La paz de los Harrington

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Bóreas fue el único que vino a saludarme cuando entré: saltó y puso sus patitas en mí para abrazarme. Tenía muy claro que en aquella casa era mi mayor aliado.

- ¡Steve! ¡Crystal!- gritó mi madre desde el comedor.

Di un suspiro muy largo. Yo solo quería encerrarme en mi habitación, poner música y olvidarme de que existimos, pero ahora tendría que participar en un incómodo momento familiar.

Dejé mi abrigo y mi mochila y, para mi desgracia, me fui hacia el comedor.

Mi casa, la verdad, es bastante grande, mis padres tienen dinero y quieren que todo el mundo lo sepa. Incluso teníamos piscina.

Aunque yo solo me metía a la piscina a partir de las 6 o 7 de la tarde en verano porque es cuando daba la sombra, no me gusta nada el sol, pero tranquilos no tengo fotofobia. Simplemente es que no me gusta, al contrario de mi hermana que se pasaba las mañanas tomando el sol.

- Soy solo yo mamá- dije entrando.

No me hizo falta mirarles para saber que en un sofá estaban mis padres y en el de enfrente Martha con su novio, Benedict, al igual que mi mamá era inglés.

- ¿Dónde está Steve?

Miermelada ¿qué excusa me había dicho?

En seguida me puse super nerviosa y me apresuré a sentarme. Por favor no insistas, por favor...

- ¿¡Crystal!?- me estremecí ante el grito de mi padre- ¿dónde está tu hermano?

No se me daba nada bien mentir.

- ¡Entrenador!- grité cuando la palabra cruzó por mi mente- está con su entrenador- intenté explicarme mejor.

Parecieron satisfechos.

- ¿Te dijo a qué hora volvía?- preguntó mi madre.

Negué con la cabeza, mirando al suelo.

- Dios hermanita, sigues tan rara como siempre eh- se mofó Martha.

Yo asentí y seguí mirando al suelo.

Martha y yo, yo y Martha, éramos como el negro y el blanco. No sé en que momento todo entre nosotras se rompió pero fue hace mucho. Todos sus intentos por hacerme como ella solo han producido que nos alejemos totalmente, además de que no vive con nosotros desde hace tres años.

Creo que unos de mis pocos recuerdos felices con ella fueron de pequeña, las tormentas me aterrorizaban (y lo siguen haciendo) así que iba a dormir con ella y el miedo desaparecía y dormía tranquilamente, pero de eso ya hace mucho.

- ¿No vas ni a saludar a tu hermana?- inquirió mi madre.

Me levanté como un resorte y fue hasta ella. Martha también se puso de pie.

Era algo más alta que yo, su pelo era castaño como el de Steve, ojos marrones y una sonrisa que podría parecer encantadora si no la conoces, incluso perfecta. El prototipo de chica ideal.

Realmente no sé porque una persona como Benedict puede estar con alguien como ella.

Me recibió con los brazos abiertos para darme un abrazo demasiado fuerte y largo que sabe que odio. Con el contacto me tensé y realmente estaba deseando que acabara para poder volver a mi sillón. O mejor, a ducharme.

- ¿Me has echado de menos, enana?- me preguntó.

- No- me apresuré a responder sin siquiera pensar.

- ¡Crystal!- me regañó mi madre.

- No se preocupe, es normal- me disculpó Benedict.

El novio de Martha era psicólogo y trabajaba para el ejército, ahí fue donde conoció a mi hermana. O eso creo.

Stranger girl {Billy Hargrove}Where stories live. Discover now