Capítulo Cuarenta y Ocho.

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INEVITABLE

''La duración del momento no equivale a su valor. Existen los que son fugaces, segundos que quedan en la memoria grabados como tesoros, y están los que tardan horas pero se olvidan en un parpadeo'' - MH.

Alex.

Algunas veces tratamos de evitar a toda costa un suceso, una noticia, un recuerdo. Lo que hace que cada segundo se vuelva más difícil, más desesperante y pesado, pero aguantamos, seguimos evitándolo hasta que ya no es posible, hasta que se estrella de golpe contra uno y no puedes hacer nada más, hasta que es inevitable.

Después que acepté ser el líder de esta banda de narcos, en lo único que pensaba constantemente era en este momento, lo único que me atormentaba por las noches era saber su reacción al enterarse, y aquí estábamos, era un suceso inevitable y yo no estaba preparado.

No podía respirar, sentía una presión en el pecho, me encontraba entre el alivio y el desespero, no era un sentimiento sano, sabía que ella no se lo tomaría bien cuando soltó mi mano y se dedicó a escuchar a su tío. Ese acto fue mi detonante, no tenía donde apoyarme para no perder la cordura, para no caer a sus pies y suplicar su cariño.

Le había pedido tiempo al Dragón porque me creí capaz de decirle lo que ocurría a su alrededor, en lo que me había convertido para protegerla pero ¿Cómo le dices a alguien que amas que te has convertido en su peor pesadilla para protegerla? Ella no lo vería como algo bueno aunque viniera su padre de la muerte a explicárselo.

Me confié del tiempo y no pensé que su querido tío no era conocido por ser paciente, esto era una total locura y tenía miedo de perderla, si es que realmente alguna vez fue mía.

— No sé por dónde empezar — empezó a explicar — esta batalla entre bandas existe de antes de que tu padre y yo naciéramos, es algo más como parte del pueblo, que siempre hayan dos bandas dispuestas a matarse por el poder y dominio de todos en Villacoral — Botó el humo y golpeó el tabaco con un dedo para deshacerse de los residuos quemados, junte mis manos y las entrelace preparándome para el enfrentamiento.

— ¿A qué quiere llegar con eso? — mencionó ella, su voz se escuchaba dura. Últimamente Alicia se mostraba distinta, su esencia estaba resguardada por una sólida capa de rencor y odio. No la juzgaba, todo lo contrario, me sentía en la necesidad de curarla, de traer de vuelta esa esencia.

— Bueno preciosa, que dejar desaparecer las bandas del narcotráfico no es tan fácil como parece. Cuando Nicolas murió, no iba a desaparecer su legado, alguien debía suplir ese espacio de líder — En ese instante ella volteó a mirarme y no me había percatado que estaba atento a ella, a sus reacciones y movimientos, no podía dejar de verla, quizás por el miedo, quizás por lo hermosa que se veía en ese vestido.

Tal pensamiento murió justo ahí donde nació, cuando vi en sus ojos azul cielo tanta decepción, ella sabía en lo que me había convertido, lo había descubierto hoy antes de que él llegara, y estaba decepcionada de mí.

Es la misma mirada de hace un rato cuando me encontró sermoneando a los empleados, yo era un monstruo a sus ojos, como su padre o peor.

— Pudo haberlo suplido cualquier otro, su mano derecha, por ejemplo — El Dragón sonrió mirándome algo agotado, estaba perdiendo la paciencia.

En el poco tiempo trabajando en equipo, me había adaptado a sus gestos significativos, él había cometido muchos errores en su vida, pero sus intenciones actuales no eran malas y yo lo apoyaba.

— Muerto — Ella cerró los ojos, sabía que esas palabras le afectaban, la hacían recordar cosas que estaban crudas en su mente, quise consolarla pero no me lo iba a permitir, no ahora — Igualmente, la única persona que tenía el derecho de heredar ese puesto eras tú, pero estabas inconsciente, casi... muerta, los miles de hombres a merced de tu padre no iban a aceptarlo y tomarían el liderazgo a la fuerza.

La Maldición de Alicia ©Where stories live. Discover now