42. No quiero nada de esto.

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-Chicos, chicos, chicos-suspiró Osorio airadamente, frunciendo el entrecejo mientras nos lanzaba una mirada de simple incomprensión:-, ¿qué les pasa? Están todos tensos y desconectados. ¿Qué ocurre? Hace unas semanas estaban en perfecta sincronía, hicieron del beso una escena mágica. Ahora esa misma magia ya no está. ¿Hay algo que les molesta?

Emilio, desde mi lado izquierdo con el ramo de flores en mano, suspira también. Se lleva su mano izquierda hasta la cara y la distorsiona en una mueca de cansancio. Todos los demás nos miran del mismo modo, hastiados y con unas ganas enormes de molernos a golpes por no poder cumplir con una escena de segundos, y la cual no avanzamos nada en sesenta minutos.

-El amor con el que se miran a los ojos ahí está, ¡lo puedo sentir!-exclama mi jefe tan eufórico que me hace brincar en mi lugar por lo repentino que fue-. Pero las cosas se sienten rotas y tristes, muchachos. ¿Necesitan un descanso? No quiero pensar que los estoy presionando demasiado.

-No, no. Papá, no es necesario-insiste Emilio, frunciendo ligeramente sus labios entre sí-. Sólo estamos desconcentrados. Hace un tiempo que no hacemos estas... estas cosas, ya sabes.

-¡Eso es!-grita, apuntando con su dedo hacia nosotros. Al parecer amaneció muy contento esta mañana, porque en otras circunstancias, habría estado furioso de nuestra reciente incapacidad para trabajar en equipo-, necesitan un tiempo solos para poder encontrarse de nuevo. Sí. Maravilloso.

-Señor...-susurro algo confundido, intentando llamar su atención.

-¡Equipo-llama el papá de Emilio, haciendo un gesto con sus manos para indicar que el trabajo por hoy con nosotros está terminado-, haremos una pausa con los Aristemos!

Hago una mueca de desagrado después de llamarnos así. No me molesta que nos denominen así, en lo absoluto. Es sólo el hecho de que nos llamen 'los Aristemos' para ser exactos, lo que me incómoda. No me gusta nada como suena.

»Muy bien, hijos. Tendrán lo que resta de la tarde para tener un tiempo juntos-volvió a dirigirse a nosotros, sonriéndonos en expresión de despedida-. Los veré mañana a primera hora. ¡Diviértanse, mis estrellas!

Mi jefe dió la media vuelta y siguió al equipo de cámaras a otro ángulo para comenzar con las demás escenas, dejándonos a Emilio a mi plantados en nuestro lugar sin comprender del todo cómo habiamos llegado a esa situación. Los demás actores sólo se movieron de su lugar y continuaron con lo suyo.

-Mierda-me quejé, alejándome rumbo a mi habitación para quitarme la ropa que usé para grabar y ducharme rápidamente antes de salir con Emilio a cualquier sitio. Él me siguió entonces.

Así lo hice, y aunque me hubiese gustado que el tiempo se detuviera los suficiente para retrasar la salida con Emilio. Ante el espejo suspiré una última vez, miré mi teléfono celular brillar con el nombre de Diego en la pantalla y salí de la habitación.

Emilio no estaba ahí, así que no tuve que preocuparme en lo absoluto ni pensar en él. Tomé mis cosas y me cambié, enfundándome en unos shorts de mezclilla y una camiseta básica, buscando verme lo más desarreglado posible. No quería que pareciera que me esforcé por verme bien para esto, especialmente porque no quería que nada de 'esto' ocurriera.

-Joaco, ¿qu-

Volteé fugazmente hasta la puerta, donde Azul venía entrando. Fruncí el entrecejo.

-¿No estaba cerrado?-pregunté desconcertado, juraba haberlo hecho.

Antes de siquiera pensar en responderme, Azul cerró la puerta detrás de ella con cuidado, enarcando una de sus cejas para hacer énfasis en su cuestionamiento.

IMPOSSIBLE, emiliaco.Where stories live. Discover now