5.- Cliché

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¡Corred! - El hombre les hizo un gesto para que le siguieran. Se acabó la poca tranquilidad que les había estado acompañando desde su llegada a la ciudad. Una fuerte explosión le sacó de sus pensamientos, la de Ciudadanos se puso pálida. No tenía tiempo para pensar, instintivamente agarró la mano de Irene y echó a correr tras su amigo y compañero de partido. La sede no quedaba lejos, no es que fuese el lugar más seguro pero al menos estarían a cubierto de lo que fuera aquello que les amenazaba.

Giraron varias veces, izquierda, derecha, otra vez izquierda. No podían dejar de correr. Carrizosa dobló hacia una calle estrecha seguido por ambas mujeres. De vez en cuando Inés comprobaba cómo estaba Irene y se aseguraba de que podía continuar. Por otra parte, Irene la quería matar. Que puta manía tenía la de Ciudadanos con hacerle correr como si no hubiese un mañana.

Un ruido ensordecedor la paralizó. Por encima de sus cabezas una lluvia de grava comenzó a golpearles. Otro ruido puso alerta a Inés que dejo de correr, frenando en seco, haciendo que Irene se diera de bruces contra ella. La líder de la formación naranja retrocedió empujando con su cuerpo a la de Podemos e inmediatamente después se giró, sin soltar la mano de esta retrocedió sobre sus pasos. Delante de ellas cayeron los escombros producidos por la nueva explosión. Inés se acercó a ellos, esperando, más bien rezando por que su amigo hubiese salido ileso de aquello. Respiró tranquila cuando lo vio, con gestos le dijo que se marcharan, se encontrarían en la sede. La de C's se giró hacía Irene, asustada era decir poco, estaba en shock.

Inés se acercó a ella, puso su mano sobre el hombro de la podemita para intentar tranquilizarla. Esta se lanzó a sus brazos fundiéndose en un abrazo que sorprendió a la de Ciudadanos. Inés le correspondió, estaba temblando, susurró:

- Ya pasó. Tranquila, estoy aquí, contigo. - Su mano derecha se movió sola hasta posarse sobre la cabeza de Irene. Con delicadeza le acarició tratando de mitigar el miedo que se había apoderado de ella. - Sshhh, todo irá bien. - La verdad era que ella también estaba asustada pero debía mantener la cabeza fría si quería llevar a su inesperada amiga a un lugar seguro, a fin de cuentas, que Irene estuviera allí era culpa suya. Se separó de ella cuando se cercioró de que el miedo había sido aplacado pero no le soltó la mano.

- Y ahora ¿qué hacemos? - Se sentía perdida en aquella ciudad cada vez más demente.

- Sígueme. - Inés tiró de ella y empezó a andar. - Es el camino largo pero al menos estoy bien acompañada - le dirigió su sonrisa particular, esa que tanto le gustaba.

- Estoy deseando ver cómo me compensas todo esto. - La de Unidas Podemos le devolvió la sonrisa, bajando la mirada para no tropezar y la siguió. Al ver esa sonrisa, Inés sintió como algo dentro de ella despertaba, giró la cabeza para mirar al frente y ocultar su cara. De repente hacía demasiado calor allí.

***

Irene se divertía picando a Inés por el camino. Desde que habían llegado a Cataluña iban de desastre a desastre pero al menos parecía que las cosas habían vuelto a la "normalidad" y podían relajarse.

- No me puedo creer que te guste Extremoduro - dijo riendo la de Podemos.

- Pues sí. Qué pasa. - Inés toda digna le soltó la mano, giró la cabeza y continuó caminando con los brazos cruzados.

- Venga no te piques - dijo la de Podemos intentando arreglarlo - es solo que... - miró a Inés de arriba a abajo, esta se dio cuenta y carraspeó, "lo acabo de empeorar" pensó escapándosele la risa - no te pega nada.

- Vaya, con que ahora nos dedicamos a juzgar a los demás - Inés sabía que le estaba picando así que se hizo la ofendida. Vio que su comentario le había cambiado la cara a Irene y rectificó:

- No quería decir que... - "Mierda, qué hago" pensó.

- A una pija como tú no le pega. - Irene rio al ver la reacción de Arrimadas. Toda orgullosa ella, era preciosa cuando se enfadaba. No podía eliminar la sonrisa de su rostro. Imposible.

- Ahora qué. Qué te hace tanta gracia - replicó la de C's.

- Venga tonta no te piques que era broma - Irene rodeó a Inés con su brazo izquierdo - aunque seas pija puedes escuchar lo que quieras.

- Ugh! Eres de lo que no hay, Irene. - Inés sonrió.

- ¿Me ha parecido ver una sonrisa? Señora Arrimadas está bajando la guardia.

Continuaron así unos largos 40 minutos que a la líder de Ciudadanos se le hicieron pesados, Irene no la dejó tranquila ni un segundo, pero no le importaría perderse por allí mientras estuviera con ella.

Por fin llegaron a la sede del partido naranja. Las pintadas resaltaban en los cristales, estos estaban cubiertos desde dentro para impedir ver el interior. Inés echaba de menos aquel lugar, fue invadida por la nostalgia. Los recuerdos se agolpaban en su mente, tanto los buenos como los malos. Se dispuso a abrir la puerta, se alegraba de estar de vuelta, una pequeña sonrisa se reflejaba en su rostro. Decidida entró seguida por Montero quien nunca se habría imaginado entrar a una sede de un partido de centro, centro-derecha, de Ciudadanos.

- ¡Gracias a Dios! ¡Inés! - Carrizosa se levantó de un salto y fue directo a recibir a su amiga con un abrazo.

- Yo estoy bien eh. - Irene carraspeó. El hombre solo tenía ojos para Inés, no se dio cuenta de su presencia a pesar de que los había estado acompañando todo el camino.

- Perdona no te había visto - trató de disimular el ciudadano.

Se dirigían una mirada fulminante. La tensión se palpaba en el aire e Inés se dio cuenta. Intentó calmar el asunto:

- Y bueno, ¿me vas a contar lo que pasa? ¿Por qué me has llamado?

- Es el President Legítim. Se dirige en estos momento hacia aquí... - comenzó a explicar Carrizosa.

El rostro de Inés se empalideció. De manera inconsciente su mirada se posó en Irene. Todo menos eso, todo menos haber traído a Irene a la boca del lobo, cualquier cosa menos eso.

- ¿El President Legítim? ¿Qué es eso? - Irene estaba confusa.

- Creemos que no planea venir a Cataluña. Hemos seguido todos sus movimientos y todo indica que su objetivo es la Moncloa - continuó Carrizosa.

Inés rodeó la mesa hasta colocarse al lado de Irene.

- ¿Cómo que la Moncloa? - Inés miraba al hombre tan confusa como Irene.

- Es más efectivo destruir el país desde el centro ¿no crees? - Carrizosa se apoyó en la mesa cruzando los brazos.

Inés caminaba en cículos por toda la habitación. Estaba en su mundo, buscando la solución a todo ella sola. "Que raro" pensó Irene. Le dirigió una mirada a Carrizosa, no se llevaban muy bien pero a su pesar debían colaborar. Este le había explicado todo, ahora entendía el peso con el que cargaba Inés y una parte de ella se sentía culpable.

- Tendría que haberme quedado en Madrid - soltó Irene. Un te lo dije se escucho de fondo. Irene no pudo evitar sonreír. Inés estaba en todo.

- Te guste o no, ahora te tienes que quedar - dijo Carrizosa - al menos hasta que sepamos qué hacer.

Inés apareció detrás de ellos. Tenía una mirada decidida, se mostraba firme y serena. Estaba determinada a cumplir su objetivo y nadie se lo iba a impedir.

- Pronto no quedará lugar seguro en el país. Debemos unir fuerzas si queremos ganar.

Por la Moncloa - IRENESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora