3. Expectativas altas.

6.3K 508 194
                                    

El equipo entero está ahí. Trato de recordar como es que terminé estando aquí, pero ninguna respuesta clara aparece en mi mente. Había muchos chicos también, quienes esperaban ser elegidos para formar parte la siguiente temporada. Y aunque me gusta un montón, no me siento del todo cómodo. No es mi lugar.

Al otro lado del campo, Diego alza los pulgares para darme valor para continuar con esta locura.

-¡Muy bien, chicos!-inicia la voz autoritaria de Emilio Caballero. Es el hermano mayor de Nikolas, pero no lo conozco mucho. Hasta donde sé, entrena al equipo porque él fue capitán tiempo atrás, también intenta que Niko se interese por el fútbol, pero él está en su propio mundo, con sus propias cosas.

Aunque esto sea así, Nikolas siempre apoya a su hermano con su presencia en el campo, observando junto con su novia desde las gradas, tal y como hoy. Últimamente no lo veo en otro lado que no sea de la mano de Elaine. Ambos son una pareja preciosa, se complementan demasiado bien. Me hacen sentir que yo también puedo conseguir algo como eso, aunque a veces la esperanza se me seque de raíz.

»Gracias por estar aquí-se asegura de decir-. Cómo sabrán, habrá unos cambios de estrategia y buscamos nuevos integrantes. Por eso están aquí. Nos aseguramos de invitar a chicos con un historial en los deportes, aunque claro que hay excepciones-, y aunque cuando lo dice mi vista está sobre la hierba verde, sé que me está viendo a mí. Mi corazón se salta unos cuantos latidos antes de finalmente relajarse sin las miradas ajenas encima.

Tengo miedo. Comúnmente la gente tiene muchas expectativas conmigo y eso me estresa muchísimo, esperan tantas cosas de mi que al final no puedo hacer nada de ellas. Siempre decepciono, así que hoy no es la excepción. Afortunadamente Aristóteles no está aquí para presenciar como caigo al fango cuando alguien más me empuja.

El silbato de Emilio sonó, molesto, acercándose al sujeto. El chico, el mismo que me había lanzado contra el barro, borró su sonrisa y se mantuvo serio cuando miró el semblante del hermano de Niko.

-Te estoy viendo, Adrian-le reprende, mientras que el nombrado se remueve incómodo en su sitio, con sus enormes ojos verdes observando. Emilio frunce el ceño al no recibir respuesta-. ¿Crees que eso fue profesional? Porque no lo es, maldita sea. Es jugar sucio. Pensé que tenías claro que aquí no somos ventajistas.

-¿Qué demonios te ocurre?-el tal Adrian se molesta, cierra los puños y frunce sus labios entre sí. Lo he visto un par de veces por la escuela y sé que no tiene una reputación excelente. Es explosivo, impredecible y con carácter fuerte. Así que me siento un poco intimidado cuando le responde a Caballero-. ¡Fue un accidente!

-No, no lo fue-insiste Emilio, mirando las heridas llenas de barro en mis rodillas-. No puedo creer que seas tan hijo de perra. Míralo, lo heriste en un partido amistoso. ¡Podría estar jugando hombro con hombro con nosotros la próxima semana!

-¿Él?-dice Adrian, incrédulo. Casi tanto como yo lo estoy-, ¿Estás realmente considerando que Bondoni sea lo que nuestro equipo busca? Es un idiota de pies izquierdos. ¡Lleva diez minutos en el campo y ha caído al lodo!

Mentiría si dijera que ese comentario no me hizo un poquito de daño, en especial porque sé que tiene razón. No hay modo en que entre al equipo de fútbol de la escuela. Y aunque en un principio yo no quería que así fuera, la ilusión se había tomado la libertad de animarme a hacerlo.

-Chicos, tranquilos-intervengo, rogando por que ésto acabe de una buena vez-. Seguro que sólo fue un accidente.

Pero Emilio Caballero ya no estaba escuchando.

-Llevamos diez minutos y tú ya aprovechaste la oportunidad de lanzarlo al charco-le responde-, quizá debería considerar realmente que seas lo que nuestro equipo busca. Eres un idiota caprichoso sin valores.

-¡Bien!-grita Adrian mientras se arranca del cuello una cadena del equipo, camina más cerca de Emilio y se asegura de tirarla a sus pies-, métete tu equipo de porquería por donde te quepa.

El silencio es un efecto inmediato a los gritos de Adrian, que sale del campo de fútbol con su mochila colgando en su espalda, despotricando una serie de cosas contra el hermano de Niko.

-Muy bien chicos, sigamos con el entrenamiento-suspira Emilio un tanto hastiado, hablándoles al resto de los aspirantes. Seguidamente voltea a verme, mirándome avergonzado por lo que me ocurrió-. Deberías ir a la enfermería, Joaco. Antes de que esas rodillas se te infecten-asiento un par de veces antes de rendirme ante la idea de que jamás seré admitido al equipo, mucho menos cuando por mi culpa, el jugador estrella terminó saliéndose-. Roy...

-¿Sí, entrenador?-responde un chico alto y fuerte en las primeras gradas. Es muy atractivo y tiene una enorme sonrisa amable, que me ofrece disculpas en cuanto se dirige a mí.

-¿Podrías guiarlo a las regaderas?

-Por supuesto-le dice antes de hacerme un par de señas para que le siga, así que lo hago. Lo que más necesito ahora es una ducha.

El recorrido no dura mucho tiempo, pero es suficiente para notar que Roy es un buen sujeto. Es amigable a simple vista, pero cuando habla se vuelve la dulzura en vida. Cordial sobre todo.

Se asegura de dejarme en la puerta de los baños y se retira invitándome a salir alguna vez, como disculpa por los daños. Pero no sé distinguir si es que así lo quiere o sólo es cortesía, entonces sólo sonrío y le doy las gracias antes de adentrarme a las duchas. Éstas las usan los miembros de los equipos de fútbol, básquetbol y natación, seguro hay más deportes pero los desconozco y no me importan. Lo bueno es que puedo usarlas ahora, quitarme el feo uniforme de educación física y meterme bajo el agua. Me deshago de los zapatos, las calcetas, los shorts y la pulsera que Ren me regaló, que debo colocar lo suficientemente lejos para que no se moje. El agua de la regadera corre desde hace unos minutos, no espero que se caliente, pues seguro nunca lo hará.

Cuando pongo los pies bajo la cascada, cerca de la coladera, pienso en todos los pies que han estado ahí y cuan antihigiénico eso es. Sin embargo, el baño es muy relajante y termino olvidándolo. El olor a sudor desaparece, el picor en mi cabeza por el fango poco a poco disminuye, y me siento fresco nuevamente. Como si fuera un cambio de piel.

No tardo mucho bajo el agua de la regadera, tan solo me aseguro que todo la suciedad se desvanezca y me salgo de ella. Me enrollo una de las toallas blancas cerca sin secarme y camino rumbo a los casilleros, donde Roy dijo que pondría mi ropa civil. Pero en las regaderas contiguas alcanzo a oír un gemido ahogado que me hace parar de pronto, volteó y entonces puedo ver entre el vapor dos cuerpos masculinos semidesnudos. Pero me toma más tiempo distinguir que uno de esos cuerpos es de Aristóteles, que poco a poco vuelve a ser el Emilio Osorio que yo conozco.

Debí hacer algún ruido porque ellos no tardaron en voltear también, viéndome con los ojos sacados de órbita y la boca colgando hasta el suelo mojado. Sigo con mi camino tan rápido como me detuve, casi corriendo para salir de ahí cuanto antes.

Me seco tan rápido como me es posible y me visto casi mecánicamente, poniéndome los zapatos sin amarrar y dejando la toalla tirada. Saliendo de los vestidores con mi mochila abierta. Un rato después, Ari no ha salido de las duchas, lo sé porque estoy a varios metros de ellas ordenando el uniforme dentro de mi mochila y no lo he visto salir. Y no sé si salga pronto.

Aún no puedo creer lo que he visto. Emilio tiene una novia, no se supone que sea gay. Él ha dejado muchas veces en claro que no lo era y, de pronto, lo encuentro casi comiéndose a un chico que no reconozco...

Y el cual, nunca seré yo.

•••

Aviso chiquitito:

Chicxs, disculpen las molestias, pero el capítulo siguiente a este se encuentra movido hasta después del capítulo siete y no he podido cambiarlo.

Una sincera disculpa,
~Lexy_Gray☪️

IMPOSSIBLE, emiliaco.Where stories live. Discover now