12.- ¿Qué tiene ella?

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- No es lo que parece. - Montero alternaba la mirada entre Inés y la pareja de periodistas que había irrumpido en el despacho. La de Ciudadanos se dirigía disimuladamente a la puerta. - ¡Inés! ¡Ven aquí! - Susurró nerviosa Irene haciéndole un gesto con la mano.

- Encárgate tú. - La de Ciudadanos le dio un pequeño golpe en el hombro. - Que se te da mejor torear a la prensa. - Su mano rozaba el pomo de la puerta cuando de repente se llevaron un susto de muerte al escuchar unos golpes que procedían de las ventanas. Arrimadas se giró, desistiendo de la opción de salir de allí por patas. Los indepes habían hecho escalera humana. Posó su mirada en Montero, estaba muy cerca de la ventana, muy cerca del peligro y se mostraba impasible. La vio retroceder pero la mesa se interponía en su camino.

- ¡Irene! - La catalana trataba de captar su atención. Irene estaba en estado de shock. - ¡Sal de ahí ya! ¡Irene!

Los indepes rompieron el cristal. La de Podemos reaccionó cubriéndose la cara de los cristales. Un CDR se acercaba a ella. Por suerte Inés llegó antes, se lanzó sobre la mesa de un salto y agarró por el cuello de la camisa a Irene, arrastrándola al otro lado de la mesa. Por otra parte, los periodistas se miraban confusos.

- ¿Estás grabando esto? - Preguntó uno de ellos.

- ¡Hostia tío! - El cámara se llevó una mano a la cabeza. - ¡No lo he enchufao!

Inés ayudó a Irene a ponerse en pie. El despacho estaba siendo invadido por hombres cargados de lazos amarillos. Debían salir de allí cuanto antes. Estiró de ella y corrió hacia la puerta, empujando a los periodistas que estaban en medio discutiendo. Salieron de allí dejándolos encerrados. ¿Querían exclusiva? Pues toma exclusiva de un grupo de indepes cabreados. La de Podemos se llevó la mano al costado izquierdo. Lo había olvidado a causa de la adrenalina. Tuvo que apoyarse contra la pared. Cada respiro traía consigo un dolor horrible. Inés se colocó enfrente de ella. Le levantó con mucho cuidado la camisa para comprobar qué le pasaba. Tenía un enorme cardenal en el costado. Pasó su mano con delicadeza, notando como Irene se retorcía a su paso, soltando algún gemido de dolor. Probablemente tendría rotas un par de costillas.

- La mala noticia es que te has roto unas costillas. - Dijo alzando la mirada la de Ciudadanos.

- ¿Y la buena? - Irene sonrió débilmente a causa del dolor.

- Que si sigues viva es que no es grave. - Inés vio como la de Podemos se mordía el labio.

Confiaban en que la oscuridad ocultase sus presencias. De verdad necesitaban un respiro. Arrimadas miraba a la de Podemos. Estaba sufriendo, se sentía mal por no poder hacer nada por ella. Entrelazó sus manos y le acarició con el pulgar para hacerle saber que estaba allí, que no la dejaría sola, nunca.

- ¡Que la detengan!

Ambas mujeres fueron sorprendidas por un grupo de indepes. Irene estaba realmente mal. Notaba como la fiebre le subía y un sudor frío recorría ya su frente.

- ¡Que es una mentirosa! - Un CDR corría hacia ellas con un gran lazo amarillo de plástico.

- ¡Malvada y peligrosa! - Habían quedado señaladas ya. Tenían que huir otra vez.

- ¿Te ves con fuerzas? - La de Ciudadanos pasó su brazo por detrás de la espalda de Irene. Esta asintió con la cabeza. - Lo siento mucho. - Al moverla, Irene se mordió el labio para canalizar el dolor.

- Si no salgo de esta... - Cada vez le costaba más respirar. - No querría morirme sin que sepas... que me he enamorao de ti.

La de Ciudadanos empujó una de las puertas que quedaba a sus laterales con su cuerpo. El pasillo no era lugar seguro, cada vez había más independentistas vagando por ellos. No se paró a mirar de quién era. Ayudó a Irene a sentarse. Podía hacerlo ella sola pero le gustaba sentirse útil. Cogió su cara entre sus manos. A pesar de las circunstancias no podía ocultar una pequeña sonrisa que se le dibujaba en el rostro. No sabía si eran lágrimas o sudor lo que empapaba su cara.

- Yo también, tonta. - Arrimadas dejó un beso en su frente y se levantó. Había entrado allí sin saber de quién era el despacho. Por los pasos que había estado siguiendo se trataría de un despacho de alguno de derechas. La visibilidad era peor que la del capítulo tres de Juego de Tronos. Recorría con la mirada cada rincón de la habitación. Volvió a girarse hacia Irene cuando esta tosió. El tiempo corría en su contra.

- Hola, Inés. - La voz de un hombre resonó en la oscuridad de la habitación.

La catalana buscó con sus ojos la posición del no tan misterioso hombre. La conocía muy bien. Estaba harta de escucharla. Se maldijo a sí misma por, de entre todos los despachos, haber acabado en el de Albert Rivera. Adoptó una postura defensiva. No había olvidado que horas antes la había abandonado a su suerte.

- Cómo has podido hacerme esto. - La voz de Rivera se entrecortaba. - ¿Qué tiene ella que no tenga yo? - Inés podía hacerle una lista más larga que el documento que sacó en aquel debate Albert.

La de Ciudadanos no sabía qué decir. Miraba a aquel hombre roto sin saber qué hacer e Irene estaba perdiendo la consciencia.

- Mira, Albert... - Por fin se decidió.

- ¡No! ¡No quiero mirar nada! - Rivera abandonó la oscuridad de su refugio. - Te quería a ti.

- Eso no va a poder ser, Albert. Yo... - La de Ciudadanos apartó la mirada al recibir otro grito del catalán.

- Si no vas a ser mía no serás de nadie. - Albert avanzó decidido hacia ella.

- ¡Si me dejas acabar alguna frase yo encantada de la vida! - Arrimadas comenzaba a exasperarse. Odiaba ser interrumpida. Al alzar la mirada tenía a Albert casi encima. Consiguió esquivarlo casi por los pelos. Se desató una lucha entre la pareja principal de Ciudadanos.

Rivera trató de golpear a Inés. Esta lo esquivó. Se había visto todas las películas de Marvel en las que salía la Viuda Negra. Se conocía algunos trucos. Al esquivarlo le dio una patada en la pierna que tenía herida haciendo retroceder a Albert. Este mantuvo bastante bien la compostura. Se arregló la corbata, era importante mantener la presencia, y atacó de nuevo a Arrimadas. Esta vez se abalanzó sobre ella, sin dejarle opción de escapar. La empotró contra una de las librerías que tenía detrás. Un mordaz dolor recorrió su cuerpo. Intentaba zafarse de Rivera pero este utilizaba mucha fuerza. El de Ciudadanos sacó algo de su bolsillo una especie de objeto punzante con forma de pollo. Al verlo Arrimadas se retorció con más fuerza. Golpeando con el brazo que le quedó libre al hombre sin éxito. Albert miró a los ojos a Inés antes de clavarle el puñal en el muslo derecho. Arrimadas soltó un alarido que fue escuchado hasta en Cataluña. El sudor empezaba a recorrer su frente, siguiendo un recorrido que acababa en su barbilla.

Inés dirigió una última mirada a Irene. Sus labios bailaron al ritmo de un "te quiero" insonoro. Cerró los ojos. Tratando de canalizar el dolor. Esperando que aquello acabase lo más pronto posible. Susurraba cosas inaudibles. Entonces, pasó. Como pudo, Irene golpeó a Rivera por la espalda con una silla. Dejándolo KO al momento. Avanzó torpemente hacia Inés, tropezando con el cuerpo de Albert. Lo apartó de una patada. Le desesperaba ese hombre. Acorraló a Inés contra la pared.

- Ya está bien de sorpresas. - Irene tragó saliva y apoyó su cabeza en el hombro de Inés. - ¿No crees?


Por la Moncloa - IRENESWhere stories live. Discover now