14. Simplemente Joaquín.

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Cuando es día de grabación siento que floto todo el tiempo. Como si estuviera encerrado en una burbuja que me separa de la realidad agotadora y la ficción que no hace mucho deseé vivir.

Ser Temo, en palabras algo pobres, es ser todo lo que no puedo transmitir en la vida real. Es el respiro que necesito para no terminar explotando y confesar que soy gay, en toda la extensión de la palabra, cuando aún no me siento preparado.

Ser Temo lo ha sido todo desde el inicio. Tiene un padre que lo ama sin importar su orientación, al novio que siempre ha deseado, va excelente en el colegio y es él mismo abiertamente sin mucho temor a las adversidades a las que deba enfrentarse. Yo no soy tan valiente. Así que sólo me quedo a disfrutar de ese momento ajeno de sinceridad fingiendo que sólo es actuación cuando no lo es. Que sólo lloro porque en el libreto está planeado, que sólo estoy enamorado de Aristóteles porque Temo lo está, que rompo con los estereotipos porque así lo deciden los adaptadores. Que sólo soy así porque Temo lo es, no yo.

Lo cierto es que no es así. Temo es yo. De algún modo, Temo es lo que muchos de nosotros somos, es lo que callamos y lo que decimos en secreto. Temo es tan él y tan cierto. Temo es risas y llanto desenfrenado. Temo es libertad. Y ser Temo López es lo mejor que me ha pasado en la vida.

Suspiro suavemente mientras me levanto de mi asiento, sintiéndome momentáneamente incómodo por el peinado que caracteriza a Temo tal como sentí la primera vez. Seguido a eso le sonrió con todos los dientes a Arianna, quien es quien se encarga de peinado y maquillaje, y le doy una última mirada a Emilio en la silla de a lado. El tardará media hora más en lo suyo, así que salgo de ahí a dar una vuelta por el set.

Veo a unos cuantos compañeros correr de lado a lado, apurados, cada quien completamente en lo suyo. Yo, por supuesto, tengo todo listo para cuando se inicie la grabación. Sin embargo, nunca estoy preparado para la avalancha de críticas de Osorio que aunque me han hecho crecer como actor, siempre terminan por doler. Entiendo que no tengo experiencia anterior en alguna novela, más que uno que otro papel pequeño en capítulos al azar. También entiendo que Emilio es su hijo y le exige menos, que yo no tengo tanta soltura como él ni tanto talento, pero duele la constante comparación que hago yo mismo -y todos los demás- cuando estoy en escena con él. Quizás esa es una de las cosas por las que estar enamorado de Emilio resulta imposible. Aristóteles en cambio, es cálido, sensible, cariñoso y noble.

Aristóteles es tantas cosas que me es difícil decidirme por mi favorita de ellas.

-¿Tan nervioso estás?-pregunta Azul, abrazándome de los hombros con cariño-, llevas diez minutos mirando la escenografía de la graduación.

Tragó saliva fuertemente y volteo a verla con ninguna expresión en específico, pues asimilarlo me es aún difícil.

-Voy a besarlo...

Ni siquiera puedo creerlo del todo.

-¿Y no es eso lo que querías?

Tiene razón, esto era lo que quería. Quería besarlo como una despedida a los patéticos sentimientos que tengo por un personaje inexistente, enfrascarme en el papel y seguir adelante como si éstos no estuvieran ahí en primer lugar.

-No así-le respondo inconscientemente, inhalando mucho aire para poder continuar mi comentario sin llorar-, e-esto... nada de esto me ayudará a dejarlo ir, A. Todo es tan romántico. Las luces, los anillos, el vídeo, la decoración... Todo es mucho para no extrañarlo.

-Él no existe, Joaco.

-Lo sé.

Y en verdad lo sé, pero mi corazón no parece sentirlo igual.

IMPOSSIBLE, emiliaco.Where stories live. Discover now