"Ahí, entre el suave perfume de las flores y los relatos de Juliette acerca de su primer semana de clases, las pláticas de Joseph sobre sus nuevos compañeros en el trabajo y el tintineó intermitente de las luces que colgaban del balcón; Benjamin se...
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O de los amores que reconstruyen
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Contaron hasta tres y Lucy subió sus pies haciendo que el columpio siguiera su curso; Juliette gritó cuando el aire pegó su rostro sintiendo también un cosquilleo en su pancita y la mujer hizo lo mismo. Era la quinta vez que se subían al columpio y su reacción seguía siendo la misma.
Joe las observó y no dudó en tomarles una foto sumándola al resto de recuerdos en imágenes que tenía en su celular de aquel viaje. Era su última tarde, los días pasaron tan rápidos entre campamentos, carreteras recorridas, fiestas y días de campo que a todos les parecía injusto que momentos tan felices se sintieran tan efímeros. Su padre se acercó a él y se sentó a su lado con un gran suspiro. Lo conocía y sabía que una plática se avecinaba.
—Han sido buenos días, ¿verdad? Extrañábamos tener a Juliette y a ti aquí.
—Nosotros también los extrañamos.
—¿Enserio? Ustedes dos parecen pasarla muy bien con Benjamin.
—Incluso Juliette le llama papá—. Susurró el mayor con una sonrisa.
—Juliette lo ama.
—Juliette es igual que tú, Joe.
Y sin evitar una risa, Joe asintió vendo a lo lejos como Ben trataba de enseñarle a Rami a hacer pases con el balón de rugby.
—Benjamin ha hecho nuestros últimos meses más felices, papá.
—Y al parecer seguirá siendo así por mucho tiempo ¿no? planeas tenerlo a tu lado en el futuro.
Joe sonrió amplio. —Me descubriste.
—¿Y crees que él quiera?
—Mi carta secreta es Juliette y los deliciosos hotcakes que preparo; Ben no puede vivir sin ellos.
Ambos rieron; su padre miró a su nieta siendo peinada por Lucy.
—Si te soy sincero, tu madre y yo llegamos a pensar que nuestra Juliette necesitaría en algún momento de una figura materna pero tú todo este tiempo has demostrado que no es así. Eres un gran padre, y estoy seguro que Julie hará de Benjamin un gran padre también.
La mañana de la despedida todos viajaron adormilados hasta el aeropuerto; tan decididos estuvieron a aprovechas sus momentos que pasaron la noche en vela compartiendo charlas extensas en el jardín de la casa de los señores Mazzello con tazas humeantes de café. Juliette se abrazó a sus abuelos por largos minutos dejando salir su llanto pues su mente poco a poco comenzaba a comprender la magnitud de la distancia que la separaba de la otra parte de su familia y ella se negaba a enfrentarse a demasiadas lunas sin sus abuelitos y sus tíos.
