Epílogo.

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~Calle~

La vida siempre tiene un plan para ti, y aunque a veces no lo sepamos distinguir está siempre latente en nuestros corazones. Mi plan de vida siempre fue a lado de la chica que todas las noches dormía y despertaba a mi lado, la razón por la cual pensaba que continuar tenía sentido, la tenía y me amaba y yo no podía pedirle más al universo que eso, a ella.

—¿Amor? —Escuché su voz desde la cama, sonreí al ver como se incorporaba mientras me buscaba. La observé con detenimiento esperando a que me encontrara hasta que mis ojos se cruzaron con los de ella, sonreímos a la par mientras estiraba sus brazos descubiertos como niña pequeña esperando a que los tomara.

Moví la taza de té que tomaba hacia el centro de la mesita que daba al balcón de la habitación, en donde me encontraba admirando el mar Caribe al fondo, después de esa capa de arena blanca que lo rodeaba.

Sujeté una de sus manos en cuando me recargué sobre la cama y a gatas terminé sobre ella.

—¡Buenos días! —Alcancé a estructurar antes de sentir sus labios unidos a los míos, sonreí en medio de aquel beso tomando distancia para perderme en sus ojos.

—¡Holi amor! —Exclamó abrazándome, —Hueles muy rico, ¿Llevas mucho tiempo despierta? — Negué antes de volverla a besar. Sus manos jugaban con mi nuca y sus piernas se habían adueñado de mis caderas, —¿Y esta camiseta de dónde salió? —Preguntó subiéndola ligeramente por encima de mi ombligo.

—De la maleta bebé —Me volví a separar para mirarla.

—Mmmh —Se quejó deslizando la playera hacia arriba para despojarla. Me acomodé sobre su abdomen para poder quedar sentada sobre ella y le ayudé a quitarla dejando la parte superior de mi cuerpo desnuda, —Me encantas —Susurró en medio de una sonrisa atrayéndome a ella. Sus manos recorrieron mi espalda mientras su lengua se encontraba a debate con la mía. Amaba las mañanas así.

—¿Pudiste descansar? —Pregunté en el momento que su boca había avanzado a mi cuello.

—Sí —Jadeó sin detenerse colocando sus manos sobre mi trasero.

—Poché —La llamé riendo, ocultando mi cabeza en su cuello haciendo que se desconcentrara de lo que hacía.

—¿Qué pasa? —Acarició mi torso en espera de una respuesta.

—Se supone que tenemos que purificarnos —Pronuncié dejando caer mi cuerpo sobre el lado vacío de la cama, sabía que quizá no le parecería mi comentario, pero al menos quería seguir el protocolo del evento por el cual habíamos viajado.

—Anoche que llegamos no parecía importar eso —Me miró con el ceño fruncido recargándose en uno de sus brazos.

Me perdí en la forma de su rostro y de ahí recorrí la mirada a su cuello, su clavícula y su hombro perfectamente contorneado. Tapé mi cara con ambas manos tratando de desviar los pensamientos que tuve de tenernos, tenía que esperar al menos unos días.

—Anoche no me pude resistir a ti, casi como ahorita —Admití aun cubriendo mi rostro escuchando como ella se reía.

—¿Cuantos días son de purificación? —Preguntó volviendo a la posición normal de la cama.

—Al menos son 7 —Titubeé descubriendo uno de mis ojos, —Y también debemos tomar un baño en un temazcal.

Escuché como suspiró y en seguida sentí como se recorría sobre la cama.

—Tapate y deja de provocarme —Anunció poniéndose de pie, estaba totalmente desnuda y su cabello lo traía todo despeinado.

—Tú me estás provocando —Gruñí aventándole una de las almohadas que tenía cerca sin obtener respuesta alguna de ella, al contrario, siguió caminando hasta el baño y ahí se encerró.

Quiéreme otra vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora