Capítulo Nueve.

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"Esperando que el tiempo te alcance, que los vientos cambien tu mente" - Alessia

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08 de Febrero 2010

Me encontraba caminando de un lado a otro, muy nerviosa porque hoy empezamos la lectura de Orgullo y Prejuicio, ya lo había leído antes pero como él siempre ha querido leerlo tocará releerlo, así puede que consiga cosas nuevas que no me haya percatado en la primera vez.

Nunca me ha gustado releer libros o repetir series pero esta vez haré una excepción. Había que ingeniarse con algo para poder hacer la prueba del contacto sin que mi padre lo viese falso. Estoy consciente de lo loco del asunto pero como dicen; momentos desesperados, decisiones desesperadas. Y no, no es el libro de mi desesperada decisión, esa gana mi vida con creces pero me encanta la historia.

Habíamos quedado en vernos a las cinco de la tarde en la biblioteca, todavía lo pienso y duele tener que sacrificar mi lugar favorito, mi espacio personal. A penas eran las tres y yo no podía decidir que ponerme ni qué hacer con mi existencia.

Le había pedido los libros a Nicolás hace dos días y a las horas ya lo había enviado con un guardia, incluía una nota de amor de su parte pero lo ignoré. No sé si podré algún día verlo y no recordar todo esto que me está haciendo pasar, si salgo viva claro. Compró los libros originales para enamorarme y me resultó bastante absurdo e innecesario, pero en fin, así es él.

Me pare frente al espejo unas cantas veces con cantidad de vestidos florales y casuales. Esto de ser mujer es bastante complicado y decidir la vestimenta adecuada que me vea linda, pero sin dar un mal mensaje a quien me observe, es difícil. No quiero que él crea que me vestí para llamar su atención, para intentarlo aunque sea.

Y es lo triste del caso, yo nunca he tenido estos pensamientos de querer agradar porque, al final, nunca le he agradado a nadie y siempre he vivido para mí, eso me gustaba, quiero volver a eso.

Después de pensarlo tanto, me coloqué lo primero que conseguí y que me hiciera sentir cómoda, que me gustara a mí, eso era lo importante. Me quedé unos minutos observándome en el espejo con un vestido blanco lleno de flores azules, unas zapatillas azules y el cabello en una coleta, cero maquillaje. Así me sentí muy bien conmigo, me gustaba lo que veían mis ojos y no me importaría nada de lo que dijera Alex al respecto.

Cuando vi la hora ya eran las cinco y quince, me había retrasado y no lo había notado. Baje las escaleras sin apuro y me dirigí a la biblioteca para encontrarme con el dueño de mis pesadillas, literalmente hablando.

Lo primero que vi fue su espalda bien definida, Alex se encontraba nuevamente inmerso en la cantidad de libros de la repisa. Tardé unos minutos en cerrar la puerta y él, al escuchar el sonido de la misma, se dio la vuelta y me enfrentó. Estaba molesto.

— ¿No puedes, al menos, ser responsable? ¿Puntual? ¿No te lo enseñó tu madre? — sus palabras eran cuchillos afilados con intención de hacerme sangrar y eso último me destrozó, me rompió. Luego que lo dijo se quedó en completo silencio como si se hubiese dado cuenta del error.

— No me lo enseñó — mi voz salió en susurro. Me decidí a volver y hacer algo que no tenga nada que ver con este insecto. Es lo primero que pasó por mi mente, lamento sonar como Vegeta.

El silencio se hizo espacio entre los dos y sentía que ya no cabía en estas cuatro paredes o a su alrededor. Era una pérdida de tiempo y yo simplemente no tenía que aguantar su mal carácter, que vaya a pasear a su perro.

La Maldición de Alicia ©Where stories live. Discover now