16 shoots

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Habían pasado dos minutos y medio desde que Jennie había aparecido con Peter Prince por una de las numerosas puertas de la sala. El intercomunicador de Lisa, conectado a un micrófono en el dobladillo del escote de Jennie, se activó con un pitido, dejándola oír la voz amortiguada del magnate y la risa fingida de la coreana. Lisa la había dejado bailando con él, y a la otra sólo le habían hecho falta unos segundos para camelárselo y sacarlo de allí. Lisa se movió y se apoyó en una pared, concentrada en lo que oía por el auricular y observando el gran salón.

- Es una suerte que mi mujer se haya sentido indispuesta esta noche - dijo él con un tono nauseabundo.

- Una suerte maravillosa - mintió Jennie.

"Idiota", pensó Lisa. "Una suerte sería que siguiéramos bailando". A pesar de que sabía con certeza de haber seguido en la situación en la que se encontraban, ya estarían muy lejos del casino.

- Y esa Lalisa... con que tu amiga, ¿eh?

Lisa frunció el ceño.

- Mi amiga, sí.

- Vamos, Ruby Jane, que aquí somos todos adultos.

- No sé qué quieres decir.

A pesar de la tensión de lo que oía, Lisa se permitió deleitarse con la mezcla de acentos que usaba Jennie al hablar el inglés.

- Bueno, no se baila así con alguien que es sólo tu amiga - dejó caer el empresario, seguido de un largo silencio por parte de Jennie. Lisa podía imaginar perfectamente su cara, mirando al suelo y con la mandíbula apretada -. No tengo ningún problema, siempre y cuando ya sabes... - De nuevo el silencio -. Tengo una mente abierta y estoy dispuesto a... nuevas experiencias.

Aún con riesgo de estropearlo todo, Lisa estuvo dispuesta a correr por el pasillo y partirle la cara hasta dejarlo irreconocible, pero apretó los puños en el bajo de su chaqueta. La corbata estaba empezando a apretar.

- Todo es negociable - dijo Jennie en un tono más tenso del que había empleado anteriormente. Lisa oyó el sonido de una puerta por su auricular, y luego alcanzó a oír cómo se cerraba. Frunció el ceño. Había ido para protegerla, y no podría hacerlo en una habitación distinta y sin saber si quiera dónde se encontraba. Echó a caminar despacio hacia el pasillo por donde Jennie había desaparecido con Prince.

Por su lado, Jennie se sentó en un sofá de terciopelo de lo que parecía ser un despacho, mientras Peter Prince se apoyaba en la firme mesa de caoba.

- Soy todo oídos - dijo él, deseoso por saber las razones por las que la joven lo había sacado de la celebración.

- Sólo quería conversar un rato - disimuló ella, jugando con su pelo, planteándose cómo abordar el tema -. ¿Cómo van los negocios?

- Genial - contestó Prince -. ¿No ves las noticias? No me considero un monstruo, querida, pero cada vez que oyes en las noticias la palabra bombardeo, atentado o masacre, mi cuenta bancaria engorda considerablemente.

Jennie se sintió asqueada. "¿Pero qué diferencia hay con lo que haces tú?", se recordó. Pero si era así, ¿por qué Lisa la miraba de aquella forma? La tailandesa la observaba como si fuera la persona más pura del planeta. "Hasta que te conozca del todo. Entonces huirá, como todos. Sólo Rosé y Jisoo se quedan. Somos tres. Seremos tres para siempre".

- No me meto en el trabajo de los demás - fingió desinterés -. Cada uno tiene sus métodos.

- Por supuesto - aceptó él. Incluso tú, Ruby Jane, ¿o debería decir... Jennie Kim?

Al mismo tiempo que una terrible sensación de peligro recorría la nuca de Jennie, dos hombres enchaquetados y visiblemente armados entraban en la sala y ocupaban los costados de Prince. "Mierda".

Professional Killer [JENLISA] Where stories live. Discover now