41. Podemos hacer que esto funcione.

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Salí finalmente del baño, secándome el cabello con la toalla y con una camiseta larga para dormir. Afuera, tirado en la cama yacía Emilio, cambiando repetidamente los canales en el televisor y decidiéndose de una vez en poner Netflix ante la falta de programas de su interés.

-Hey-susurré mientras cruzaba para acostarme también en la cama, pero deteniéndome de golpe al ver las bandejas llenas de comida sobre las sabanas blancas.

-Hey-imitó-, te traje la cena a la cama. Les dije a todos que estabas abrumado por el vuelo.

Emilio tragó una uva más mientras se acomodaba de una mejor forma en la mullida cama, dando golpecitos a un lado de él para que le acompañara. Pero al ver mi indecisión suspiró: -No muerdo, ¿sabes?

-Lo lamento, solo... ah, no conseguí el futón-le explico, algo nervioso. Pero de todos modos me siento a un lado de él en las sábanas extendidas. Le miré fugazmente y comencé a comer la hamburguesa que él trajo para mí-. Dormiré en el sofá. Gracias, por cierto.

-Sinceramente, Joaco, esto es estúpido-suelta junto con un bufido. La hamburguesa se me atora en la garganta y toso para hacerla pasar. Vuelvo a mirarlo, esta vez más interesado que antes-. Digo, ya hemos dormido juntos en mi casa e incluso en una cama más pequeña que esta.

-Sí, bueno, eso fue cuando...

Me detuve de golpe. Emilio inquirió mientras alzaba ambas cejas hasta lo más alto de su frente, ladeando también su cabeza hacia la derecha en señal de no poder entenderme.

-¿Cuando sentías algo por mí?-pregunta. Yo sólo negué ligeramente y continué.

-...cuando las cosas eran distintas.

Si antes los cejas estaban alzadas, ahora era todo lo contrario. Emilio frunció el entrecejo, tan profundo como era posible. Resopló y siguió comiendo a lado de mí, ambos mirando sin ver realmente Friends en la pantalla enfrente de ambos. Me pregunto si él también está pensando en lo que dije.

El silencio no sólo fue incómodo, también me hacía enloquecer, por no poder hablarle ni tocarle como antes y, por sobre todas las cosas, por querer hacerlo cuando no debería.

Para cuando terminamos el tercer capítulo, la comida también se había acabado. Emilio apagó la televisión, tomó las bandejas y las puso en la mesa de centro a un lado del sofá en la habitación amplia y lujosa. Aún creo que el señor Osorio no debió gastar tanto en nosotros.

Miré mis manos para evitar seguir a Emilio con la mirada, jugando con ellas para tener algo que hacer.

-¿Sabes qué?-llamó mi atención, acercándose nuevamente a la cama. Su voz sonaba decidida cuando se inclinó un poco para tomar una almohada-, yo dormiré en el sofá. Tú duerme ahí, estarás más cómodo.

Alcé ambas cejas, dejando caer levemente mi barbilla del asombro. Emilio, desde el otro lado de la cama, miró hacia sus manos, que sostenían una almohada blanca, y comenzó a sonrojarse entero mientras hacía amago de dar la media vuelta. Entonces lo detuve. Me arrojé sobre la cama para alcanzar a tomar su muñeca y lo regresé hasta mi.

-Podemos hacer que esto funcione-le dije, refiriéndome a usar los dos la cama esa noche, pero Emilio abrió tanto los ojos del asombro y confusión acumulada que seguramente debió entender algo más-. Simplemente quédate en tu lado de la cama, ¿de acuerdo?

Con el rostro algo afligido y un tanto más desanimado, respondió: -Bien-Me metí a la cama entre las cobijas y me aclaré la garganta, esperando en el tiempo en que lo veía a él acomodarse del otro lado. Emilio se quitó toda la ropa hasta quedar en bóxer y entonces se tumbó cual peso muerto sobre la comodidad de la cama-, ¿vas a dormir con toda esa ropa?

-Ajá-dije sin más, poniendo un muro de almohadas que dividía la cama:- tú lado, mi lado. Así no invadimos el espacio personal del otro.

-Esto es una estupidez.

-¡Esto es importante!

Emilio solo rió sonoramente en burla y asintió sin más remedio, en lo que yo daba la vuelta sobre mi sitio y le daba la espalda. Apagamos las luces y entonces hicimos el mayor intento por dormir, pero, al menos a mí, ningún truco para caer dormido habido y por haber resultó. No pude pegar ojo en todo el rato. El silencio en la habitación era mortal. Él no decía nada, yo tampoco. Ni siquiera sabía con certeza si él también tenía insomnio.

-Ojalá pudiera hablar contigo como antes cuando todo era distinto: más fácil-susurré sin tener la intención de obtener una respuesta a ello-, te extraño.

-...yo también, Joaco.

Abrí los ojos de golpe, reteniendo el mayor tiempo posible el aire en mis recelosos pulmones. Decidiendo en si dar la vuelta y encararlo o dejarlo pasar, como todas las últimas veces.

-¿De verdad?- cuestioné.

Entonces la sensación de miedo y algo más hizo su aparición. No estaba listo para esto. No estaba listo para nada.

-Como no tienes idea.

Reuní toda la fuerza que pude obtener y giré sobre mi lado, pero las montañas de almohadas no me permitieron verlo. La situación, de pronto, me sobrepasó. No pude evitarlo. Para ese momento, Diego no estaba en mi mente. No había nadie más que Emilio. Y su sonrisa. Y sus ojos. Y su pelo. Y su olor. Y sus besos... Y me odié por ello.

Con mis manos, derrumbé la muralla que separaba los lados de la cama y me lancé a sus brazos sin pensármelo dos veces. Rodeando sin contenerme su cuello con manos.

-Estás invadiendo mi lado de la cama, Joaco-bromeó Emilio, correpondiendo mi abrazo mientras me estrechaba entre sus brazos. Pero no hablamos más, sintiendo su calor y su aroma en la oscuridad.

El silencio dejó de ser mortal y ahora era cómodo, listo para acunarnos en lo que restaba de la noche. Pero él no estaba conforme con eso, con esa comodidad que no necesitaba ser alcanzada por bromas tontas ni palabras específicas. Me apretó más fuerte y susurró:-Lamento ser un idiota contigo.

Y el momento que prometía durar para toda la noche, se derrumbó. El silencio fue roto, la comodidad de pronto se sentía vana y el corazón se removió inquieto dentro de mi pecho. Me separé de él y lo miré a los ojos en la oscuridad que cada vez más se acostumbraba a mi visión.

-Es sólo que no te entiendo, Em-le dije, sintiendo la miel caliente en mi vientre enfriarse poco a poco por volver a suspirar el apodo que hice para él, y el cual, no había pronunciado mucho las últimas veces en que nos vimos-: A veces eres lindo y otras... vuelves a ser el Emilio Osorio que toma con sus amigos y es un maldito imbécil.

-Joac-

Intervine entonces, colocando mi dedo índice sobre sus labios delgados mientras negaba firmemente. Tratando de ignorar el respingo que antecedió a su llanto, para no hacerlo yo también.

-Será mejor que vayamos a dormir, n-no estoy... listo para todo esto-

Giré y entonces dejé que el estrés se fuera a la mierda, permitiéndome pensar en mí mismo y no en ellos. Por primera vez en lo que llevaba de vida.

•••

#TeamDiaco, #TeamEmiliaco. Finalmente, ésta es la calma que antecede a la última tormenta.

El final se aproxima, lastimosamente. Pero nuevos proyectos vendrán así como este lo hizo y me encantaría que me acompañaran a lo largo de ellas tal y como lo hicieron con este, ¿aceptan?

Sin más que decir,

~Lexy_Gray☪️

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