Luces en el balcón || BenHardy x JoeMazzello

f o r t y

O de la noche que compartieron juntos

...y los sonrojos en la oscuridad

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—Shh —. Lo detuvo —. Aun me quedan por enseñarte muchas cosas, pero esto no puedo enseñártelo en el balcón —. Murmuró contra su piel soltando besos húmedos con cada palabra en toda la zona de su cuello —. Vayamos a mi habitación, Jones.

Benjamin pudo sentir como la respiración se le cortó luego de escuchar aquello. Su cuerpo tembló y cuando quiso respirar su garganta ya estaba cerrada. La voz de Joe en su oído le atraía y se metía tanto en su ser que le bloqueaba capacidad de respuesta.

—¿A tu habitación? —Respondió tartamudeando.

—Benjamin, no podemos hacerlo en el balcón. Eso de dar un espectáculo a los vecinos no está en mis planes.

Las palabras comenzaron a disipar la mente de Jones haciéndolo pensar con claridad. Joseph, al percatarse de eso, no perdió tiempo en besar lento sus labios para buscar espacio después entre la piel de sus clavículas. Benjamin cerró los ojos. Joseph estaba siendo un aprovechado al ganar ventaja nublando sus pensamientos y lastimosamente su cuerpo lo traicionaba dándole gusto.

—Deja de hacer eso —pidió entre palabras arrastradas —, no me dejas pensar con claridad.

Joseph rio divertido contra la comisura de sus labios y se separó un poco de él.

—Pero míranos; no hay mucho que pensar cuando estoy sentado sobre tu regazo.

Benjamin parpadeó y un sonrojó lo inundó cuando se percató de que efectivamente Joe estaba sentado sobre él con ambas piernas a sus costados. El peso del hombre recaía directamente en él y Ben no se sintió en condiciones de responder algo más.

—Ven —. Propuso Joe en un susurro —. Vayamos dentro.

Por simple instinto, Ben lo siguió. Cuando la puerta del balcón se cerró los dos se atraparon en un urgido beso que se acompañó de risas al tratar de avanzar por el minúsculo pasillo chocando entre las bardas y tanteando en su oscuridad la puerta de la recámara de Joseph.

Apenas lograron entrar y Joseph no perdió tiempo en pegar a Ben contra la puerta cerrada haciendo sonar la madera en un golpe sordo que no pudo opacar el sonido de sus labios. Joseph acunó su rostro y lo besó lento, profundo, saboreando cada parte de sus labios.

Las manos del pelirojo recorrieron el torso del menor hasta llegar a sus hombros y cuello y lo envolvió con fuerza pegando sus pechos sintiendo sus propios latidos.

—Joseph, yo...

—Shhh, no haremos nada que no quieras.

—Es que yo... —susurró con inquietud —. Este momento, pues...

Joseph rio sin rastro de burla. —Estás muy nervioso.

—¡Claro que lo estoy! —aceptó —. Esto es, bueno, es mi primera vez que...

—Es tu primer momento de intimidad con un hombre.

La voz de Joe sonó tan compresiva que lejos de avergonzarlo Benjamin se sintió tranquilo de ser entendido aunque dentro de él seguía existiendo una pizca de inquietud. Percatándose, Joseph acarició los cabellos de su nuca.