Lección 41

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Cómo enamorarse de alguien cada vez más

YoonGi no está seguro de muchas cosas, como qué tanta agua debería tomar una persona promedio para no morir o cómo se llamaban las puntas de las agujetas, pero de lo que sí está completamente seguro, es de que Park JiMin luce mortalmente adorable con ropa de invierno encima.

Ver al otro de esa manera hacía latir a su corazón más feliz que nunca y sus sonrisas eran tan inevitables como la adorabilidad del pequeño rubio.

—¿Por qué sonríes así? —preguntó con una mirada adorable de curiosidad que derretía el corazón de YoonGi.

—Luces adorable —dijo sin titubeos mientras terminaba de abrochar su propia chaqueta—. Eres la única razón que tengo para salir a la calle con todo este frío —agregó.

JiMin rió un poco avergonzado, el pálido ni siquiera dudó en acercarse para besar su frente. El rubio lo miró y repitió el gesto, provocando que el corazón del pelinegro saltara de su lugar y latiera como si fuese un niño conociendo lo que era enamorarse.

—¿Entonces no te emociona lo que haremos hoy? ¿Sólo sales por mi? —frunció un poco sus cejas, sin saber bien cómo tomar aquello.

—Culpable —admitió—, culpable de que me tengas a tus pies de esta manera —el contrario los miró con ojos sorprendidos mientras el pálido reía.

—YoonGi, pero...

—Ya sé que no estoy literalmente a tus pies, JiMinnie —le dijo con un tono doméstico, acariciando su cabello mientras el rubio hacía un puchero por haber sido callado.

El pelinegro no dijo más nada y tomó la mano de JiMin para salir de la casa, el menor lo siguió contento y se detuvo a esperarlo mientras este aseguraba la puerta.

Esa mañana, JiMin encontró un artículo en internet que hablaba sobre el enorme árbol que habían colocado en una de las plazas de Seúl, la cual estaba al lado de la pista de patinaje. Entonces, despertó a YoonGi con planes de visitar de nuevo el lugar y también ver el bonito árbol del que todos estaban hablando. YoonGi se negó al principio, pero cuando el menor hizo un puchero, no pudo resistirse. Claro, al principio lo tiró de nuevo a la cama para abrazarlo un poco, pero finalmente se levantó.

Ahora YoonGi estaba congelándose, no sentía ni su nariz ni sus orejas, y a pesar de que el árbol se veía majestuoso brillando con esas miles de luces navideñas, tomar la mano de JiMin y ver los ojos emocionados del otro fueron muchísimo mejores. Por ese lado, suponía que valía la pena estar en la calle a pesar de lo mucho que odiara el frío.

—JiMin —lo llamó, el menor no había parado de mirar el gran árbol junto a muchísimas personas más, todos emocionados por lo cerca que estaba la navidad y atesorando en su pecho esos momentos familiares—. JiMin, hey —el rubio se giró para verlo y YoonGi enarcó una ceja—. Parece que te gusta mucho, lástima que no nos lo podemos llevar a casa.

—Yo sé que no podemos —volvió a mirar el árbol—, no creo que lo estén vendiendo —dijo como si fuera la única razón y YoonGi se carcajeó.

—Además del hecho de que es, no lo sé, ¿enorme? —soltó con obviedad mientras se reía, JiMin lo miró con sus ojos entrecerrados y él le sacó la lengua de manera juguetona antes de acercarse un poco más a su costado—. ¿No tienes frío?

—Un poco —se miró las manos, abriéndolas y cerrándolas—, ¿y tú? —ahora posó sus ojos sobre Min.

—Me estoy congelando —confesó, JiMin soltó un jadeo entre preocupado y sorprendido—. No literalmente.

—Lo sé, pero no es bueno que tengas tanto frío —hizo un puchero y YoonGi sonrió, ignorando el pequeño dolor de su nariz por ese segundo.

—¿Vamos a tomar algo caliente? —JiMin asintió, a pesar de que ambos sabían que el único que tomaría sería YoonGi, era lindo pensar que era una cosa de ambos y de esta manera, ese otro hecho estaba completamente camuflado.

Entraron a un pequeño local casi lleno de personas, seguro todos habían tenido la misma idea, pero eso no evitó que pudiera conseguir un buen puesto. El ambiente era cálido y la casi congelada nariz de YoonGi se lo agradecía.

—Tu nariz está roja —JiMin se rió adorablemente mientras la tocaba con la punta de su dedo índice, provocando que YoonGi la arrugara un poco en una expresión adorable.

—Lo sé —se quejó y la frotó un poco, sentía que se había enfriado hasta su cerebro.

JiMin sonrió y extendió sus manos hacia el pálido, sus palmas acurrucaron las mejillas de YoonGi y mientras este sentía su rostro calentarse por la vergüenza, también sintió el calor de las manos del rubio incrementarse lo suficiente para hacerlo suspirar de alivio. El rubio se veía orgulloso de poder ser de ayuda y acarició las mejillas ajenas con sus pulgares, ese pequeño gesto provocó que el pálido sintiera unas inmensas ganas de besarlo en ese momento.

—Eres tan lindo que creo que moriré —los ojos de JiMin se abrieron en sorpresa y apartó rápido sus manos del rostro de YoonGi, el hombre rió—. No literalmente. Tómalo como un cumplido, JiMinnie.

—Oh —ladeó un poco su cabeza y cubrió una pequeña sonrisa con su mano.

—Aquí está su pedido —un pequeño robot dejó una bandeja sobre la mesa; un pequeño pastel de fresas y un chocolate caliente al que le había agarrado el gusto gracias a JiMin—, que lo disfrute —y se retiró.

YoonGi observó a la máquina alejarse y luego miró a JiMin sonreír de esa manera tan preciosa que le encantaba, la cual hacía juego con sus mejillas sonrojadas y su cabello oculto detrás del gorro de lana, haciéndolo lucir más que perfecto. En definitiva, JiMin era otra cosa, una muchísimo más especial que cualquier robot, YoonGi estaba seguro de eso.

—Apresúrate para que vayamos a patinar —insistió como un niño enérgico y YoonGi viró los ojos sin estar realmente molesto.

—La pista de patinaje no se irá de ahí —razonó mientras tomaba un sorbo de su chocolate.

—Pero se hará tarde y no podremos entrar —siguió y el mayor arrugó un poco su nariz antes de hacer un ademán de despeinar su cabello, provocando que el gorro de lana se saliera de su lugar.

—¡Aish! —se quejó y empujó las manos de YoonGi, este se rió mientras el menor hacía un puchero.

—Lindo —le dijo mientras sonreía y siguió con su chocolate, viendo el puchero ajeno incrementarse un poco más a modo de berrinche—. No me mires así o me darán más ganas de besarte de las que tengo ahora.

El menor se rió con sus mejillas rojas y le sacó la lengua.

Entonces entre risas y conversaciones cortas, pero lindas, YoonGi terminó su postre y ambos salieron en dirección a la pista de patinaje. El pálido no estaba realmente emocionado y tenía sus razones, pero le dio el gusto al rubio a pesar de que él considerara esa parte de la cita como un desastre.

Pero era una cita al fin y al cabo, y él era feliz.

Así que luego de un sinfín de veces en las que YoonGi sintió el frío del hielo contra su trasero y de que JiMin se riera a carcajadas por las nulas habilidades en el patinaje de su Hyung, ambos tomaron un autobús de regreso a casa.

YoonGi estaba medianamente congelado y JiMin se acurrucó a su lado para compensarlo.

Una vez estuvieron dentro, JiMin se tiró al sofá con cansancio y el hombre se lanzó sobre él, apretujándolo en un abrazo que hizo reír al rubio antes de robarle un par de besos. Ambos se miraron antes de rozar sus narices por puro reflejo y mientras YoonGi suspiraba de felicidad, JiMin besó su nariz suavemente.

YoonGi acarició su mejilla—. ¿Vamos a dormir ya?

JiMin asintió, bostezando luego—. Vamos a la cama~.

Ambos se levantaron y se pusieron sus pijamas, YoonGi esperó a que JiMin se volviera a acurrucar a su lado y ambos se durmieron en los brazos del otro, bajo las sábanas y entre sonrisas de felicidad. Uno de ellos sin poder creer la suerte que tenía de tener a alguien como JiMin consigo.

YoonGi ya estaba perdidamente enamorado.

How To Train Your Robot | myg + pjmWhere stories live. Discover now