16.- Tú a Podemos y yo a Ciudadanos

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- Irene. Quiero volver. - Al de Podemos solo le faltaba suplicarselo de rodillas.

- Anda y date un paseo con vistas. Perroflauta. Arrastrado. - Inés no pudo evitar meterse por medio.

- No me esperaba que una facha como tú fuese tan bajuna. Te creía más moderada.

- Nací más moderada que tú chaval. - Inés se puso delante de Irene y de manera inconsciente le dio la mano.

Ese gesto no pasó desapercibido por el coletas.

- Nunca habría imaginado que jugaras en esa liga. - El tono de su voz dejaba entrever cierta decepción que a Irene no le hizo ninguna gracia.

Lejos de terminar el rifirrafe, la de Ciudadanos y el podemita cada vez se enzarzaban con más agresividad.

- Chic-... amig-... - ¿novia y ex?, Irene no sabia como controlar la situación. Finalmente se decantó por citar a un gran pensador español - A ver. Un poquito de por favor. - Hizo una pausa para comprobar que, efectivamente, tenía su atención. - Que no es ni el momento ni el lugar adecuados.

- Te estás equivocando Irene. Esta cualquier día te cambia por otro. No ves que solo le importa su adorada España.

Irene notó como Inés le apretaba con más fuerza la mano. E Inés notó como Irene tiraba de ella, sabía que si no la frenaba pasaría a palabras mayores.

El tirón hizo que Inés quedara detrás de Irene. Quien, cansada de los despropósitos que estaba soltando por la boca Pablo, decidió imponerse.

- No fui yo la que se acostó con otro teniendo pareja.

Notaba como algo dentro de ella crecía, cada vez con mayor intensidad. La mala hostia se apoderaba de ella.

- Y tampoco fui yo la que se llevó a su casa, nuestra casa, a otro.

Soltó la mano de Inés y se acercó intimidante a Pablo. Con los brazos cruzados, pocos centímetros los separaban. Dejó de hablar, habían pasado a una guerra de miradas. Irene le dirigía la peor de todas.

- Si habéis terminado.. - Inés interrumpió, miraba a un lugar fijo a su derecha. Empezaba a desesperarse. - Tenemos cosas mejores que hacer. Algunas trabajamos.

Todo había vuelto a la normalidad. Debían centrarse en la investidura. Tenía pensado hablar de ello con Irene, a solas. Quizás podría convencerla de alguna forma.

Irene se giró, poniendo punto y final a la discusión. Ella siempre ganaba. Puso su mano en la espalda de Inés y se marcharon de allí.

- Déjame invitarte a algo para compensarte este circo. - Irene junto las palmas de sus manos y las puso delante de su cara, a gesto de suplicar perdón. Lo había aprendido de Inés.

La de Ciudadanos sonrió pero no dijo ni una sola palabra. Irene tomó esa sonrisa como un sí.

La realidad era que Inés quería llegar a su despacho y enterrarse en las montañas de documentos del partido que la esperaban. En los últimos meses había hecho el trabajo de medio partido ella sola. Albert estaría demasiado ocupado, de vacaciones con Malú.

Llegaron al despacho de Inés. Iban juntas. Ya poco les importaba lo que pensasen los demás. Tras la pillada de Ferreras, habían sido noticia durante un largo tiempo. Inés se adelantó a entrar, seguida de Irene quien cerró para preservar la intimidad.

Se sentó en su silla y le indicó con la mano a Irene que tomara asiento. La madrileña se percató de la seriedad del asunto. A pesar de su relación, seguían siendo ante todo políticas.

- Necesito tu apoyo para gobernar, Irene.

Esas palabras la dejaron helada. Se lo podía esperar pero no había pensado más allá.

- Inés.. ya sabes que Podemos y Ciudadanos no..

- No. - El tono de sus palabras era dulce sin perder la firmeza. - No quiero un pacto ni un gobierno de coalición.

- No entiendo. No sé por dónde vas, Inés. - Irene rió nerviosa.

