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O de como todos tenemos una historia que no solemos contar

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O de como todos tenemos una historia que no solemos contar.

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Benjamin supo que su madre estaba en el pórtico de su casa incluso antes de que ella llamara a la puerta.

El olor a pastel de zanahoria la delató.

Sonrió dejando de lado la vieja televisión que había tratado de arreglar desde el medio día de ese sábado y tan pronto como dos tocktock~ seguidos de un "¿Benny?" se escucharon, este abrió la puerta dejando ver a su madre y, efectivamente, un pastel de zanahoria en ambas manos.

Bastaron un par de pasos dentro de la casa y toda su estancia se inundó del olor al postre combinado con el suave perfume de vainilla que su mamá usaba. Ella entró con soltura llegando hasta la barra de la cocina dejando el pastel sobre ella y girando hacia su hijo con brazos extendidos recibiéndolo en un cálido abrazo.

Abrazo, que Ben necesitaba. Y a juzgar por aquel postre que reposaba en la encimera de la cocina, su mamá también sabía que lo necesitaba.

Amelia Jones creía firmemente que las almas y los corazones rotos se curaban más rápido con comida y postres. Cuando Ben y su hermano eran unos infantes, apenas y llegaban a casa con heridas después de jugar ella se apresuraba a curarles mientras les daba una buena regañada, pero luego los sentaba sobre la mesa a comer.

Y es que solo bastaba con una mirada, una frase o un gesto y ella inmediatamente sabía que uno de sus hijos se encontraba con el alma compungida y se apresuraba a preparar galletas, hornear pasteles o simplemente ofrecerles fruta mientras los escuchaba hablar.

Benjamin siempre agradecía ese gesto.

Pero el hecho de que se convirtiera en casi una tradición que su madre fuera cada cierto tiempo hasta su casa con un pastel de zanahorias le asustaba.

Porque él sabía que las cosas no estaban bien consigo mismo, pero le aterraba que su madre supiera eso. El ya no quería llenarla de preocupaciones sin embargo nada podía hacer contra el instinto de madre pues solo con que ella llamara para preguntarle "¿cómo va todo, cariño?" y el respondiera con un "muy bien" ella sabía que no era así.

Y hoy, mientras su madre rebuscaba en el refrigerador algunos vegetales para preparar la comida, preguntó:

–¿Cómo va todo, Benny?

Y él, como siempre, respondió:

–Muy bien.

Con Ben saliéndise por la tangente, Amelia cambiaba de conversación preguntándole acerca de sus trabajos o platicándole de su última partida en el casino central de la ciudad. Porque ella conocía a Benjamin tanto como conocía a Michael ¡si han estado con ella desde el vientre! Y sabía que yendo directamente no llegaría a nada, y aunque le doliera, debía esperar.

Luces en el balcón || BenHardy x JoeMazzelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora