32. A veces eres demasiado bueno conmigo.

4K 417 367
                                    


-Mi papá, quien se supone estaba en contra de mi orientación sexual, nos está emparejando-digo con un suspiro hastiado mientras entro por la puerta de mi habitación-, ¿puedes creerlo? Es una locura.

Diego, quien está acostado boca arriba sobre mi cama, no ríe conmigo ni suelta ninguna broma. No me sigue siquiera el chiste. E inmediatamente me preocupa, no quiero que una estupidez como esa vuelva mi amistad con él incómoda.

»¿Qué ocurre?

-No creo que sea una locura.

-¿Qué?-digo asombrado, asegurándome de cerrar mi habitación con seguro antes de sentarme en mi cama. No quiero que nadie nos interrumpa. Diego se ha incorporado en ella también, así que sólo se acerca un poco más a mí para no tener la necesidad de hablar más alto. Y mi corazón late como un loco, tal vez no esté listo para nada de esto.

-Contigo siempre estoy feliz, Joaco-habla, tomando mi mano entre las suyas-. No hay nadie con quién me guste más hablar que contigo. Me gusta los chistes simples y que pueda contarte mis cosas sin preocuparme si te parezco extraño. Amo que sonrías de verdad y que seas tú mismo conmigo porque estás cómodo. Me gusta mucho verte feliz y... aunque todo esto es nuevo para mí, se que esto que siento es muy fuerte, Joaco.

-¿Cu-cuando-

-Hoy, en la fiesta-me explica, apretando sus labios entre sí mientras se acerca más a mí hasta quedar a sólo un palmo de distancia. Tan corto que fácilmente podría inclinarme y romper con toda separación.

-¿Cómo?-mi cuerpo se siente tan caluroso, nervioso y feliz que creo estar soñando. Me siento contento y mi vientre aletea de sólo ver sus ojos verdes mirándome de esa forma tan suya en que me hace sentir único. Intentó recordar que los ojos de Emilio me hayan mirado alguna vez así, pero ningún recuerdo viene a mi mente. Eso me desanima.

-Te fuiste con Emilio y yo... sólo quería tenerte cerca de nuevo. Me hacías mucha falta. Me sentía vacío y solo. Sentía que te perdía-susurra. No sé en qué momento ocurrió, pero ahora son mis manos las que sostienen las suyas con afecto. Queriendo que esa mueca triste se borre de inmediato-. Pero era tonto, porque no se puede perder algo que nunca se tuvo, hm.

Por un segundo, me permití escudriñar la expresión en su rostro. Quería alguna muestra de estar mintiendo, de confusión o incluso alguna señal -tal como un reloj volteado, una facción en su rostro distorsionada o una característica sospechosa- que me declarara que toda esa situación era resultado de un sueño alocado que olvidas por la mañana. Sin embargo, ninguna de esas cosas pude notar. Él era real y sincero, y tan él.

-Así que, ¿te gustan los chicos?-ni siquiera razono en lo inoportuno que suena mi cuestionamiento. Necesito respuestas.

-Sólo tú, Joaco.

Diego siguió mirándome con sus ojos inocentes, por un momento creí que la voz se me atoraría en la garganta, pero no. Aún estando tan nervioso, tan cerca, me sentía cómodo con él.

-No sabía que te sentías de este modo.

-Para ser sincero, yo tampoco-hasta ese momento ríe, completamente expuesto, como un libro abierto, hacia mí-. Pero no tengo miedo de eso.

-¿Entonces de qué sí?-pregunto después de leer entre líneas y él sonríe más ampliamente porque siempre puedo entenderle.

-De que yo mismo esté arruinando las cosas contigo-admitió Diego-, por... involucrar sentimientos que se suponía no debían venir incluídos y que no pude evitar sentir.

Sus ojitos verdes me miraban brillando entre la poca luz de mi habitación, en el mismo lugar donde Emilio había estado, en el mismo sitio que habían ocurrido tantas cosas. En el mismo sitio en que todo con Emilio inició. En el mismo lugar donde me había hecho fuerte y en el que había sido débil tantas veces. Tan íntimo, tan real y tan sencillo. Y sentí que podía mentirle a todo el mundo, a Emilio, a Renata, a Andy, a mis padres, a Adrian, a Azul y todos los demás, incluso que podía mentirle a María, pero a él no. Con Diego sólo podía serle sincero.

IMPOSSIBLE, emiliaco.Место, где живут истории. Откройте их для себя