t w e l v e

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O de como todos tenemos algo (o a alguien) que a veces no nos gustaría recordar

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O de como todos tenemos algo (o a alguien) que a veces no nos gustaría recordar

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Despierta en estado de alerta.

Sus pulmones se expanden tratando de encontrar el oxígeno que tanto necesitaba en esos momentos y su cuerpo tiembla al mismo ritmo que las aceleradas pulsaciones de su corazón.

Voltea a todos lados confundido, alterado, asustado. Todo en la habitación le es tan extraño que le provoca una pequeña sensación de claustrofobia y él tiene que llevar sus manos a sus oídos y musitar para sí mismo palabras que busquen tranquilizarlo aunque sabe perfectamente que no servirán de mucha ayuda.

—Tranquilo, todo está bien, —se repetía como en eterna letanía —respira, respira —. Susurraba alejándose de ese colchón que estaba sobre el suelo hasta terminar contra un rincón de la habitación.

Pesadillas.

Las mismas pesadillas se repetían.

Si cerraba los ojos, estaban ahí. Si dejaba de hablar para sí mismo, estaban ahí. Benjamin hacía un esfuerzo enorme para no doblegarse porque conocía la rutina, conocía el maldito proceso tan bien que sabía que al menor descuido un ataque de pánico vendría y era lo que menos quería en esos momentos.

Con su pobre mente en estado de catarsis, recordó que necesitaba de algo que lo atrajera y lo sostuviera en su realidad. Para su mala suerte, ese algo era un alguien y Benjamin, con los ojos húmedos recorrió una vez más la habitación solo para comprobar que Gwilym no estaba ahí.

Y volvió a respirar con rapidez.

Necesitaba calmarse con urgencia y el no encontraba ese azul.

Azul. Gwilym Lee era azul.

Azul como el cielo que rodeaba todo a su alrededor, azul como las lobelias y como las mariposas que volaban entre las flores. Y él no tenía a esos ojos que se asemejaban al inmenso mar, ni sus brazos rodeándolo, ni su voz susurrándole que estaba bien, que solo fue una pesadilla más.

En lugar de eso, solo tenía su garganta terriblemente seca que se rasgaba con cada bocanada de aire que trataba de tomar, su cuerpo frio por esa capa de sudor que lo rodeaba y sus manos temblorosas que se aferraban a su propio cuello y pecho en un primitivo instinto de querer ayudar a su corazón.

Los recuerdos volvieron y el abrió los ojos una vez más golpeando torpemente su nuca contra la pared en un intento de eliminarlos. Entonces entre la poca luz exterior que lograban eliminar la oscuridad de la habitación, su vista logró enfocar aquello que estaba frente a él.

Luces en el balcón || BenHardy x JoeMazzelloWhere stories live. Discover now