Capítulo 22

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Si no Vuelves 

Gente de Zona


Sebastián  

Me despierto en la mañana con un dolor de cabeza infernal por primera vez en mucho tiempo me alegro de que es domingo y no hay que trabajar, trato de levantarme de la cama, pero es inútil, me siento horrible ni me acuerdo a qué hora llegué a mi departamento. Hago todo el esfuerzo que mi cuerpo me permite y logro levantarme para ir al baño a ducharme a ver si se me pasa la resaca, al levantarme veo el reguero que tengo en mi cama, todos los regalos que les hice a Valentina estaban esparcidos por toda la cama, la verdad es que no debí de emborracharme, ni siquiera debí de beber pero la presencia de Valentina y el tal Aiden me sacaron de mis casillas y sólo pude ocultar mi rabia con alcohol como en los viejos tiempos.

Tenía cinco años sin emborracharme, me prometí a mí mismo que nunca volvería a ese mundo del alcohol porque una vez perdí a Vale para siempre sólo me dispuse a estudiar y a beber sin importarme lo que los demás dijeran, ni siquiera me importaba mi matrimonio si es que a eso se le podía llamar matrimonio, era más lo que discutíamos y fingíamos estar felices que las veces que estábamos bien, incluso en siete años fueron pocas las veces que compartíamos intimidad, de mi parte solo iniciaba cuando llegaba ebrio de lo contrario eran peleas y más peleas.

Mientras el agua de la ducha cae por mi cuerpo mi mente viaja a la cena de anoche, mis puños están tan apretados que los nudillos se tornan blancos, no puedo sacar de mi cabeza la imagen de ella siendo abrazada por ese idiota, cada vez que le susurraba en el oído y ella reía me daban ganas de apartarlo a golpes, no aguanté los celos y me dispuse a beber sin poder quitarle la mirada de encima porque ella se ve tan feliz a su lado, la rabia me consume y golpeo la pared tratando de remplazar el dolor que siento en mi pecho, verla con otro me duele, pero ¿qué esperaba yo si la abandoné por miedo a lo que mi padre podría hacerle?

La primera vez que la vi en la oficina pensé que era obra de mi imaginación pero no ella era real y estaba tan hermosa que se me hizo imposible quitarle la mirada de encima, cuando dijeron que tenía un hijo sentí como lo que quedaba de mi corazón empezó a partirse, ella había seguido adelante y yo seguía estancado sin poder dejar de pensar en ella, como hubiera deseado tener una familia con ella y ya es tarde ella siguió sin mí.

Trato de calmarme al salir de la bañera, pero la rabia es más fuerte que yo porque en este momento me siento un asco, me siento en la cama agarrando una almohada para poder gritar y soltar algo de lo que llevo dentro pero no funciona, el dolor sigue ahí. Durante estos ocho años mi vida ha sido un total disparate, después de que ella se fue me encerré en mí mismo, no me importaba nada ni nadie ni siquiera yo mismo, me volví frio, dejé de sonreír, hasta dejé de hablarle a mis padres, aunque ellos vivían pendientes de mi yo los rechazaba y ni siquiera les he vuelto a llamar papá o mamá. Hace seis meses me divorcie de Ashly terminando en un convenio que no perjudicaba a ninguna de las dos familias, al final entendieron que no íbamos a ser felices, en el momento en que nuestros padres se dieron cuenta de que ella no podía tener hijos hace un año las cosas entre ambas familias empezaron a cambiar, ella por su parte tenía varios amantes y yo de vez en cuando terminaba con cualquier mujer hermosa en mi cama del cual no me acuerdo del nombre de ninguna, por lo tanto seguir juntos era seguir destruyendo nuestras vidas.

El timbre de mi apartamento me saca de mis pensamientos, sin gana alguna de ver ni hablar con nadie me coloco algo de ropa y voy a abrir la puerta encontrándome con mis padres y con Alex.

-Hola hijo, no te vez nada bien ¿qué pasa? - pregunta mi madre preocupada entrando sin que le diera permiso de entrar.

-No tengo nada Isabella, no entiendo que hacen ustedes dos aquí ya les he dicho que no me agradan sus visitas. - digo sin mirarlo a ninguno.

No Cambiaría Nada...Where stories live. Discover now