Capítulo Cinco.

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No me di cuenta porque mi amor era ciego - Halsey
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Alicia.

Veía por la ventana a mis amados pajaritos mientras mi mente intentaba calmar la tormenta que Alex había producido con su cambio de humor, estoy empezando a creer que sufre de doble personalidad o es un psicópata que te matará luego de jugar a la felicidad como un ratón de laboratorio.

Me inclinaba a la segunda opción, lo más probable es que el odio lo haya hecho pensar en esas cosas tan enfermas y retorcidas, me asustaba, no sólo eso, me aterraba caer en sus juegos y morir. Pero a la vez sentía la gran curiosidad de seguirlo y probar un poco de lo que tiene para darme antes de su estocada final.

Moría por nadar en esos labios, probar el sabor de ellos y degustar si son tan deliciosos como se ven, apetecibles y peligrosos.

Intentó matarte y quiere hacerlo ¿puedes ser menos masoquista?

Mi corazón se acelera de solo pensarlo y es que para mí, no ha existido nadie más que él. Alex es el único que he visto a lo largo de los años como el chico perfecto, mi amor platónico como dicen. No lo amo pero descontrola mi universo y es complicado ignorar todo eso que me hace sentir aunque me mire a matar.

Caminé a mi cama para mirar un capítulo de Riverside, no me gusta tanto como la anterior pero es una manera de distraerme antes que me vuelva loca. Vale, no podía dejar de pensar en su reacción con la muerte de mi madre, me afecto demasiado que la haya conocido y que la consideraba como alguien muy importante en su infancia.

Si no fuera por esta maldición estuviese aquí con nosotros.

La ausencia de ella en mi vida es tan dolorosa como la primera vez que entendí lo que era la muerte y que mi madre no volvería nunca más. Terminé soltando lágrimas en medio de la serie y no estaba para nada concentrada con lo que ocurría en ella, cerré el portátil. Necesitaba otra forma de distracción, nadar.

Fui al baño para cambiarme por un traje de baño color negro con blanco bastante bonito, no lo había usado desde que lo compré pero hoy me provocó estrenarlo, nada en especial. Me miré en el espejo mientras sujetaba mi cabello en un moño para cubrirlo con una malla. El traje me resaltaba las pocas curvas que había heredado, no me veía mal en lo absoluto, me gustaba.

Me dirigí a la piscina con mi paño y un pequeño reproductor para colocar música, lo coloqué en una mesa cerca del lugar y lo prendí para luego seleccionar algo relajante, un poco de Coldplay. No había rastros de Alex en ninguna parte y eso me daba paz.

Entré a la piscina acostumbrándome al frío, empiezo a nadar de un lado a otro concentrándome en contar cada vuelta. Después de lo que para mí fue una hora, me senté en los escalones bajos para descansar un poco, cerré mis ojos y me dejé llevar por el agua hasta que terminé flotando en medio de ella.

Intenté no pensar, solo escuchaba a lo lejos una melodía de Adele que me gusta mucho, empecé a cantarla mientras seguía flotando, me sentí en las nubes sin problemas, sin conflictos y sin peligros. Pero eso no podía durar mucho y sentí como unas grandes manos empujaron mi estómago hacia abajo.

Trague agua en cantidad y nade para escapar del causante, al salir al aire libre y calmar mi ahogo lo diviso a un metro de distancia observándome con una sonrisa diabólica, no lo esperaba, no lo sentí en mi ensimismamiento y bajé la guardia.

Él podía haber aprovechado para matarme y no lo hizo, sospechoso.

— Me estabas aturdiendo con tu voz — no borraba esa maldita sonrisa y yo solo deseaba golpearlo, ahogarlo. Es un arrogante e insoportable ser que no puede dejarme en paz.

La Maldición de Alicia ©Where stories live. Discover now