- Quiero que tú, gobiernes conmigo.

- Eso es un pacto, Inés. No somos del mismo partido, te lo recuerdo.

- ¿Y? Eso tiene solución. - Inés se estaba emocionando demasiado.

- ¿Tú? ¿En Unidas Podemos? - Volvió a reír.

Dejó de reír al ver cómo Inés fruncía el ceño.

- Tú. En Ciudadanos.

- Estás de coña. - La madrileña se mordió el labio y sonrió. Pero al ver la seriedad de Inés dudó. - Porque es una broma, ¿verdad?

- El naranja te quedaría muy bien. - La que reía ahora era Inés.

- Qué graciosa ella.

Ambas mujeres se miraron y tras unos segundos estallaron en risas.

- Ahora en serio. - Arrimadas recuperó su tono serio. - Necesito tu ayuda. Me negarás que no soy la mejor opción después del desastre del mes pasado.

- Bueno.. - Irene miró a otro lado para picar a Inés. Y funcionó. Podía sentir como fruncía el ceño y se mordía el labio inferior mientras resoplaba y maldecía para sus adentros. - Mi mejor opción sí eres.

Salvada.

- Venga, tómatelo en serio, va. - Inés se acercó todo lo que pudo a la mesa y alargó la pierna por debajo de esta, atrapando la silla de Irene y atrayéndola hacia ella. - Seguro que podemos llegar a algún acuerdo.

Se levantó de la silla y se apoyó sobre la mesa. Quedando a escasos centímetros de Irene. Tan cerca que podía compartir su aliento con ella. Tan lejos que no podía escuchar lo rápido que latía su corazón.

- Parece que nos vamos entendiendo. - Montero tragó saliva, nerviosa.

- Todo menos la república. - La de Ciudadanos avanzó sobre la mesa hasta llegar a Irene, sentándose a horcajadas sobre ella. - Te aprobaré el SMI. - Susurró muy cerca de sus labios.

- Si me lo propones así me va a costar rechazarlo. - Sonrió Irene ya en sus labios.

- Entonces, ¿tenemos acuerdo? - Preguntó separándose de Irene.

- No depende de mi. - Dijo Irene volviendo a la realidad.

Inés se mordió el labio. Aceptando la realidad.

- Bueno. Pues vamos a por esa cena que me debes. - Apoyada sobre los hombros de Irene se ayudó para bajar de la silla. - Te va a salir cara. Pero bueno, para ser comunista te lo montas muy bien.

- Ya ves. Pero yo no puedo ir por ahí fardando de garaje. - Ese comentario surgió efecto. Inés se giró e indignada le golpeó en el hombro.

- Espero no tener que pagar luego yo. - Hizo una pausa para aguantar la risa que quería escapar. - ¿Cómo era eso? Que eráis ricos en números rojos.

- Eh. Que yo no dije eso.

La de Ciudadanos dio media vuelta sonriendo y se dirigió a la puerta.

- ¿Vamos?

Irene tardó en reaccionar. Habia visto la más brillante y bonita de las sonrisas. Cerraba los ojos al sonreír. ¿Cómo no se había fijado antes?

Cogió sus cosas y siguió a la ciudadana. Las cosas habían vuelto a la normalidad. Dependiendo de lo que se entienda por normal. Porque el hecho de estar saliendo con Inés Arrimadas aún la sorprendía casi tanto como esa mujer.

La siguió por el pasillo. Parecía una niña pequeña emocionada. Ni que fuera a ir a Disneyland. ¿Tanto le emocionaba ir a cenar con ella? Ninguna sabía el motivo pero las dos estaban igual de felices. Felices de tener tiempo, de ser ellas, de estar juntas, de ser libres, de quererse.

- ¡Venga! ¡Qué te estás quedando atrás!

- ¡Ya voy! - Irene corrió hasta alcanzar a Inés y entrelazó sus manos.

Poco importaba donde fueran, donde les llevara el destino. Juntas poco importaba.

Por la Moncloa - IRENESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora