4.- Los Guardianes de la República

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Según se aproximaban a Cataluña el paisaje se tornaba más y más oscuro. Tan solo se apreciaban pequeñas luces naranjas y el humo que se entreveía en la penumbra. 

A pesar de que la de Ciudadanos le había dicho que durmiera algo durante el trayecto Irene se negó. Era tarde y ambas estaban cansadas, pero no podía dormirse, tenía que darle conversación a Inés, quien iba conduciendo para que esta se mantuviera alerta.

- Cuando lleguemos no te separes de mi - dijo más seria de lo normal Inés.

- ¿A qué viene tanto misterio? Es Cataluña no las tierras salvajes.

Irene había dado en el clavo. Los conflictos allí eran el pan de cada día, ya no se sorprendían de lo que pudiera pasar. Solo había una cosa que les preocupaba: el President Legítim. Inés esperaba que la llamada de su amigo no tuviera nada que ver con él, sino ni ella ni nadie estarían a salvo. Y lo peor, habría llevado a Irene a la boca del lobo.

- No sabes de lo que son capaces mis "amigos" catalanes.

Reinaba un silencio perturbador. Irene empezaba a comprender la preocupación de la líder naranja. En las calles no se veía ni un alma, y aquellas luces naranjas que se veían desde fuera se trataba de fuego. Contenedores ardiendo, pintadas por todas partes, coches volcados, algunos de ellos ardiendo en llamas. Irene se acomodó en su asiento, cada vez se sentía más incómoda allí.

- No te preocupes. Estás conmigo, todo irá bien - la de C's intentó animar a su acompañante.

Inés puso el GPS, introdujo la dirección que le había pasado su compañero de partido en la cual debían encontrarse. Estaban a escasos 40 minutos de dicho lugar. Inés echaba de menos su añorada Barcelona. Le entristecía el estado deplorable al que la había llevado la Catalonian Resistance, el ejército del President Legítim.

Carrizosa les estaba esperando oculto entre las sombras. Irene se asustó cuando este apareció a su espalda, pero quién no se asustaría al aparecer detrás de sí un hombre encapuchado. El de Ciudadanos no podía ocultar su cara de asombro al ver a la podemita allí. En política no hacen falta presentaciones por lo que el hombre le dio la mano y se dirigió a Inés:

- Vamos a la sede. No es seguro permanecer fuera mucho tiempo - dijo Carrizosa tendiéndoles un par de capas con capucha - tomad, poneos esto.

Ambas mujeres aceptaron y se las pusieron inmediatamente.

- Aquí los extranjeros no son bien recibidos - terminó de explicar el de C's.

Salieron de allí en silencio, con paso ligero. La tensión se podía cortar con un cuchillo. Se mantenían ocultos entre las sombras. Cuando debían atravesar zonas iluminadas lo hacían con máxima precaución.

De pronto fueron sorprendidos por un fuerte estruendo. Inés y Carlos se miraron, sabían bien lo que se acercaba a ellos. El ruido se acercaba a ellos, eran pasos. Carrizosa les indicó que se ocultaran. Lo siguieron hasta una esquina oscura. Pronto se dejó ver el origen de aquel ruido. Un titanosaurio, el dinosaurio catalán. Inés agarró por la muñeca a la estupefacta Irene y tiró de ella. La empotró contra la pared, Irene miró hacia abajo, tenía a la de C's pegada a ella.

De repente escucharon unas voces.

- Graba, graba!! - gritó un extraño hombre que llevaba unas crocs.

- Un momento hombre que estamos ocupados - dijo otro hombre que había aparecido de la nada. Sacó una cámara y comenzó a grabar.

- Owen cuidado!! - gritó una mujer que los acompañaba.

- Y estos eran los expertos en dinosaurios... Dejad de comeros la boca y grabad joder!!

Inés lanzó una mirada perpleja a su compañero el cual se encogió de hombros. La de Ciudadanos se llevó la mano derecha a la cara. No daba crédito a lo que estaba pasando allí. Cuando creía que ya lo había visto todo apareció un variopinto grupo cargando una impresora. Irene reconoció al líder: Rufián. Se preguntaba qué estaría haciendo allí.

- ¿Quiénes son estos parguelas? - preguntó el hombre de las crocs.

- Cuida esas palabras. No sabes con quién te estás metiendo - dijo la mujer de amarillo.

- Somos los Guardianes de la República y.. - dijo Rufián.

- Vaya panda de pesaos colega - dijo el hombre cada vez más enfadado - ¿no veis que estamos ocupados? - dijo mirando a sus acompañantes. Se llevó las manos a la cabeza cuando los vio, se estaban comiendo la boca como si no hubiese un mañana.

- Hemos venido a liberar Cataluña de.. - Rufián fue otra vez interrumpido por el hombre de las crocs.

- Pásamelo - dijo el aventurero dirigiéndose a su compañera - se acabó el cuento.

Esta le pasó un pequeño libro en cuya portada ponía "Constitución española". La abrió y comenzó a leer un artículo:

- Artículo 155: Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España..

Aquello surtió efecto. Rufián y el resto de guardianes se retorcían en su posición, tapándose los oídos y murmurando cosas ineludibles.

- ¡Rovira! ¡Haz algo! - gritó Rufián dirigiéndose a la mujer amarilla.

- Yo.. soy... español - dijo la HP republicana.

- No los escuches!! - gritó la de amarillo.

- Visca Catalunya!! - gritó el señor mayor que los acompañaba.

Inés y compañía observaban la escena atónitos. Menudo circo se había formado allí en un momento. No daban crédito. Se miraban unos a otros sin saber bien qué decir. Por otra parte, la de C's seguía reteniendo a Irene contra la pared.

¿Esto es normal? No entiendo qué acaba de pasar ahí - preguntó confusa la de UP.

- Bienvenida a Cataluña amiga - dijo irónicamente Carrizosa.

-Siempre que pienso que ya lo he visto todo en esta vida van y me sorprenden - dijo la de Ciudadanos.

Inconscientemente había apoyado su cabeza en el pecho de Irene.

- Tienes razón. Pocas cosas quedan que nos puedan sorprender - dijo el de C's - deberíamos ponernos en marcha.

Dicho esto reanudó la marcha distanciándose un poco de sus acompañantes.

- Estoy segura de que yo podría sorprenderte -susurró la de Podemos en el oído a Inés.

Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Se separó de ella un poco brusca. Sus miradas se cruzaron. Irene la estaba mirando con una sonrisa que seduciría a cualquiera. Se acercó a ella, se puso de puntillas y estiró sus brazos. Estiró de la capucha para colocársela y susurró:

- Tú me sorprendes de maneras que nunca habría imaginado.

Se separó de nuevo, se dispuso a retomar el camino y reunirse con Carrizosa. Inmediatamente la de Podemos le siguió. Solo le faltaba eso, perderse en esa ciudad de locos.


Por la Moncloa - IRENESWhere stories live. Discover now