21.- O te callas o te callo

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Antes que nada aviso que este capítulo es la mayor fumada jamás escrita.

***

Un mensaje de Irene.

Déjate de indirectas y ven a hablar conmigo.

Quería verla y hablar pero a la vez sentía que no quería seguir, que necesitaba pararlo todo, ponerle fin. A buenas horas empezaba a retractarse de sus acciones. Un poco tarde, quizás demasiado. Ya no había marcha atrás, no podía borrar los acontecimientos, solo seguir adelante, con o sin Irene. Se prometió a sí misma una última oportunidad. Aprovechando que debía entregarle la carta de Inda, hablaría con ella. Esperando con ello encontrar lo que le faltaba en esos momentos. Ese algo que había dejado un vacío en su corazón y que le asfixiaba en los peores momentos.

De hecho tenemos que hablar.

Escribió con la mano derecha mientras con la otra giraba la carta intentando descifrar el misterio que ocultaba. Una carta para Irene, en su casa, de Inda. Vale que lo de ese hombre con Irene era una obsesión rayana que superaba cualquier límite, pero no dejaba de darle vueltas, hasta que un nuevo mensaje le hizo volver a poner la vista en la pantalla.

No seas tan seria, a las cinco en mi despacho.

Vale.

Dejó el móvil sobre la mesa y se centró en el trabajo que la esperaba. No tenía fin, a veces necesitaba recordar que no estaba sola en el partido porque sentía que hacía el trabajo de todo el mundo ella sola.

Tras una media hora desistió. Sentía que la cabeza le estallaría si seguía leyendo documentos. Ordenó el escritorio y se levantó. Llevaba todo: el móvil, las ganas de vivir...

Al salir fue interrumpida por Melisa. Parece ser que el fin de semana se fue con Lorena y Carlos y había estado de sujetavelas. Poca cosa relevante. También le informó de una boda, del Marqués de Galapagar y Álvarez de Toledo. Vaya, al parecer fluyó el amor en el Congreso entre esos dos.

***

- Siento el retraso. Melisa me ha interrumpido y...

- Solo han sido 5 minutos tranquila. - Rio Irene.

Se formó un silencio incómodo. El mismo pensamiento pasaba por la mente de las dos. ¿Sería este el final? ¿El gobierno acabaría con su relación? Inés no sería capaz de algo así, o eso es lo que quería pensar Irene, estaba al 42% segura. La de Ciudadanos la miraba de reojo y cuando cruzaban miradas fingía mirar a otra parte. Realmente estaban mal. La desconfianza se apoderaba de ellas. Pero la de Podemos no sabía qué decisión tomaría Inés. Esa decisión que por ahora quedaba un poco lejos.

- Toma. - Inés rompió el hielo acercándose para darle la carta. - Anoche dejaron esto en mi puerta. - Puso la carta sobre la mesa y se sentó.

- Gracias... supongo. - Irene la abrió sin más miramientos. Poco a poco la expresión le cambiaba. Qué manía tenía Inda con su persona. Resopló enfadada. Más bien desesperada por la pesadez.

- ¿Qué pasa? - Preguntó curiosa Inés.

Irene la miró, cambió de expresión al ver la cara de preocupación de Inés. La había mirado llena de rabia y se había asustado. Parecía una niña pequeña, los ojos le brillaban por la curiosidad, quería descubrir qué decía la carta. Sin saber que no le gustaría nada su contenido.

- Digamos que no es nada. - Dijo guardando el documento en un cajón de su escritorio, bajando la guardia.

- Creía que entre nosotras no había secretos. - Sintió la voz de Arrimadas en su oído. ¿Cuándo había...? Se giró y se encontró con el rostro de Inés a escasos tres centímetros del suyo. Le latía el corazón a mil, no sabía si por el susto o por tener a esa diosa tan cerca. Podía sentirla, tocarla, rozar sus labios, esos que tanto tiempo llevaba deseando. Se mordió el labio mirándolos de cerca. Inés sonrió, torturándola obviamente pues se retiró con esa sonrisa dejándola con las ganas.

Por la Moncloa - IRENESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora