Impulsos

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Narra Billy

Apenas podía oír la voz interna que me decía "¿Qué coño estás haciendo, Billy? Sal de aquí y deja de babear por esta anormal".
Pero le miraba jugar con su perro y lo único que pensaba era: "¿con qué tipo de ángel me he topado?"

No recuerdo haber conocido a alguien tan feliz como lo está ella ahora y eso me hacía sonreír un poco, pese al mareo.

Me apetece un cigarro.

Busqué, torpemente, mi mechero entre mis bolsillos pero sin éxito.

Suspiré frustrado.

- ¿Tienes un mechero?- la pregunté.

Tardó unos segundos en darse la vuelta y mirarme. De hecho creo que no se acordaba de mí cuando yo la tenía todo el día en mi cabeza. Desgraciada.

- ¿Para qué quieres un mechero?- me preguntó con una ceja alzada.

Alcé la mano derecha con el cigarrillo entre mis dedos. Me miró con un gesto desaprobatorio.

- Ni hablar, Billy- dijo viniendo hasta mí- eso es nocivo y no dejaré que lo hagas en mi casa.

No pude evitar echar a reír y soltar por mi boca lo que había pensado.

- Que más te da a ti lo que yo haga.

Abrió sus ojos en sorpresa. Esta chica era tan transparente como el cristal, su nombre la hacía justicia, pero aún así era imposible comprenderla.

- ¡Morirás antes!

- ¿Qué tiene de malo?

Parecía realmente dolida por aquello. Y por primera vez desde que llegamos me miró a los ojos. Tenía unos ojos ámbar realmente preciosos.

- La gente que te quiere, te echaría de menos y tienes muchas cosas por hacer- explicó.

Puaj.

Eso fue demasiado dulce.

- Tienes razón, me quedan muchas drogas por probar. Quizás probarte a ti esté en la lista- añadí mirándola de arriba a abajo.

Bajó la mirada rápidamente, pero levantaba las cejas sin saber. No había entendido el doble sentido.

A veces no sabía si eso me molestaba o me parecía lo más tierno que he visto en mi vida.

Me recosté mejor en el sofá sin apartar la vista de ella, que se mantenía rígida a unos pasos de mí. Supongo que no sabría que hacer, pero desde luego que traerme un mechero no.

Realmente, ¿qué coño hago aquí? Debería estar con la rubia de pechos grandes y facilona.
Debería sí.

Debería hacer muchas cosas que no hago.

No sé cómo había acabado allí la verdad. Discutí con mi padre, me tomé dos o tres botellas y mis pasos me trajeron aquí.

¿Acaso no hay otro sitio?

La verdad es que la chica de la nota, pese a todo, era la última con la que me apetecía estar ahora mismo.

Si solo fuese por una noche quizás podría permitirme...

Stranger girl {Billy Hargrove}Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt