When you couldn't be the one to help

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Jennie se despertó aquella mañana con un brazo dormido y una gigantesca sensación de felicidad en el pecho. Abrió los ojos lentamente, arrepintiéndose de no haber cerrado las cortinas la noche anterior, y agradeciendo que al menos, estuvieran tapadas por una sábana. Restregó la cara en el hombro de Lisa, aún medio dormida, y sonrió al escuchar la acompasada y profunda respiración de la rubia que aún estaba en el quinto sueño. Estaba tan cómoda a pesar de que su brazo hormiguease intermitentemente... La noche anterior había sido perfecta, cómoda, segura. Lisa había sido todo lo que se había imaginado y mucho más, la había adorado, la había abrazado y protegido. Jennie nunca supo todo lo que había querido ser protegida hasta aquel momento. Se separó del abrazo de Lisa intentando no despertarla, sonriendo ante su débil quejido, cerró las cortinas rápidamente y cogió una muda de ropa interior del baño. Necesitaba una ducha. Urgentemente.

Se llevó una sorpresa al verse desnuda en el espejo, y no tenía nada que ver con las marcas de su cuello o sus caderas, ni con su pelo alborotado, sino con su sonrisa. Una sonrisa indeleble que no acostumbraba a pasar por su rostro pero que había llegado para quedarse. Se duchó rápidamente, se puso el par de bragas y el sujetador, envolvió su pelo mojado en una toalla y volvió a salir a la habitación. Encontró a Lisa en exactamente la misma posición en la que la había dejado, pero con los ojos entreabiertos y media sonrisa en la boca.

- Buenos días - musitó con un hilo de voz.

- Hola - respondió Jennie sentándose a su lado en la cama. Lisa tiró de su mano para tenerla sobre su cuerpo de nuevo, y dejó un suave beso sobre sus labios. La coreana esparció algunos más por su rostro. Apenas se reconocía a sí misma. Lisa la estaba convirtiendo en una cursi -. ¿Cómo has dormido?

- Genial - ronroneó sin estar completamente despierta -. Qué bien hueles. Dios, debo oler a muerto.

- A muerto no, pero sí a s...

Unos fuertes golpes en la puerta de la habitación la interrumpieron. Lisa se escondió debajo de las sábanas.

- Si es Jisoo, dile que he muerto.

Jennie rió, se puso la camiseta que Lisa había tirado la noche anterior y se dispuso a abrir la puerta. Por suerte para todas, era Rosé.

- Hey, Jen - dijo alegremente, sin pasar por alto que aquella camiseta que le llegaba por medio muslo no era suya.

- Hola, Rosie.

- ¿Vais a venir a desayunar Lis y tú? El buffete cierra en un rato.

Jennie no fue consciente del hambre que tenía hasta aquel momento.

- Claro, sí, ahora vamos.

Rosé desapareció por el pasillo y Jennie volvió a dentro. Lisa estaba empezando a incorporarse, desperezándose ruidosamente.

- Era Rosie.

- Dado que nadie ha entrado a la habitación gritando, lo sé.

Toda la razón. Jisoo no hubiese parado hasta dar con la desnudez de Lisa e interrogarlas a las dos. Jennie abrió el armario para coger unos pantalones cortos, pues le encantaba el olor de la camiseta de la rubia, y quitársela no entraba en sus planes. Le hizo un nudo en el costado para que no le estuviera enorme y ya. Lisa la abrazó por la espalda y Jennie se dio la vuelta en sus brazos para besarla, besarla de verdad por primera vez aquella mañana.

- Ve yendo, si quieres. Necesito una ducha.

Jennie asintió, sin poder evitar propiciarle una suave palmada en el trasero cuando la otra se encaminó al baño. Lisa sonrió por encima del hombro.

Professional Killer [JENLISA] Where stories live. Discover now