EL ZAPATO DEL PAYASO

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Rompió muchas cosas cuando fue cayendo,
rompió tantas cosas
que lo rompió todo,
se rompió a si mismo,
quebró las varitas que sostenian sus huesos,
quiso agarrarse del viento,
quiso sostenerse sólo de sueños...

Por eso fué,
que se detuvó un instante
en la entrada de los castillos que levantó en el aire.

Él nunca alcanzaría sus sueños,
sus planes serían para siempre olvidados,
sus caminos borrados,
desterrados,
guardados en el exilio,
él nunca alcanzaría una estrella.

Se agarró de todo cuando fue cayendo,
se aferró a los muebles de su habitación callada,
rompió el silencio estrellando los espejos que acompañaban su caída.

Rompió los platos rotos,
sus mesas,
sus copas de nada.

Levantó una nube de polvo,
comio polvo de vidrio molido,
cruzando en la sala un bosque de espejos destruidos,
se llenó de astillas la mente,
quiso cruzar su reflejo en el río...
estuvo apunto de morir ahogado.

Se arrepintió...

Se detuvó del sonido de las paredes que oyen,
se detuvó de las esquinas solitarias esperando alientos de clientes borrachos,
raspo sus manos y perdió las uñas buscando la verguenza de muros sin fin.

Pero los muros cayerón
y su sombra se volvió vieja,
el día cayó y la noche cayó,
sus piernas no pudierón sostener más...

¡RENUNCIARÉ A TODOS MIS SUEÑOS!

Tropezó entonces con la burla de planes sin futuro,
tropezó con las piedras que no quisó quitar en el camino,
tropezó con el cuerpo muerto de la cigarra en invierno,
se enredó en sus propios sueños,
tropezó con la mirada de un niño
que era al mismo tiempo su mirada antes de seguir cayendo.

Tropezó con el zapato de un payaso,
omisión cenicienta del destino.

Se dejo ir,
se dejo caer para caer
y entonces después
seguir cayendo.

A la mierda el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora