Capítulo 24

23 2 0
                                    

Me duele amarte

Reik

Sebastián

A veces me pregunto por qué todo debe de ser tan difícil, después de mi encuentro con Valentina el martes no he podido hablar con ella, sé que me está evitando y no me importa tengo que hablar con ella, ya hoy es sábado y no siento que pueda aguantar un día más sin decirle lo de él imbécil de Aiden, él engañándola y yo loco por cuidar de ella, amarla, consentirla, ese hombre no la merece sé que yo no soy el más indicado para hablar de merecer a Valentina pero yo soy quien ha estado enamorado de ella desde que éramos adolescentes y a éstas alturas sé que la amaré hasta la muerte.

Sin pensarlo una vez más decido ir a su casa, no me importa que el idiota de Aiden esté ahí, yo hablo con ella como que me llamo Sebastián, agarro mis llaves y me dirijo a su casa, no me tomó más de veinte minutos llegar, miro mi reloj que dan las tres de la tarde sólo espero que esté en casa y que no sea Aiden quien habla la puerta. subo el ascensor y antes de tocar el timbre respiro profundamente, Llamo a la puerta y de inmediato una señora vestida de servicio me abre la puerta.

-Buenas tardes, en que le puedo ayudar. - pregunta la señora.

-Buenas tardes, soy Sebastián Pereyra jefe de la señora Valentina Fave, necesito hablar con ella. - digo lo más profesional que puedo.

-Disculpe señor Pereyra, pero la señorita está en el Gimnasio, ¿quiere dejarle algún recado?

-No, es algo urgente, prefiero esperarla. - ya estoy qui, y no pienso volver atrás, entro al departamento sin importarme lo que la señora pensara.

-Señor no tengo autorizado dejar pasar a nadie, puedo tener problemas con la señorita Valentina. - dice ésta algo nerviosa.

-No se preocupe, no tendrá problemas yo me encargo de eso. - la señora asiente y cierra la puerta de entrada para luego desaparecer por un pasillo, me quedo mirando el departamento, cada detalle me recuerda a ella, me quedo observando unas fotos que están en una repisa cerca de la puerta de entrada en donde está ella, hay otra con sus tíos, hay una de un niño pequeño y otra en la que están ella, Aiden y el niño, mi cuerpo se tensa al ver la foto, yo debería de estar en su lugar.

-Entonces eres el jefe de mi mamá. - escucho una vocecita que habla a mi espalda, me giro para encontrarme con un niño rubio con ojos azules idénticos a los de ella los cuales me miran profundamente, sin saber por qué siento que mi piel se me eriza.

-Haa si, si soy como su jefe. - digo mirándolo, como no me había percatado de su presencia, el niño estaba sentado en el piso cerca de una mesa de sala en la cual tenía unas mascotas y libros.

-Mucho gusto soy Max Emiliano. - el niño me extiende su mano saludándome y yo hago lo mismo. - Puedes tomar asiento tal vez dure un poco para venir. - vuelve a hablar mirándome.

-Gracias, eres muy amable para ser tan pequeño. - digo sentándome en el sofá frente a él.

-Si trabajas lo mismo que mi mamá tienes que ser tan inteligente como ella, ¿verdad?

-Pues la verdad es que tu mamá me lleva ventaja. - sonrió ante los recuerdos de ella estudiando.

-Eso es suficiente, Pues ya que estás aquí me gustaría que me ayudes con estos problemas de matemática, - el niño me hace seña para que me acerque un poco poniendo su mano como si fuera a decir un secreto. - mi niñera no me puede ayudar porque al parecer no sabe nada de números. - dijo en un susurro haciéndome estallar a carcajadas.

-De acuerdo. - digo en medio de la risa, me siento junto a él en el piso para ayudarlo con esos problemas que resultaron super fácil, fue tierno ver lo feliz que se puso cuando entendió por completo esos ejercicios, Max hizo que se me encogiera el corazón, no sacaba el tema, pero muero por tener hijos cosa que veo muy difícil.

No Cambiaría Nada...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora