LA FIESTA DEL ADIÓS

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I

Nuestro adiós fue casi como un asesinato, fríamente premeditado, un negocio. Lo marcamos con anticipación en un calendario, contábamos los días y hacíamos con diligencia los preparativos para la fiesta de este adiós, todo tenía que salir, perfecto.

Siempre fuimos unos locos del control, porque odiábamos la idea de vivir con la incertidumbre del final o con estupideces como las de un destino, y también no tolerabamos todo eso de las mentiras de un amor verdadero.

La fiesta de este adiós tenía que ser épica, como una boda a la inversa, sería una despedida, una última vez, un funeral sin muerte.

Cada quien hizo su lista de invitados.

Ella, que siempre supo como aterrizar mis aviones de papel, ella que derribaba mis avionetas rojas por divertimento...

(recuerdo el día que con sangre fría y sin remordimientos enveneno a un ejército completo de trolls, que habían venido a visitarme)

Ella invitó solo amigos convencionales
Juan, Maria , Pepe, doña Chivis, etc...
amigos en común, solo gente conocida amigos simples y rutinarios, seguros, nada nuevo, nada ni nadie que espantara el futuro.

Cada quien invitó a quien quisó.

Yo por mi parte, que nunca me faltaron hojas para mis aviones de papel y que siempre encontré la manera de componer mis avionetas rojas. Yo que nunca deje saber de mi jardín de rosas mutantes.

(Incluso en alguna ocasión tuve que convencer a mis amigos trolls de fingir muerte por envenenamiento 🤭)

Yo invité al hombre del sombrero negro, me debía favores, invité a mi padrino el Ingrato, no podía faltar la señora de los dulces, invité, también, al viejo horrible y a todos mis lobos, pedí a mis trolls que se disfrazaran de monstruos para que no murieran en medio de la fiesta. Pitter Van Hauten,
el general Bison, el sargento Pimienta y el maldito Oscar Wilde entre otros.

Mucho papel picado, y jarras y jarras de mezcal, viandas de cereza, de coco y de jamaica, flores de zempasúchil y tulipanes blancos y vampiros, adornaban el camino del adiós, la fiesta comenzaba.

II

Reservé el mejor palco para mí,
para contar la historia del final,
para hacer anotaciones,
para ver bailar a los demonios de este adiós,
invitados y miradas pronosticando y apostando el momento exacto del final
¡desahuciando el amor!
acuchillando al amor, descuartizando nuestra historia.

Esperé hasta el final
las notas tristes en el piano
marcaban el soneto claro de luna,
porque el amor de mis amores se
marchaba.

Se marchaba sin palabras
al baile de las sombras en medio de la pista,
bailando sola
porque yo también me fuí
a la mierda y a la soledad.

¡Ella ya se fue!
en medio de la fiesta.

Se fue
al centro del universo
y a los brazos de algún otro Juan
o al Tíbet a desintoxicarse de mi maldito amor
y de todos los poetas malditos que viven en mí,
o a los brazos de su ex,
o a terminar la universidad.

III

Ya no andará por aquí y esa realidad
duele.

Ya no andará por aquí con sus pies descalzos y con sus zapatos de payaso.

Su sol ya no andará por aquí
sembrando girasoles y niños
con los ojos chuecos
y sembrando sus pinches promesas rotas.

La fiesta de este adiós terminará.

IV

Y yo...

Otra vez a la orilla de los hoyos negros
y a la negra sombra de sus sombras desapareciendo.

Otra vez
arrejuntando mis cosas para escapar,
con mi poncho rojo
y mis huaraches
y un tambache de poemas tristes para llorar quedito
o, a todo pulmón en las cantinas,
contando en los caminos y en los pueblos sin Dios, que ella...

Se fue,
una vez más

a la chingada.

A la mierda el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora