30. Despedida

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NATALIA POV

No quería irme, pero necesitaba estar sola, estar con mi familia pero estar sola, quiero mucho a Alba me hace feliz y sé que yo la hago feliz a ella, pero necesito espacio y sé que es contradictorio y de gilipollas hacerlo, pero todo va demasiado rápido para mí y no me da tiempo a reflexionar sobre ello, definitivamente me iría a Pamplona no a Madrid.

Me desperté antes de lo habitual, era mi último día aquí, sentía tristeza pero por una vez en mucho tiempo estaba cómoda en una cama que no era la mía, salí de la cama, no me apetecía estar más ahí, intenté no hace mucho ruido, Alba seguía durmiendo abrazada a la almohada, es un ángel.

Bajé escaleras como pude y fui a la cocina, allí estaba Rafi, me senté en delante de ella.
-buenos días Natalia- dijo sonriente mientras volvía la mirada a su móvil.
-buenos días- sonreí y me quedé pensativa hasta que cogí un par de frutas para desayunar.
-¿Dormiste bien?- preguntó empezando a sacar cosas de una bolsa para meterlas en el frigorífico.
-si- dije algo seca- estos días han sido increíbles, muchas gracias-
- vosotras lo hacéis increible- giró para sonreírme y volvió a sus cosas.
-¿nosotras?- no entendía la referencia.
-Marina y yo siempre andamos solas por aquí y tener nueva compañía siempre es bien recibida-
-¿muchas gracias?..-dije dudosa.
-ojalá que muchas veces Natalia- dijo apoyándose en la encimera- sé que te vas hoy, me lo dijo Alba anoche.
-ya.. se acabó mi tiempo aquí- suspiré.
- no te pongas triste, ya nos veremos más veces- dijo sonriendo.

Me gustaría que así fuera, pero me surgían tantas dudas en mi cabeza, se acercaba mi cumpleaños y lo que menos quería era estar con gente, a veces soy así de rara y de borde, pero ir a un sitio solitario y tocar la guitarra era lo que me había llenado durante tanto tiempo, que lo añoraba.
Estuve un rato más hasta que fui al sofá y me tumbé, empecé a ver una clase de película antigua que me daba sueño.

ALBA POV

Me desperté, los rayos de luz atravesaban el ventanal y me daban en la cara, abrí los ojos y allí no había nadie, pasé mi mano por el lado donde se supone que durmió Natalia pero estaba frío, igual era muy tarde.
Salí de la habitación y tampoco había nadie en el resto de cuartos, asi que bajé y fui al salón, no me apetecía desayunar pero fui a la cocina ya que escuchaba voces.

Mi hermana y mi madre hablaban de algo hasta que entré en la cocina, las saludé con un abrazo.
-¿Y Natalia?- pregunté al no verla con ellas-.
-en el salón- respondió mi hermana- ¿ha pasado algo?
-¿no...?- no entendía porque decían eso.

Fui al salón y ahí estaba, tumbada y dormida, cogí una manta y la tapé despacio para no despertarla, me senté en el otro sillón viendo la tele un rato hasta la hora de comer.
Observaba a Natalia dormir, era como un bebé, se le marcaban los pómulos, empecé a notar como se le aceleraba la respiración y empezó a sollozar, no entiendo porque, ¿Una pesadilla?
-Nat...-dije susurrando al principio, ella no paraba de hacer pequeños gruñidos- ¡Natalia!- me puse nerviosa y empecé a agitarla para despertarla, mi madre y hermana aparecieron por el salón preocupadas por los gritos.

Natalia abrió los ojos con la respiración acelerada y mirando a todos lados, se sentó en el sofá y al verme me abrazó, no me lo esperaba.
-ya está...estoy aquí- le acariciaba la cabeza para tratar de que se tranquilizase.
-¿Qué pasa aquí?- soltó mi madre finalmente, hice un gesto para que no se metieran, que no era necesario, me hicieron caso y empezaron a poner la mesa con caras de preocupación.
-lo-lo siento- titubeaba Natalia bajo mi cuello- yo no quiero de verdad.
-¿De qué hablas?- pregunté suavemente mientras pasaba mis manos por su espalda de arriba a abajo.
-perdóname, de verdad...-susurraba más tranquila.
-vale...vas a ir al baño, te vas a echar agua fría y vamos a comer ¿vale?- le di un beso en la frente- luego hablamos.

Natalia se secó las lágrimas con la camiseta y se fue despacio cabizbaja con una muleta al piso superior.
Mi hermana se sentó al lado de mí.
-¿Qué le pasa?- preguntó acariciando mi hombro.
-no lo sé Marina, no lo sé...
Comimos tranquilamente y subí con Natalia a mi habitación a hacer la maleta, estaba normal, estaba sonriente y me lo pasé muy bien mientras recogíamos, ya era la hora y Marina nos acompañaba a la estación de trenes, yo sabía que se iba a Pamplona, pero no les había comentado nada ni a Marina ni a Rafi.

NATALIA POV

Llegamos a la estación donde ponía Pamplona en grande, solo lo sabía Alba y aunque estuviese Marina allí sabía que no iba a preguntar, me acerqué para despedirme, no sabía si iba a volver pronto o no, iba a desconectar, pero eso no lo sabía nadie y me daba miedo que se enfadasen conmigo, pero ya me agobié está mañana así que me voy a despedir normal.

Cuando me giré estaban Marina y Alba llorando ante los trenes y sujetando mis maletas.
-¡Marina!- me acerqué a abrazarla- os voy a echar mucho de menos.
-que sepas que yo no suelo llorar, pero las despedidas me matan- dijo mientras me abrazaba fuerte, me separé del abrazo.
-Gracias por tratarme tan bien, a pesar de haberla cagado los primeros días- dije señalando la escayola de mi pie- pronto me la quitarán no sufráis- empezaron a reír.

Me dirigí a Alba que torcía su cabeza con una sonrisa triste.
-¡Albi...!- me acerqué y la abracé muy fuerte, parecía que nos íbamos a fundir, como diría su madre en estos momentos "esto es una demostración clara de la expresión fundirse en un abrazo"- no pasa nada, no llores.
-te quiero tanto, y sé que nos vamos a ver en nada pero te voy a echar de menos- no sabía cómo responder a sus palabras, sé que necesitaba espacio y eso significaba que no la iba a ver por un tiempo y me rompía el alma no decírselo, mis lágrimas se escapaban de impotencia- no llores bebé...
-yo también te quiero mucho Alba, que no se te olvide ¿vale?- me acerqué hasta acortar las distancias entre nuestras bocas, era un beso salado por las lágrimas, lento y gritaba tristeza entre otras cosas.
-no se me va a olvidar quererte Natalia, eso es imposible...- me miraba tan tierna mientras acunaba mis mejillas.
-¡Señoras y señores quedan 3 min para el tren con destino a Pamplona!- dijo una voz por los megáfonos de la estación.

Fuimos hasta el tren, me daba rabia no poder ir normal y más cómoda, las muletas del demonio, desearía no tenerlas solo por el hecho de no despedirme a las puertas del tren.
Un señor bastante agradable me acompañó hasta mi asiento dejando mis maletas al lado y miré por la ventana como se abrazaban tristes Marina y Alba, me dolía en el alma.

El tren empezó a moverse y vi como Alba metía su cabeza en el cuello de su hermana a llorar, me destrozaba, me destrozaba ser tan cobarde como para decirle que la quiero pero que necesito tiempo, la excusa perfecta es mi familia, pero mi familia no era mi prioridad, en cuanto llegase a Pamplona y llegase a mi casa apagaría el móvil para desconectar hasta pasados muchos días, me dolía pero necesitaba hacerlo... .

Despacio // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora