No lo suficiente

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Inminentemente me di la vuelta para mirarle. Seguía enfadadísimo, apretando el volante con fuerza y la respiración agitada.

No sabía si debía hablarle pero de solo imaginarme la cara de mi padre al verme bajar de su coche, una valentía desconocida para mí me llenó el pecho.

- Acelera- susurré con la mirada fija en el reloj.

Noté como se volvía para mirarme puede ser que sorprendido o enfadado (no supe interpretarlo) y el motor del Camaro rugía, acelerando.

En situaciones normales estaría escandalizada por la alta velocidad, parecía que volábamos sobre la carretera y los árboles pasaban tan rápido que solo eran manchas, pero realmente necesitaba llegar a tiempo.

Sin decir nada dejé mi mochila en los asientos traseros e intenté irme allí para cambiarme.

- ¿Qué coño haces?- preguntó Billy con furia.

- Yendo atrás para cambiarme- respondí extendiendo mi pierna.

Con un gran esfuerzo me impulsé y aterricé precipitadamente en los asientos traseros.

Billy chistó.

- ¡Cuidado con la tapicería!- masculló entre dientes.

Solté un rápido perdón.
Con prisa saqué el pantalón, el jersey y los zapatos que me debía poner.

- No mires- le pedí mientras comenzaba a cambiarme.

Pareció que el enfado se evaporó de él y soltó una carcajada, como si hubiese dicho algo graciosísimo. Pude ver que me miraba a través del retrovisor con una sonrisa de superioridad.

Iba a quejarme pero él habló antes.

- No sería nada que no he visto antes- apartó los ojos de mí a la carretera y aproveché para terminar de ponerme los pantalones- pero te aseguro que no me causa ninguna fascinación verte, ya sabes... en California había mejores.

Un peso apareció en mi estómago. No era habitual que los comentarios me afectaran, apenas y los escuchaba, pero aquel me produjo indignación.

Indignación por como veía a las mujeres, por como me veía a mí y porque se merecía una gran lección de humildad que seguramente la vida nunca le daría.

Evitaba a toda costa a la gente fanfarrona y egoísta y Billy parecía tener un letrero brillante con esa descripción, así que espero que solo fuese una deducción errónea porque ahora estaba metido en este mundo.

- Quizás en vez de comparar a las mujeres como si fuesen trozos de carne- comenté mientras me ataba las zapatillas- deberías comenzar a respetarlas como personas.

Pareció que eso no le hizo tanta gracia y pisó aún más el acelerador. Ahora sí que volábamos.

- ¿Quién te crees para darme una lección?- escupió con rabia.

Hice caso omiso, no me importaba ahora mismo nada de lo que tuviese que decir.

Me terminé de cambiar la sudadera por el jersey antes de que Billy pegara un volantazo a la izquierda para entrar en el aparcamiento de la biblioteca.

Metí todo apresuradamente en mi mochila y miré atenta por la ventana, inspeccionando todo el estacionamiento. Y mi padre ya estaba allí.

Observé rápidamente el reloj: las 20:24.

Suspiré aliviada y me dejé caer en los asientos para que no me viera a través de la ventanilla.

Ahora debía ingeniármelas para salir de allí sin que lo notara.

Stranger girl {Billy Hargrove}Where stories live. Discover now