Caramelo

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Hawkings a las seis de la tarde no era un lugar en el que me gustara pasear. Más bien era realmente incómodo.

La gente a esa hora se encontraba en la calle, disfrutando de las últimas horas de sol por lo que me encontraría con la mitad del pueblo.
Y más cuando la ruta más rápida y segura a mi casa pasaba por el centro.

Pero no pasa nada, todo tiene un lado positivo.

Después de estar rebuscando en los bolsillos del chubasquero y en la mochila había encontrado 7 dólares, dinero más que suficiente para darme un capricho.

Iría al bar de Granny's. Conocía a la dueña, una anciana adorable a la que había ayudado con su gato.

El pobre animal tuvo una temporada en la que se debía tomar unos medicamentos y ella no sabía cómo hacerlo. Así que con muchísimo gusto iba una vez cada día a dárselo yo, porque necesitaba una inyección.

Desde entonces cada vez que iba a merendar tortitas me las ponía con doble de caramelo y nata y si no había mucha gente me regalaba un batido. Definitivamente me encantaba Granny's.

Caminé un poco más contenta y con más velocidad para llegar al restaurante.

Incluso dejó de importarme la gente ruidosa que me rodeaba y sonreía.

La vida podía ser maravillosa si le aplicas el enfoque adecuado.

Una luz neón indicaba el nombre del local y que se encontraba abierto. Entré con una gran sonrisa.

La señora May estaba en la barra, secando la vajilla pero levantó la cabeza cuando la puerta sonó y me dio una gran sonrisa.

- Me tenías preocupada- me dijo secándose las manos y viniendo hacia mí- hace unas semanas que no venías.

- Tenía que ayudar en casa- respondí amable.

Ella asintió y me llevó a mi mesa de siempre, estaba un tanto apartada de los demás, escondida detrás de una columna y con sillones en vez de sillas.

El restaurante era un sitio rectangular: el lado de las cristaleras estaba ocupado por mesas y en frente de la entrada se encontraba la barra, flaqueada por dos puertas que llevaban a la cocina. Todo de estilo años 50.

Me resultaba un sitio acogedor.

- Tortitas con sirope de caramelo y ¿de qué quieres el batido, preciosa? Invita la casa.

Una sensación de felicidad recorrió todo mi cuerpo.

- Vainilla por favor.

La señora May asintió.

- Ahora te lo traigo todo- dijo antes de marcharse.

Asentí aunque ella ya se haya ido y observé todo el lugar. Solo había dos mesas ocupadas en el otro pasillo por parejas de ancianos.

Normalmente solía estar más lleno porque mucha gente de mi edad se reunía aquí por las tardes.

Seguramente que hoy habría cine y por eso no estaban aquí.

Me sentía un poco mal por estar yo aquí y Steve comprobando lo del demogorgon.

Debería pensar en que decirles a mis padres para que me lleven al médico o comenzar a mirar libros que me puedan ayudar con mi hombro.

Debería hacer muchas cosas.

Y lo que estaba primero en mi lista era comer las deliciosa merienda que la señora May estaba trayendo en una bandeja.

Dos tortitas recubiertas de caramelo y rodeadas de nata aparecieron ante mis ojos, acompañado por un batido de vainilla coronado con nata y trocitos de chocolate.

Stranger girl {Billy Hargrove}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora