Realidad.

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~Laurel~

Me encontraba en el sillón que acompañaba la habitación del hospital, miraba a la cama y pensaba en la persona que estaba a ahí. Me levanté y la observé por minutos, su semblante era el mismo.

—Despierta —Susurré tomando su mano; habían pasado ya tres semanas del día de la boda en dónde por lo menos los doctores notaron una mejoría al decidir que ya no era necesario que estuviera en terapia intensiva.

Suspiré pesadamente tras recordarla minutos antes de que todo pasara hasta que fui interrumpida por un par de enfermeras.

—Buenos días —Saludó una de ellas entrando a la habitación, —Tomaremos rápidamente los signos vitales de la paciente.

Asentí alejándome de la cama para dejar el espacio libre, me sitúe frente a la ventana y observé el día que comenzaba.

El sonido de mi teléfono se hizo presente y avancé por el al sofá cama en el que había permanecido esa noche.

—Hola —Atendí atenta a la mujer que me llamaba.

—Hola, ¿Cómo va todo? —Preguntó con ese tono de voz que había manejado durante esas semanas.

—Pues bien, digamos que todo sigue igual desde que te fuiste, unas enfermeras acaban de entrar a darle un chequeo general —Le informé volviendo a la ventana.

—De acuerdo, solo me meto a bañar y salgo para allá.

—Intenta desayunar algo Poché, me parece que Juliana estaba por llegar para que esté un rato con ella y tú tengas más tiempo para hacer tus cosas —Sugerí recordando que no se había separado ni un segundo de Calle durante su estancia en el hospital, cuando salía a bañarse o a declarar con respecto a lo acontecido era cuestión de horas y después volvía.

—Lo único que quiero hacer es estar con Calle, en un rato estaré por allá —Sentenció obligándome a aceptar lo que decía.

Finalizó la llamada segundos antes de que una de las enfermeras comentará que Calle seguía estable, le suministraron medicamento y en seguida se retiraron.

Suspiré en cuanto me quedé a solas y yendo nuevamente a la cama la observé.

Caminé al sillón y coloqué la computadora portátil sobre mis piernas, durante ese tiempo había asumido las responsabilidades de Calle y aunque había logrado posponer o cancelar los eventos que tenía pendientes habían un par de los que me tenía que hacer cargo.

Pasó medía hora para que la puerta de la habitación volviera a ser golpeada, como le había mencionado a Poché, Juliana estaba llegando.

Me saludó y enseguida se acercó a su hermana.

Le di el panorama de la situación y asintió inexpresiva.

—La extraño demasiado —Pronunció al verla.

—Me pasa igual —Confesé para dime a su lado, —Poché dijo que venía para acá, ¿No la topaste afuera?

Negó suspirando.

—¿Cómo es que existen personas tan malas? —Me volteó a ver y esa pregunta solo bastó para que me quedara pensando.

Después de haber traído a Calle, Poché nos había explicado lo sucedido, y aunque pareciera que era su culpa tanto Germán, Mafe, Juliana y yo habíamos creído en lo que nos contó.

—Si quieres salir a tomar algo yo me quedo con ella —Se ofreció y yo simplemente asentí.

Me dirigí a la cafetería del lugar y ordené un expreso, tomé asiento en una de las mesas mientras esperaba.

Quiéreme otra vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora