IV

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POV Alba

Me desperté de golpe. Abrí los ojos muy rápido y noté como si no me llegara el aire suficiente a los pulmones así que empecé a respirar profundamente, Natalia se despertó y me miró preocupada, encendió la luz y me miró. Respiré profundo de nuevo intentando calmarme.

Había tenido otra pesadilla. Últimamente tenía pesadillas muy seguido y siempre eran parecidas. Estaba viendo como me operaban, y cuanto más tiempo pasaba más se complicaba la operación. Entonces era cuando escuchaba el fuerte pitido del cardiograma y me despertaba. Me despertaba siempre sobresaltada, asustada. 

Aprendí a controlarme y a calmarme, respiraba hondo contando hasta cinco y después exhalaba. Natalia me miraba preocupada y yo negué con la cabeza restándole importancia a lo que acababa de suceder. Cuando me calmé me di cuenta de que había llorado y seguía haciéndolo, intenté secar las lágrimas con las mangas de mi camiseta pero fue en vano pues seguía llorando.

-Lo siento. -Dije mirando hacia abajo.- 

-¿Por qué? -Me dijo ella.- 

Yo negué con la cabeza y me dispuse a marcharme a mi cama. Supuse que ya no quería dormir a mi lado después de la pesadilla. Pero no me dejo marchar, me agarró de la muñeca y me abrazó mientras se volvía a tumbar. Quedamos las dos tumbadas y Natalia apagó la luz. Apoyé mi cabeza en su pecho y ella me acariciaba el pelo con cariño, con delicadeza. Reprimí el llanto a sollozos y gemidos ahogados. 

-Lo siento. -Me volví a disculpar.-

-Albi... -Susurró.- No tienes nada por lo que disculparte. 

-Era una pesadilla. -Confesé.- Estaba en quirófano y... 

-Y nada. -Terminó la frase ella.- Hoy serás tú y puede que mañana yo. 

-Gracias Nat. -Dije y suspiré.- ¿Te molesta que te llamen Nat?

-No. ¿Y a ti te molesta que te llamen Albi? -Preguntó susurrando.-

-No... -Me abracé a ella y en cuanto toqué su abdomen soltó una queja.- Perdón, perdón.

-No pasa nada. -Dijo ella.-

Cogió mi mano y la puso abrazando su tronco pero evitando la zona del abdomen. Su respiración se fue relajando hasta que supe que se había dormido. Con cuidado me separé un poco de ella, dejé un beso en su mejilla y abrió uno de sus ojos mirándome mientras sonreía. Enrojecí enseguida por la vergüenza de la situación. Natalia me agarró con una mano de la mandíbula y la levantó un poco. Se acercó a mí y dejó un beso en mi frente.

-Descansa Albi.

-Descansa Nat.

Ahora sí que dormimos las dos, no fue hasta que una voz se escuchó por la habitación que nos levantamos. 

-Muy buenos días... -Dijo Clara mientras abría las persianas dejando así que la habitación se inunde con la luz de la mañana.- ¿Para esto querías compañera? ¿Para robarle la cama?

-Me has pillado... -Dije bromeando y las tres reímos.-

-El desayuno está listo, ¿Vas a comer hoy aquí también Alba?

-Sí, alguien tiene que hacerle compañía ahora que aún no se puede mover en silla de ruedas. -Me encogí de hombros.-

-Está bien, en quince minutos estará listo... -Anunció Clara antes de salir por la puerta.-

Miré a Natalia que seguía medio dormida, sonreí de lado y acaricié sus mejillas haciéndola sonreír.

-Buenos días. -Me dijo.-

-Buenos días. -Sonreí de lado.-

Me levanté de la cama y me fui a la mía. En cuanto mi piel entró en contacto con las sábanas un escalofrío recorrió mi cuerpo. Me incorporé como para comer, puse varios cojines detrás mía para simular un respaldo, Natalia hizo lo mismo. En el tiempo que había estimado Clara nos habían traído el desayuno.

El desayuno consistía en una taza de leche, la mía de soja ya que era intolerante a la lactosa, una tostada y una manzana. Junto a la bandeja del desayuno de Natalia venía la pastilla que se tenía que tomar para la pierna. En mi bandeja venían tres tipos de pastillas diferentes, cada una con un propósito. Me tomé las pastillas después de comer y miré de reojo a Natalia. Natalia sostenía la pastilla en una mano mientras que en la otra sostenía el vaso de plástico con agua.

-¿Te enseño un truco? -Propuse sonriendo.-

-Sí por favor... -Ella rodó los ojos.-

-Mira, te pones la pastilla en la parte trasera de la lengua, pero sin tocar la campanilla obviamente. -Las dos reímos.- Y después bebes un trago, la lengua se mueve para atrás para tragar el agua y la pastilla se va con ese trago. 

-Vale, gracias. -Me sonrió amablemente.-

Hizo lo que le dije y la pudo tragar sin problemas. El resto de la mañana la pasamos tranquila, yo debía estar pendiente de que no me subiera la fiebre. Hablamos de todo un poco, de nuestros artistas favoritos, películas favoritas, canciones favoritas... Ahora hablábamos de nuestra vida amorosa.

-¿De verdad? -Pregunté incrédula.-

-¡Que sí! -Me dijo ella riendo.- 

-¿Tu primera vez fue en la playa? -Reí y ella también.-

-¿Y tu primera vez? 

-En la habitación del que era mi novio por aquel entonces. -Rodé los ojos divertida.-

-¿Has tenido rollos con chicas? -Me preguntó.-

-¿Y tú? -No respondí.-

-He preguntado yo primero. -Sacó la lengua.-

-Aclaremos una cosa, hetero no soy. -Dije y ella sonrió ampliamente.- Ahora enserio, ¿y tú?

-¿Tengo pinta de hetero? -Negué riendo.-  Pues he ahí tu respuesta. 

-¿Como te llevas con tus exs?

-De normal bien, pero el último se comportó como un imbécil... Llamándome borracho, diciendo que me necesitaba... -Puso cara de asco.- 

-Yo me suelo llevar bien... -Me encogí de hombros.- Hey, una cosa.

-Dime. -Me miró atentamente.-

-Esta tarde hacen lo que aquí llaman "Tarde de cine". -Hice las comillas con mis dedos.- Apagan las luces y proyectan una película en una de las salas comunes. Como no puedes ir había pensado en ver una peli aquí, pero depende de como te encuentres obviamente.

-Me parece genial. -Sonrió.- Yo me encuentro bien, de verdad.

-Entonces... ¿Tarde de cine?

-Hecho. -Estiró su brazo y nos dimos las manos como sellando el pacto.-

Al llegar la tarde nos tumbamos las dos en la cama de Natalia a ver una película en su portátil, habíamos decidido poner "Tulip Fever".  Natalia había escogido esta película.

Aún que llevaba poco tiempo con la morena conectamos enseguida, era como si ya nos conociéramos, nos entendíamos. Y lo que más me gustaba era la capacidad de compresión que tenía, porque era obvio que yo estaba enferma, por eso estaba allí, pero aún así no había preguntado nada. 

Se lo diría, solo que tenía que reunir el valor para hacerlo. Cada vez que comentaba que tenía leucemia linfoblástica aguda la gente se asustaba, me miraba con pena, me trataba diferente. Mis amigas lo hicieron pero con el tiempo dejaron de hacerlo, se dieron cuenta de que seguía siendo yo. Temía que Natalia se asustase, no me viera de la misma manera. Temía que no se quisiera volver a acercar a mí.

Aún que ella no parecía de ese tipo de persona. Yo me había sometido a una tanda de quimioterapia el primer mes que pasé aquí dentro y desde entonces no había necesitado ya que con pastillas sería suficiente hasta encontrar a un donante. Y ahora que por fin tenía un donante me daba miedo. No me daba miedo el hecho de entrar a quirófano, sino el hecho de no volver, de quedarme allí.

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Dos capítulos, para que veáis lo que os quiero.

Sempiterno // AlbaliaWhere stories live. Discover now