Capítulo Uno.

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''Algo me mantiene aferrada a la nada'' - Taylor S.

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Alicia.

Veo los pájaros volar por mi ventana, son libres de hacer lo que quieran, nadie decide por sus vidas, nadie podría odiarlos. Tengo la manía de observarlos casi a diario, mi padre siempre me compraba jaulas con hermosos pájaros de distintos colores y tamaños, yo los dejaba en libertad cuando él se iba a trabajar ¿quién había creado esas jaulas con la principal idea de privar a un animal de su naturaleza? ¿Qué tanta maldad tendría en su corazón?

Al principio me regañaba, decía que le costaban mucho dinero como para perderlos así, que si no me gustan entonces porqué me quedaba horas viéndolos por la ventana, no le daba ninguna razón. Pero después de un tiempo creo que entendió lo que pasaba y dejó de hacerlo, lo agradecí enormemente.

Él siempre me ha consentido en todas las cosas que quiero y las que no, todo lo que saliera de mi boca estaba frente a mis pies en un día o dos. Yo podría ser una niña caprichosa, manipuladora pero no sentía la necesidad de eso, no me llama lo material en lo absoluto.

Todo lo contrario, moría por vivir un gran sentimiento más allá de los que me hacen sentir las historias de amor en los libros, soñaba con poder salir de esta gran mansión y mirar a las personas a la cara sin odio alguno ni deseos de asesinarme.

Quería un amor de novelas pero sin los obstáculos imposibles de superar, esa gente sufre demasiado en toda la trama por cualquier cosa para terminar dejándolos juntos, es maldad pura la de esos autores.

— Mi bella Ali, saldré unas horas al banco para reunirme con socios extranjeros — Nicolas me había enseñado todo lo que él sabía de negocios, innecesario para una chica que morirá sin ponerlos a prueba.

— ¿Los coreanos que me habías comentado? — Me acerco a él para ayudarlo con su corbata — recuerda mirar las letras pequeñas, esa gente es muy audaz, aunque nadie como tú.

Mi padre es un hombre hermoso aunque la vejez sea notoria, tenía arrugas y algunas canas en su cabello rubio pero no dejaba de ser guapo a la vista de cualquiera. Yo saqué sus ojos y labios, como el carácter de no dejarse pisotear. Siempre teníamos la razón aunque no la tuviéramos realmente y las peleas de algún asunto eran infinitas hasta que él, por amarme, me daba la razón. Dicen que la alumna supera al maestro, en nuestro caso fue así.

Besé su mejilla y él me miró con sus ojos atormentados, odiaba esa mirada y siempre la tenía cuando recordaba a mi difunta madre, yo era el vivo retrato de ella, su rostro, su figura y su personalidad bondadosa, su humildad. No llegué a conocerla porque murió el día de mi nacimiento pero mi padre siempre me habla de ella y de lo mucho que me amó hasta el último momento.

A veces voy a su habitación a escondidas para probarme su ropa, ya casi me queda y esperaba que mi padre nunca se deshiciera de ella, algunas las robé para guardarlas en mi armario y un hermoso collar de oro puro con un pájaro tallado en oro blanco con un pequeño diamante incrustado en el ojo del mismo. No podía ser más perfecto ese collar y desde ese día no he dejado de usarlo.

Su ausencia me afectaba en algunos aspectos, soy insegura y le tengo un poco de miedo a lo nuevo que puede brindarme el exterior, además de por mi maldición, sentía que me abrumaba la idea de conocer el mundo y sus distintas culturas, religiones y políticas, pero eso no me quitaba las ganas de visitar cada uno de esos lugares.

La Maldición de Alicia ©Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum