8. Debes estar bromeando.

5.4K 467 105
                                    


Ya va a ser una semana desde que le prometí a Emilio no ventilar su secreto. Aún no sé qué pensar al respecto. Ni siquiera puedo ordenar mi ideas con un secreto tan grande y ajeno. Emilio no tiene pinta de un chico gay, y ciertamente no sé si en realidad lo es, aunque es poco probable que quiera mentir con algo como eso. La cosa es que no puedo creer en su orientación cuando sale con una chica y dice no usarla como su barba. Es extraño. No lo entiendo, y quiero hacerlo. Claramente estoy dispuesto a averiguar en la salida de hoy todo la información posible.

He estado hablando mucho con Renata, mi mejor amiga, respecto a lo que ha estado sucediendo con Emilio. Sin embargo, no le conté que aparentemente era gay, pero sí que le lleve a casa, que hablamos y que él es muy desagradable. "Desagradable, ajá" me dijo con una sonrisa. Renata piensa que estoy colado por él, no es así. Ella dice que le sorprende que se acercara tan repentinamente después de que lo evito tanto. Dice que tal vez yo le atraigo. Está loca.

-¿Irán a su casa entonces?-esa es su voz a través del teléfono en altavoz. Suena delicada, pero no lo es en persona. Es gravísima y ronca.

-No-suspiro cansado, buscando desesperadamente entre mis cajones mi suéter de la suerte. No sé porque me molesto en arreglarme, él sólo quiere saldar su deuda.

-¿Entonces?

-N-No lo sé. No quedamos bien, sólo... no me importa.

-No parece que no te importe-suelta una risilla bastante desagradable que está diseñada para hacer el tonto y molestarme, especialmente cuando está molestando con un chico.

-Es que... ¡Agh, no lo encuentro!-azoto la puerta de mi guardarropa del enojo, y también del enredo de nervios en mi vientre, pero está rebota lista para pegarme en el nariz-¡Ay!-sujeto mi nariz para sobarla mientras doy algunos pasos hacia atrás, pero la ropa tirada termina por hacerme resbalar y caigo de espaldas.

-Joaquín-me grita mamá desde la planta baja, no se oye preocupada ni confundida, llevo toda la tarde en lo mismo-, ¿todo bien allá arriba?

-¡Sí, mami!

Pero no lo estaba. La verdad estoy muerto de miedo por joder la salida con Emilio, porque él no es Aristóteles y no sé cómo interactuar con él no siéndolo.

-»Sí, mami«-se burla Ren al otro lado de la línea:-. Debo irme, Joaco. Estoy en el set de grabación, así que... ya sabes, no tengo mucho tiempo para hablar hasta mi siguiente escena. Te amo. ¡Y no te orines en los pantalones de los nervios!

-Santurrona.

Escuchó una última vez su risa antes de colgar la llamada que ha durado horas, siendo rellenada en específico por malos chistes de ambos.

-Emilio está esperándote, cielo-interrumpe nuevamente mi mamá, Mari, quien se aclara la garganta antes de seguir gritando:-¡Baja ya!

-Mierda-mascullo mientras me pongo unas zapatillas deportivas blancas tan rápido como puedo, tomando el suéter de tejido rosa que estaba dudando en ponerme.

-¡Joa~quín!

-Ya voy, mamá-mi madre no tiene paciencia en lo absoluto, eso me irrita. No me gusta que me apresuren. Emilio puede esperar tantito, ni que se fuera a morir. Pero sé que es por cortesía y prefiero callarme mi opinión. Tomó las llaves del escritorio y una pequeña mochila transparente que llevo a todas partes.

IMPOSSIBLE, emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora