24.- Ni Resines se flipó tanto.

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Todo se fundía en negro. Sentía como si su cuerpo comenzase a flotar. Tirada por un brazo invisible veía la imagen de Irene alejarse. Intentó estirar el brazo, llegar a ella. Se resistió pero, no la alcanzaba.

- Inés. - La madrileña zarandeaba el cuerpo de su novia con una mano. La mano libre la tenía en su cara, apretandole las mejillas a la andaluza. Hacía unos ruiditos adorables que a Irene le encogían el corazón. - Inés, despierta.

- Ho turnarem a frenar. - Balbuceó la de Ciudadanos.

¿Qué estaría soñando? Vete a saber. Irene no daba crédito. La había despertado. Pero lo había hecho a base de patadas, golpes y movimientos bruscos. Se las iba a pagar.

Con cuidado se sentó a horcajadas sobre Inés. Esta ni se inmutó. Seguía balbuceando cosas como: 155, sanchismo, constitucionalistas. Eso había despertado a Irene en mitad de la noche, teniendo ella que madrugar al día siguiente.

Pensativa, con la mano derecha apretó de nuevo las mejillas de Inés. La andaluza era de las de sueño profundo. Se inclinó hacia ella. Casi se le para el corazón, se retiró un poco cuando la de Ciudadanos murmuró de nuevo.

Pasó la mano por detrás de la cabeza de Inés. Se divirtió jugando con ella ya que no se resistía estando dormida. Pero la tenía que despertar. Agarró el teléfono de la mesilla y buscó una canción especial para Inés. Sin pensárselo dos veces le dio al play.

Movimiento naranja. Movimiento ciudadano. Movimiento naranja. El futuro está en tus manos.

Se levantó sobresaltada por la música. Del susto se dio un cabezazo con Irene. Esta se mantuvo en su posición, reteniendo a Inés entre sus piernas, a pesar de la increíble hostia que le había metido la de Ciudadanos con la cabeza. Ambas se pararon la mano por la zona afectada antes de mirarse. A Inés casi le da un jari. Ver a Irene Montero en ropa interior sobre ella. Daba gracias al señor por ese privilegio.

- ¡Para eso por dios! - Exclamó entrando en razón.

- Ya voy, ya voy. - Rio Irene.

Inés no espero mucho más y empujó a Irene quitándosela de encima. No era de buenos despertares tampoco. A Irene le pareció adorable. Todo en esa mujer era jodidamente adorable y le hacía perder la cabeza de tantas formas que resultaban inimaginables.

- Buenos días. - Inés bostezó mientras se estiraba para desperezarse.

- Buenos los serán para ti. - Dijo irónica Irene.

Inés la miró confusa. Montero leyó la pregunta en sus ojos.

- Menuda nochecita me has dado guapa. - Irene rio conforme iba recordando. - Me has molido a palos.

- ¿¡Qué dices!? ¿En serio?

- Ha habido un momento en el que has dicho: ¡no te me acerques podemita o te corto la coleta! - Dijo imitando la voz de la andaluza. - Y me has arreado un guantazo en la cara.

- Estaba soñando algo rarísimo. - Comenzó a explicar Inés. - Albert y yo luchábamos entre nosotros para ver quién se tiraba por un precipicio. Uno de nosotros se tenía que sacrificar por el bien del país.

- Madre mía, Inés. - Irene se llevó las manos a la cara. No daba crédito a la imaginación de Arrimadas. - No te vuelvo a poner una de Marvel. Te afecta.

- La cosa es que yo iba a tirar a Albert porque, a ver, yo todavía tengo mucha vida por delante sabes. - Inés seguía explicando e Irene cuanto más escuchaba más flipaba. - Pues no va, coge el fascista y me tira por el acantilado.

- Ay, pobre Inés. - Irene la atrajo hacia su pecho. - Ya pasó, tranquila.

Inés frunció el ceño ante el cachondeo de Irene.

- Ha sido horrible. - Inés de verdad lo había pasado mal. Todavía se estaba recuperando del sobresalto. Irene lo podía notar al tener entre sus brazos el pequeño cuerpo de la andaluza. - Nos perseguían todo el rato. Salía Torra que, madre mía. Parecía Hulk pero la versión independiente. Y había tres dragones y aparecía Albert. - El gesto de su cara reflejó cierta pena. - ¿Ha sido todo un sueño?

Con mucho dolor por el sufrimiento de Inés, la madrileña asintió. Todavía echaba de menos a su amigo ciudadano. Normal habiendo compartido casi ocho años en política. Eran como hermanos.

- Oye. - Inés abandonó los brazos de Irene para mirarla. - Está tarde te vienes conmigo. No acepto un no por respuesta. - Irene se acercó a la andaluza, juntando su frente con la de su novia. Se quedó un rato así, con la sonrisa dibujada en los labios, antes de besarla en los labios. Inés se resistía a separarse y poner fin al beso, perdió la razón y se olvidó del oxígeno. Solo necesitaba respirar a Irene. Pero todo lo bueno acaba. No sin antes Montero morderle el labio inferior dejando con ganas de más a Inés.

***

Acordaron verse delante del museo arqueológico. Irene le pasó una ubicación cercana a la de Ciudadanos, aprovechando que esta todavía desconocía aquella ciudad. Igual no había sido buena idea dejarla sola pues ya llevaba una media hora de retraso. Al paso que llevaba entraban gratis.

- Lo siento. - Una voz jadeante a sus espaldas atrajo su atención.

La de Podemos se giró y sonrió con la imagen de una Inés exhausta, inclinada, apoyada sobre sus rodillas, tomando aire como podía.

- ¿Tantas ganas tienes de nuestra cita? - Irene arqueó las cejas. Miró a la andaluza con una sonrisa.

- Me he perdido.. tonta. - Masculló Inés. - He tenido que preguntar un par de veces y correr hasta aquí.

Irene se la quería comer. Intentaba mantener la fachada pero por dentro se derretía por esa mujer y la quería achuchar y no soltar nunca.

- ¿Y bien? Me vas a decir ya para qué me has traído aquí. - La andaluza parecía una niña pequeña: curiosa y ansiosa por descubrir la sorpresa.

- Ven. - Montero cogió de la mano a Inés.

Caminaron cinco minutos hasta llegar al museo. Inés intentaba ocultar la emoción oliendose ya lo que le tenía preparado Irene.  Pero el brillo de sus ojos no pasaba desapercibido para la madrileña quien suspiró una risa.

Irene señaló el edificio, confirmando la sospecha de Inés. Esta se mantenía en sus trece de ocultar, sin mucho éxito, la ilusión. Se acercaron a la entrada e Irene compró dos entradas mientras Inés, desesperada, entraba ya a la exposición.

- Anda que esperas a alguien, eh. - Dijo a sus espaldas Montero. La de Ciudadanos se giró más feliz que un niño en Navidad.

- Mira. Ven. - La andaluza la cogió de la mano y la llevó a ver una vitrina que albergaba un dinosaurio. - Me gusta mucho la arqueología. - Dijo mirando atentamente la réplica de lo que parecía ser un triceratops.

Lo que no sabía Inés es que Irene había hecho un estudio exhaustivo de su Instagram. Vamos que le había stalkeado la cuenta entera y sabia que siempre había querido ser arqueóloga, y otras muchas cosas más.

- Venga, posa que te saco una foto. - Dijo preparando el móvil para inmortalizar el momento.

Inés posó, y tanto que lo hizo. Casi mata a Irene al fingir ser un dinosaurio o lo que intentase hacer. Daba igual. Era adorable.

La de Ciudadanos arrastró a Irene por todo el museo. Más emocionada que cuando ganó las elecciones aquel diciembre de 2017. Irene disfrutó del privilegio de ver esa versión de Inés Arrimadas.

Por la Moncloa - IRENESWhere stories live. Discover now