Killin' everything in my way

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Ir de compras con Rosé no había estado tan mal. Ambas cargadas de bolsas, con sus gafas de sol puestas, puliéndose el dinero de Samsung y comiendo helado, todo entre risas y conversaciones. Por un momento Lisa se había sentido como una joven normal. Aunque, por supuesto, Rosé y ella no se parecían en nada a las tres chicas que esperaban detrás suya en la cola del Starbucks, hablando de chicos y exámenes. Habían pasado toda la mañana dando vueltas por un centro comercial extraordinariamente caro, lleno de gente sofisticada y adinerada. Mientras que Rosé quemaba la tarjeta de crédito aquí y allí, Lisa se limitaba a comprar lo extraordinariamente necesario. Nunca había tenido tanto dinero, y no sabía cómo usarlo. A ella, que siempre había tenido lo justo y necesario para vivir, nombres como Tous, Prada o Louis Vuitton le sonaban lejanos, irreales, y obviamente, nunca había pensado que pudiera comprar nada en ellos, pero sin embargo, Rosé la arrastró hasta Chanel como quien va a la esquina a comprar el pan.

-A Jennie no le agradas mucho - soltó de repente, sorprendiendo a Lisa -. Pero vestida de Chanel le gustarás mucho más.

Una asistenta las atendió en seguida, tratándolas de usted y con una sonrisa demasiado artificial como para resultar reconfortante. Les mostró una amplia gama de trajes de noche, de todos los colores y estilos imaginables, pero mientras se probaba algo obligada, Lisa sólo podía pensar en una cosa. ¿Cómo demonios iba a pelear con aquello de tener que hacerlo? Metida en el probador, trató de levantar la pierna para dar una patada, pero le resultó imposible, y el corpiño estaba tan apretado que apenas podía moverse. ¿Y dónde iba a esconder las armas? Estaba todo tan ceñido que sería imposible ocultar el contorno de una pistola o un cuchillo en alguna parte.

Salió del probador, con aquel vestido verde esmeralda, ciertamente muy bonito, en el brazo y vestida con sus vaqueros y su camiseta de mangas cortas. Rosé la miró decepcionada.

-¡Lis! ¡Quería vértelo puesto!

-¿No es de su talla, señorita?

-Sí, no es eso .- Le devolvió el vestido a la dependienta -. ¿Puedo hablar con mi amiga un segundo?

-Por supuesto - aceptó ella, aunque sin alejarse mucho. Por su entusiasmo, Lisa juraría que cobraba a comisión. Se acercó a Rosé para que no pudieran oírlas.

-El vestido es precioso - admitió, entre susurros -. Pero muy incómodo. Casi ni puedo moverme. Mi cometido en esta misión en proteger a Jennie en caso de que las cosas se pongan feas. ¿Cómo voy a hacerlo si apenas puedo levantar los brazos?

Rosé suspiró, asimilando que tenía razón. Pero tenía que hacer algo. A Jennie le daría un infarto si Lisa aparecía en Converse y sudadera, como todos los días. La fiesta era de etiqueta, y no podía ir como una pordiosera. Pero, ¿qué se iba a poner? Allí todo eran vestidos largos o blusas enrevesadas. Su mirada se clavó en el maniquí central de la sección masculina. Si el patriarcado no iba a dejar a las mujeres ir cómodas, su cuenta bancaria lo arreglaría.

-Te vas a poner eso - decidió Rosé señalándolo.

Lisa se giró. La mayor apuntaba con el dedo a un estilizado maniquí, engalanado con un traje de chaqueta negro y ajustado, con las solapas de la chaqueta de un intenso morado brillante. Lisa alzó las cejas, no le encontraba defecto alguno, podía ocultar una pistola en el cinturón, y esos pantalones la dejarían moverse con comodidad. Sin embargo...

-Es muy bonito, Rosé. - Pensó en Jennie -. Pero es un modelo de hombre. No es que me importe, no creo que la ropa tenga género, pero me estará ancho de hombros y largo de brazos.

-No hay nada que esto no pueda arreglar - zanjó Rosé, sacando su tarjeta de crédito, y mostrándosela como si estuviera jugando al póker. Se acercó a la dependienta, y ambas mujeres miraron a Lisa, hablando entre ellas. En menos de tres minutos, la joven tenía alrededor a tres modistas, tomando todas las medidas de su cuerpo y apuntándolas en una libreta. Subieron a Lisa en una especie de pedestal, le pusieron el traje y lo ajustaron con alfileres.

Professional Killer [JENLISA] Where stories live. Discover now