Capítulo Ocho

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"No voy a perder ni un minuto en volver a pensarte" - Rosalía

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05 de Febrero 2010

Prueba Dos. Contacto físico (Abrazarla, tomar su mano)

Me encontraba sentada en el patio cerca de la piscina leyendo el libro de la Bella y la Bestia, me recuerda mucho a lo que estamos viviendo Alex y yo. La única diferencia es que no se sabe quién es el monstruo en realidad. Quizás somos los dos, quizás terminaríamos destruidos, hecho pedazos pero no lo queríamos aceptar, no ahora.

Él estaba nadando en la piscina y de vez en cuando mi mirada iba a su cuerpo moverse con cada vuelta, la perfección en mi piscina. El sol nos mantenía calientes pero era soportable, me gustaba leer al aire libre y hemos intentado sobrevivir estando cerca uno del otro. No hacíamos cosas juntas ni nada pero podía estar a su alrededor sin entrar en pánico.

Bueno desde aquel día ha sido así, no sé qué pueda ocurrir después. No sé cuál sea la próxima prueba, no quiero ni imaginarlo y ya estamos en febrero. Tenía miedo de romper esta tranquilidad momentánea, de que mi corazón siga sintiendo cosas por Alex. Él simplemente me ignoraba o se limitaba a decirme lo necesario y estaba tranquila con eso.

Me quedé lela mirando como el agua se resbalaba por su espalda y chocaba con su cabello cuando entraba y salía del agua al nadar. Me encantaba ese cabello ondulado y rebelde, tanto como sus ojos verdes. Pasaron los segundos hasta que escuché la puerta, salí de mi ensimismamiento y me levanté para ir a esa dirección.

— ¿A dónde vas? — me detuve a centímetros de la puerta para entrar a la casa. Volteé en su dirección y eleve una ceja desconcertada. Empezó a nadar a la orilla para luego salir de la piscina, intenté ignorar los nervios que se estaban creando en mi interior.

Las gotas caían de su cabello hasta la punta del short negro. Su abdomen bien marcado podía dejar sin aliento a cualquier ser. Venía a mi dirección y tenía que responder.

— Abrir la puerta, lo obvio — dije con sarcasmo para que no notara toda la revolución que estaba experimentando en mi interior. Sentía como mis mejillas empezaban a encenderse y mis manos a sudar. Esto debería ser un maldito pecado.

Se detuvo frente a mí mientras una sonrisa se formaba en su rostro. Cuando hablo de sonrisa y Alex, nunca serán las típicas e inocentes sino las diabólicas y oscuras. No sé dónde había quedado el chico soñador que siempre veía de mi ventana, lo tenía muy escondido en su interior y me hería un poco no poder disfrutar de las cosas buenas en su personalidad.

— Y que te maten, lo obvio — me encogí de hombros — sigue leyendo la Bella y la Bestia y yo abriré — chocó su hombro con el mío para seguir hasta entrar a la casa. No le había dicho qué libro estaba leyendo pero, al parecer, no soy la única observadora.

Respiré profundo para regresar a la silla y seguir la lectura. No es fácil volver a concentrarse después de eso, no podía y además deseaba saber quién había venido. Por un momento pensé que podría ser mi padre. Así que me levanté de nuevo para entrar rápido a la casa y encontrarme con un guardia y Alex conversando, tenía un sobre amarillo en su mano.

Empecé a retroceder pero sin querer tropecé con algo que se cayó y el guardia volvió su mirada hacia mí. En segundos su mirada pasó de alerta a odio puro como si yo fuese una amenaza, el monstruo. Me quedé paralizada y empecé a temblar, rápidamente el guardia sacó su arma para apuntarme. Todo pasó en cámara lenta y realmente creí que ese sería mi final, vi como Alex empujó al tipo para luego tomar el arma y apuntarle, estaba tan asustado como yo.

La Maldición de Alicia ©Where stories live. Discover now