50. La primera de muchas veces.

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EPÍLOGO. Nota importante al final del capítulo para los que deseaban una 2da temporada emiliaco.

—¿Como podré sobrevivir a todo esto sin ti, Andy?—murmuré cabizbajo mientras sostenía mi portátil en piernas. Ella se había mudado a Alemania, ya que había aplicado para una beca de intercambio el año pasado y lo había logrado. Y esa era su situación desde el lunes pasado. Había pasado a mi segundo año, mientras que mi novio al tercero. 

—Oh, cariño. No digas más eso, estarás bien sin mí. Te lo aseguro—respondió mi amiga, sacudiendo la cabeza en modo de negación.

—No lo entiendes.

Sólo hasta entonces, Andrea pareció prestarme atención. Se acomodó sobre la cama y enarcó una de sus cejas para cuestionarme.

—¿Qué es exactamente lo que no entiendo?—pregunta con curiosidad. Entrecerró los ojos y mordió su labio inferior, dubitativa. 

—Las niñas de nuevo ingreso me están matando, Andy: ¡Matando!—gruño— ¿y sabes lo peor? Ahora no son solo chicas. Desde que hicimos nuestra relación pública, también chicos están detrás de Emilio. Y es... tan frustrante.

Ella soltó una carcajada.

—¿Me estás diciendo que estás celoso?—se burló, ladeado la cabeza—. Dios mio, esto es hilarante.

—¿Qué?—solté molesto, frunciendo el entrecejo con profundidad. Andy volvió a reírse de mi y me miró con sorno desde la pantalla.

—Emilio no te cambiaría por nada, ¿sabes?—habla tan seria como puede, aunque aún puedo hallarle un atisbo de diversión.

—¿Entonces por qué te ríes?

Andy bufa, poniendo los ojos en blanco. rasca distraídamente su nariz y bebe de su taza de café mientras me mira con atención, como si estuviese decidiendo si era una buena idea decirme. Lamió su labio inferior con lentitud y asintió con lentitud.

—Nada, nada—murmura. Hace una pequeña pausa y se acerca más a la cámara—. Sólo que es irónico. 

—Irónico—repito con la misma confusión que antes. Andy suelta una pequeña risita.

—Emilio también habló conmigo—me explica como si fuera demasiado obvio y mis ojos se ensanchan con sorpresa—. Y exactamente por las mismas razones.

—¡Joaco! ¡Cielo, baja un momento antes de irme con la tía Celia!

—Es mamá—Intervine al escuchar la voz de mi madre en el primer piso.

—Oh, vale. Tengo que irme, se supone que debería ayudar a mamá a desempacar. Nos mensajeamos luego—Habló—Se fuerte, te quiero.

Y antes de que pudiera decir algo había colgado.

Corrí escaleras abajo más rápido de lo que lo había hecho antes, encontrándome con mi madre nada más bajar. Estaba frente a la puerta, con su maleta a la vista. Me sonrió enormemente y abrió los brazos para que le abrazara. Ella se iría de viaje por el fin de semana con mi tía, pues su esposo había muerto y no quería dejarla sola en este periodo de luto. Ellas siempre fueron muy cercanas. 

A los minutos, Renata bajó corriendo y se sumó al abrazo de despedida. Mamá besó nuestras frentes y sin más, se separó. Nos miró por un vago momento y sacó una risita mientras salía por la puerta y se subía al uber que esperaba afuera.  

Renat masculló algo como que saldría con sus amigas a una fiesta y nada más vio a mi mamá desaparecer por la vereda encima de ese auto que la llevaría al aeropuerto, tomó su bolso y su abrigo y salió. Rodé los ojos y cerré la puerta detrás de ella. No sabía si mamá le había dado permiso, pero no me importaba. Sabía que Reni era lo suficientemente responsable para no hacer una locura.

IMPOSSIBLE, emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora