23.- Ho tornarem a fer/frenar

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He perdido la oportunidad de llamar a los dragones: 155, sanchismo y Constitución... después de esta pequeña reflexión pasamos a la locura de capítulo, que la verdad no qué he liado aquí.


***

Reinaba el silencio. Detrás de Rivera, Inés e Irene debatían. A la de Podemos no le hacía mucha gracia la presencia del ciudadano. No después de lo que hizo, lo que le hizo a Inés.

- Hay que saber perdonar, Montero. - Rivera se giró, oliendose la desconfianza de Irene.

- También hay que saber perder.

El de Ciudadanos se giró y se puso delante de Irene. Si trataba de intimidarla no lo estaba consiguiendo.

- Tengamos la fiesta en paz. - Inés se metió entre Irene y Albert. Los apartó con una fuerza que dejó sorprendidos a los dos. - Dame un segundo.

Albert se retiró.

- Lo siento porque quizás en eso no estamos de acuerdo. - Inés entrelazó sus manos con las de Irene y las apretó con fuerza. - Pero le necesitamos.

- Espero que tengas razón. - Dijo empezando a caminar Irene de la mano de Inés. - Porque si te hace algo, yo...

- Tranquila. Que ya son años, sé como torearlo.

Inés iba tan ensimismada en Irene que no se dio cuenta y chocó contra la espalda de Albert. Estaba más tenso que la gente viendo las retransmisión de las elecciones de Ferreras.

- ¿Dónde están los dragones, Inés? - El ciudadano no se giró. Miraba al frente, a un punto incierto en la lejanía.

La andaluza sintió curiosidad. Miró algo confusa a Irene antes de ponerse al lado de Rivera. Agudizó la mirada pero no se veía ni un alma. Tal vez estaba empleando el sentido equivocado. Sus oídos si que percibían algo y nada agradable.

- El ejército de los no-españoles viene.

- Los no-españoles ya está aquí. - Inés se encaró a Albert. Estaba impasible. Parecía Jon Nieve en la última temporada: un inútil.

- Los dragones están ahí. - Irene señaló el cielo.

- Llámalos, Inés.

- Pero vamos a ver. Tú qué te piensas, ¿qué son perros? - Dijo Irene.

- Prueba a silbar. Quién sabe.

- Igual te silbo pero la cara.

Inés caminaba resoplando ante las tonterías de su novia y su amigo. Decidieron volver a entrar al edificio. Más seguridad. Pero llegar era más difícil que que Pedro Sánchez dejase de gastar dinero público en el Falcon.

Pero la adversidad no era nada para Inés. Se abría paso sin romperse una uña. Cualquiera que intentara acercarse acababa tumbado en el suelo. Fue fácil hasta que el número empezó a ir en aumento.

Albert era la viva imagen de Jon Snow en aquel capítulo de la última temporada: iba de aquí para allá sin hacer gran cosa.

Por la Moncloa - IRENESजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें