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O de las luces que te guían a casa

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O de las luces que te guían a casa...

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Amelia tomó un par de tazas de cerámica de la cajonera sobre la barra de la cocina y sirvió con cuidado el té de chai que acababa de preparar, las colocó sobre un pequeño plato acompañando la bebida con galletas con chispas de chocolate recién horneadas. Caminó con la bandeja en ambas manos hasta la sala, lugar donde Gwilym se encontraba haciendo trazos con su dedo índice sobre la arena de color amarillo que estaba en una tablilla de madera que fungía como centro de mesa.

—Siempre te ha gustado hacer eso.

Gwilym le brindó una sonrisa de labios sellados a Amelia y se levantó para ayudarle con la bandeja de comida.

—Me ayuda a relajarme.

Amelia tomó asiento frente a él. —Así que tú también necesitas relajarte —. Tomó una de las galletas y le dedicó una de esas miradas de "No lo niegues, soy tu madre y a mí no puedes ocultarme nada".

Pero Gwilym decidió intentarlo y movió sus hombros pronunciando un: —Dar clases en universidad puede llegar a ser estresante.

Amelia entornó la mirada. —Claro. Pero aquí tú y yo sabemos que has pedido cambiar nuestro restaurante habitual por la comodidad y privacidad de mi casa y que lo que ahora mismo te causa tensión no son precisamente cosas de tu trabajo —. Declaró dándole otra mordida a su galleta.

Gwilym Lee solo pudo parpadear con la taza de té en su mano. —¿Cómo pudo saber eso?

—También soy tu mamá, Gwil. Y ni a Connie —señaló hacia arriba con la mirada —ni a mí nos puedes ocultar algo.

El castaño bajó la mirada al sentirse descubierto, miró fijamente la bebida entre sus manos preguntándose de qué manera podría empezar a hablar.

—Es sobre Ben, ¿verdad?

—Si.

—Cuando me mandó un mensaje hoy en la mañana para decirme que no podría venir a comer conmigo, supuse que algo había pasado. Benny estaba tan entusiasmado de que saliéramos los dos juntos que ese texto que repetía la palabra perdón tres veces me dijo que las cosas no iban muy bien.

—Tuvo una mala noche —. Confesó Gwilym con un suspiro.

Amelia dejó su taza sobre la mesita de madera, se abrazó a sí misma y ladeó el rostro. —¿Cómo se encuentra? —preguntó en voz baja.

Luces en el balcón || BenHardy x JoeMazzelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora