After all, we lie

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Seis meses más tarde.

La calle estaba abarrotada. Empresarios enchaquetados que caminaban con prisa, estudiantes que revisaban sus apuntes a riesgo de caerse, niños correteando perseguidos por sus padres... y ella. Aquella figura espigada con la capucha sobre su pelo rubio caminaba entre ellos, mimetizándose, con las manos en los bolsillos y el ceño fruncido. Lisa estaba mucho más rota que unos meses atrás. En ese tiempo, la habían obligado a cometer atrocidades que jamás hubiera hecho por su propia cuenta, y por las noches, los rostros a los que asesinaba se le aparecían en sueños. Había conseguido una falsa libertad. Al menos, podía caminar por Seúl a su antojo, siempre y cuando obedeciera cuando YG la necesitase. En ese tiempo, había llegado a odiar a su padre más que nada en el mundo, y cada noche de misión, antes de salir, rezaba por su muerte o por la propia.

Al fin, Lisa llegó al alto edificio de cristales. El YG Building. En teoría, debería mantenerse alejada de él, bajo duras consecuencias, pero lo visitaba desde la distancia cada mañana que tenía libre. Pasaba las horas muertas mirando el piso veintinueve, sin saber que sus amigas llevaban meses sin pisarlo. Su única esperanza era ver a Jennie salir algún día, al menos de lejos, comprobar que estaba bien, que tenía una razón para seguir viviendo. Jennie... La extrañaba tanto. Y esa añoranza se había convertido en dolor, sobretodo las noches en las que los cuerpos que mataba en sueños adoptaban su rostro. Lisa sabía lo que significaba: si metía la pata, mataría a Jennie. Se apoyó en una farola, con su único consuelo de que la tenía cerca, y cerró los ojos.

- Hola.

Lisa se tensó y abrió mucho los ojos ante esa voz. No podía ser. Reconocería aquel timbre alegre en cualquier parte. Giró un poco la cabeza y tuvo que contener las lágrimas. Rosé. Su Rosie, tan sonriente como siempre. Estaba bien, vestida con uno de sus anchos jerséis y su falda vaquera. Pero le dolió tanto no ver ni una pizca de reconocimiento en sus ojos... Lisa se rebujó en la capucha para ocultar su rostro y no contestó. Las palabras de Khalan estaban claras: si alguna de las tres la veía, no había trato.

- Te vi ayer por aquí - continuó Rosé -. Bueno, llevo varios días viéndote.

- Lo siento, te has confundido de persona.

La mayor hizo un gesto de asombro.

- No, no creo. Estoy bastante segura que eras tú. Siempre vienes y te quedas aquí un rato.

Lisa apretó los dientes, conteniendo sus impulsos de lanzarse a abrazarla o salir corriendo.

- Es la primera vez que vengo - negó.

Rosé hizo un puchero.

- Oh, bueno, pues lo siento. - Suspiró, y echó una mirada al YG Building. Parecía pensativa -. ¿Tú sabes lo que es ese edificio?

Lisa frunció el ceño. ¿Qué estaba diciendo? Rosé vivía allí. ¿Le estaría tomando el pelo?

- Ni idea - contestó, intentando no descubrirse a sí misma, hundiéndose más en la sudadera.

- Qué pena - se lamentó la otra -. Bueno, ya dejo de molestarte.

- ¡No! - exclamó Lisa sin saber bien por qué. A pesar de que era peligroso, agradecía la única muestra de amabilidad que había recibido en medio año, y tener a su amiga cerca estaba ablandando su corazón -. No molestas.

- Ah, es bueno saberlo - rió, balanceándose en sus talones -. ¿Sabes? A la vuelta de la universidad, vengo aquí cada día. Mis pies lo hacen inconscientemente, y no sé por qué. El camino me resulta familiar, pero ni siquiera queda cerca de mi casa.

Lisa no entendía nada. ¿Universidad? ¿Por qué no sabía nada del YG Building? Parecía que nunca había entrado en el edificio. Rosé era la misma, pero era como... como si lo hubiese olvidado todo. No podía ser. Khalan lo prometió. Sólo la borraría a ella, y dejaría la vida de las chicas tal y como estaba. Sólo esperaba que no se le hubiera ocurrido separarlas.

Professional Killer [JENLISA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora