más tranquilo, ya es de día y el sol entra por la ventana del lado contrario y cae sobre el asiento. Coloco mi mano sobre la zona donde está la claridad y siento el calor en mi piel, hace mucho que no sabía lo que era eso...

El resto del viaje consistía en lo mismo, Tobby callada mientras conducía, Caitlyn siendo amigable y buscando conversación, yo siendo fría y observando por la ventanilla.

Empezaba a hacerse de noche. Ésta sería la primera vez que vería el anochecer...

-Llegamos- anuncia Tobby.

¿En serio?

Lo único que me llama la atención y tenemos que llegar antes de que ocurra.

Bajo del auto y quedo en shock.

-Un aeropuerto?

-Que? No quieres decirle adiós a Rusia?- bromea Tobby.

-Estamos en Rusia?!

-Bueno, solo por los próximos diez minutos antes de irnos.

-Y a dónde iremos?

-A tu casa.

MortalWhere stories live. Discover now